miércoles, 8 de junio de 2022

AMORES Y TEMPESTAD (6): Singing In The Rain - Singing In The Rain (Gene Kelly) [HD Widescreen]


En esta escena de Cantando bajo la lluvia, curiosamente, están en una gruta metafórica, que es un salón de rodaje para el cine.
Gene Kelly juega con la magia del cine, y elige el fondo de naturaleza que quiere para preparar su escenario para su posterior declaración de amor.
Aquí no va a haber tormentas, Kelly elige un cielo despejado, el amanecer, clores y algo de viento para que agite el traje volandero de Debbie Reynolds.
La lluvia vendrá escenas después. Su relación ya está consolidada, Kelly ve conseguido su logro, que su amor es mutuo, y tan satisfecho que está por ello, una tarde que la acompaña a su casa, se despiden en el portal, se besan y Reynolds le dice ten cuidado, parece que va allover.
Cierra la puerta del edificio y deja solo a Kelly frente a la puerta recién cerrada.
En lugar de entnar el canto de los clásicps, el paraclausythiron, el canto o lamento ante la puerta cerrada a cal y canto de una amada ingrata, este canto se podría decir que es el anti-para clausitron.
Kelly, ciertamente, comprueba que ha empezado a llover, baja unos escalones del edificio y la lluvia arrecia. Se apresta a a brir el paraguas y da comienzo a la famosa escena.
Hay que observar, 1, que la escena es solo interpretada por él, la amada está a salvo de la lluvia y no participa físicamente, sí en espíritu, de la escena; 2, la lluvia ocurre después de que se han despedido, no antes, es decir, no tienen que buscar efugio por la lluvia, pues han llegado tan tranquilamente a la casa de ella; y 3, es una canción, un poema musicado. Además, tanmbién hay elisis pues ese canto-baile lo podemos interpretar en clave sensual.
Y, por último, aquí si que, como en el verso de la Eneida

fulsere ignes et conscius aether
conubiis summoque ulularunt uertice Nymphae.

brillaron los fuegos y cómplice el aire del casamiento 
en su alta cumbre ulularon las Ninfas.


AMORES Y TEMPESTADES (cont.): Casablanca Train Station Scene

    La tendencia natural de uno es a dispersarse y conectar cosas que, en un principio, no tendría que ser.
    Así, el asunto de AMORES Y TEMPESTADES, amores y tempestades que hemos encontrado como primera referencia en la Eneida de Virgilio, hemos visto su reflejo en algunas películas del ´septimo arte. 
Es decir, del género épico y la literatura, en latín, siglo I a.C., hasta el género romántico cinematográfico del siglo XX.

    La referencia era la de la vinculación de tempestades, lluvias y otros fenómenos atmosféricos, conel inicio de una relación amorosa, aproximadamente.

Como decíamos, uno tiende a agolpar todo.
    Por eso, entre otros, recordamos también otra escena de lluvia y tempestades, pero en este caso no es de l inicio de la relación sentimental, sino de su, aparente, ruptura.
    Es célebre esta escena de la también célebre Casablanca.
    Se encientra esta escena en el flash-back romántico que un derrotado Rick-Bogart hace a mitad de la película, sumergido en el alcohol, en una habitación a oscuras, con la mirada embotada, y rechazando la compañia y los consejos de los otros.
    Al final del flash-back, que es esta escena de la estación de tren, es cuando se justifica el lamentanble estado an el que se encuentre el duro Rick-Bogart.

    Empatando con el asunto AMORES Y TEMPESTAD, podríamos hacer un subgrupo que se titularía RUPTURAS Y TEMPESTAD.
    En la abarrotada estación de tren, arrecia la lluvia y los pasajeros sufren una buena mojada de una lluvia pertinaz y a goterones. Entre algún que otro funcionario feroocarrilero, sobresalen grandes paraguas que intentan evitar la mojada.

    De entre la muchedumbre empapada y que atesta la terraza previa al andén, entre sale como puede Rick-Bogart con gesto molesto y preocupado. Incluso se detiene a mirar el reloj impaciente.
    La imagenes de la estación nos devuelve al otras estaciones en las que, por desgracia, recuerda las que hemos vistos estas semanas atrás en el país, eslavo.
    Vemos gente impaciente, asustada y presurosa, en el París previo a la llegada inminenete de las nefastas tropas alemanas. 
    Rick y Sam el pianista que acompaña a Ricl dondequiera que este vaya, han quedado con Ingrid Bergman, que han quedado allí para salir y escapar los tres juntos de la ciudad a punto de caer.

Al poco aparece un  Sam también luchando con el gentío y cargando maletas con gesto angustiado. Se encuentran ambos y Sam le da una mala noticia, Elsa, su amada, no va a venir, no la encuentra. En su lugar, han dejado una carta de ella para Rick.

Rick, desalentado ya, baja la cabeza y desdobla agitado la carta. 
La carta se muestra en un primer plano, con las letras desdibujándose  por la lluvia.
La música sube de tensión, y la lluvia le es indiferente a Rick. Elsa no va a venir.


La imagenes de la estación nos devuelve al otras estaciones en las que, por desgracia, recuerda las que hemos vistos estas semanas atrás en el país, eslavo.
Vemos la estación abarratoda de gente impaciente, asustada y presurosa, en el París previo a la llegada inminenete de las nefastas tropas de las SS alemanas, vemos a estos dos personajes esperando por Ingrid Bergman, con a que han quedado allí para salir y escapar juntos de la ciudad a punto de caer.
Este es también, de paso, otro motivo repetido en la literatura y las artes.

Rick se queda conmocionado , sin saber qué hacer, tras leer la carta. En eso toca el pitido anunciando la salida inminete del tren. Sam no se lo piensa dos veces, agarra a su jefe, y amigo, del brazo y se lleva a Rick, que camina irresoluto como un zombie, hacia el tren.



Rick se gira una última vez y por fin se sube al tren. Allí, ya convencido de que Elsa no llegará, arroja el cigarrillo con gesto amargado y se queda en la puerta del vagón sin esperanza, con la vista perdida en el vacío, entre el humo del tren que justo entonces se pone en marcha lejos de Paris



martes, 7 de junio de 2022

EL MONOSANDALISMO DE R. NADAL.

De un tiempo, bastante ya, a esta parte andaba uno mareando con el tema de los pies.
La mitología tiene ejemplos sobresalientes, claro.
Aquiles, al que califican "el de los pies ligeros", o Edipo, "cuyo nombre significa "de pies hinchados", merced a la hinchzaón que le produce el grillete en los tobillos, son ejemplos signifivcativos de esto.
Y en esto que aparece el cuasidivino Rafa Nadal (la verdad es que no sabe uno cómo aguanta tan grande tensión), aparece el plenipotenciario deportista Nadal diciendo que desde hace años sufre del pie derecho, en concreto de un huesecito de los muchos que hay, es crónico, doloroso y, para su vida, le roba la felicidad de vivir una vida normal.
Casi nada.
Aquí tenemos de nuevo el tema del pie identificado con la persona misma, con la vida propia, personalidad y pie unidos íntima y simbólicamente. Claro, si no fuera que es verdad.
Aunque estamos hablando de otro Nadal, no de la persona real, que es la que ha salido a raiz de la lesión del pie, asomándose y demostrando su ragilidad . Casi nada, otra vez el pie como señal de la humanidad y mortalidad del hombre. Aquiles por el talón, Nadal por el escafoides.
En fin, decíamos que el Nadal que se nos aparece en los medios de comunicación es distintino al Nadal real.
Como hemos visto, ha sido la lesión ósea del pie la que le ha hecho salir de su personalidad exterior con la que aparece en los medios.
Es decir, otra vez el pie el que delata la humanidad, la personalida más cercana y real del personaje.

HÉROES COJOS.
En esto que en algún lugar habíamos visto o leído algo de los héroes cojos, o con una señal en el o los pies.
Ya hemos citado antes a dos insignes heroes marcados por cuna señal en las plantas del cuerpo humanos, Aquiles y Edipo
Buscando por la red, nos salió algo del monosandalismo, que hemos de leer.
Es claro que esto de la monosandalia, que nos suena algo chusco, remite al epíteto de Jasón y la profecía que lo hacía acreedor al trono de Yolcos.


Así pues, ya tenemos otro insigne héroe sumado a la lista de Nadal.
De todas maneras, las primeras referencias a héroes cojos que mostraba las entradaseran al personaje que menos podíamos asimilar con el ilustre tenista.
En efecto, se trata del dios Hefesto, el ilustre cojo , artífice de los rayos y orfebra¡e de las joyas de los divinos Olímpicos y los héroes..
Otro artículo, leído a vuela pluma, habla de personajes míticos y literarios que tienen alguna discaoacidad. Es decir, cojos, tuertos y otros mutilados (no olvidemos al cuasidivino Homero) son personajes reseñables en los mitos. Y no es que sea una discapacidad más, no, no, es una señal, una marca ilustre, una señal para diferenciarlos del resto de la multitud humana.
Parece que, leyendo así de pasada, que un gremio que tiene como marca o señal discapacidad emblemática, son los herreros. Hay varios entradas qe hablan de los herreros cojos en elos mitos.
Hay varias explicaciones. Robert Graves tiene en su protagonista más famoso al emperador Claudio, un cojo ilustre. 
El historiador Toynbee aventura alguna teoría sobre ellos, la cojera era una mutilación a propósito para que estos artífices metalúrgico, muy aprecuados, no pudieran huír o escapar de su trabajo o función. 
Pero es Mircea Eliade, el gran especialista y gurú casi de Historia de las Religiones, aventura la más sorprendente (aunque en su ámbito es de lo más normal). Para este historiador, la cojera u otra discapacidad es una señal fruto de un rito de inicación, asociadas a las que se practicaban entre losmgrupos de guerreros. 
Una otra teoría, fruto de la observación directa, es que el trabajo de la fragua propiamente era duro y arriesgado, conllevaba accidentes de los que se podría derivar esta caracterización. Parece ser que los herreos se tapaban un oo con un parche para protegerse, pero no eran tuertos en verdad.
Lo dejamos así para mirar algo más.

Ver más información en este artículo .

lunes, 6 de junio de 2022

AMORES Y TEMPESTADES (cont.) Henry Confesses His Love For Mary | Downton Abbey

Episodio 6. Temporada 6 6

Los Crawley deciden abrir al público durante unas horas Downtown Abbey como acto benéfico para recaudar fondos para el hospital.

 06/06/2022

    Como casi siempre de chiripa, andaba uno medio dormido en la sobremesa, y para cuando me medio espabilé, dejé puesta la uno, donde ponían desde hace un tiempo, Downtown Abbey, la clásica serie británica, ambientada en la alta sociedad inglesa de principios del siglo XX. Los diálogos, y todo, son muy británicos ellos, la flema, la discreción, el control de las emociones, es como una segunda piel. 

Un poco más allá de la mitad del capítulo, se produce la escena de la declaración de amor entre Lady Mary Crawley (Michelle Dockery), bella aristócrata, y Henry Talbot (Matthew Goode), joven apuesto pero sin el pedigrí social de la joven. El círculo de amigos mutuos acude a cenar a un restaurante elegantísimo.

Al terminar, parece haber un juego a ver quién acompaña a Lady Mary. Henry es quien con acierto consigue salir con ella a dar un paseo al anochecer, antes de volverse a casa.
    Así, juntos se les ve paseando bajo la noche por las empedradas calles empedradas de un Londres algo desangelado, iluminado por modestas farolas de una artificiosa luz. 
Hablan durante un rato, a Henry le gusta los coches, el marido de Lady Mary falleció en un accidente. Él la invita a unas carreras de coches próximamente. En eso, un chaparrón repentino (tan súbito que casi parece que arrojan un cubo de lluvia desde los laterales) los sorprende. En seguida correen entre risas a buscar refugio, 
y se guarecen rápidamente en la gruta-spelunca de Dido y Eneas, en una especie de pasadizo angosto y solitario, con entrada de bóveda, desde el que se ve la calle lluviosa.


En ese momento se miran, hay un instante en que se corta el aire, y Henry le da un beso apasionado.
Lady Mary, como es norma en el estilo de la serie, queda gratamente impresionada, pero en seguida verbaliza con sutileza lo que acaba de ocurrir. Es evidente, claro, que se siente atraída por el joven y se siente halagada, pero no responde con la misma pasión.

Como vemos, encontramos aquí una nueva variante del tema enamoramientos, tempestades y elipsis. Aquí es el inicio, el posible inicio de la relación, pues es claro que el asunto se va a demorar, no se sabe la respuesta de ella.

Por relacionarlo con el tema de “enamoramientos y tempestades”, podemos encontrar de nuevo este asunto temático con la escena entre Henry y Mary en este capítulo 6 de Downtown Abbey.

No hay elipsis los personajes, sobre todo ella, siguen hablando intentando que la pasión se racionalice y se calmen los sentimientos. Dejan para un siguiente encuentro el rumbo futuro que ha de tomar su posible relación.

- ¡Cielos, señor Talbot! ¿Esto es parte de su plan para convencerme? - pregunta retórica de ella después del apasionado beso. Talbot se sonríe ante la flemática salida de Mary.
- Mira, no tienes por qué venir -responde más tranquilo él-. Hay esposas de pilotos que no van …
- ¿Esposas?, exclama ella, sonriente ante el lapsus que acaba de tener Talbot.
Él se ríe al darse cuenta.
- ¡Jaja! Sólo quería decir que, hagamos lo que hagamos, no es parte de un plan.
- Pero -insiste ella halagada- ¿te gustaría que fuera a verte?
- Sí -responde Talbot-. Pero para estar cerca de ti.
- Henry - responde ella, ahora algo preocupada-, para serte sincera, esto va más deprisa de lo que imaginaba.
- Escucha… Sé que no soy lo que tú buscas… Pero eres la mujer de la que me estoy enamorando… -le confiesa sin poderlo evitar Henry- ¡Cielos! Lo he estropeado, ¿verdad?
- No -responde ella entre halagada y sutil-. Como argumento, resulta de lo más convincente.
- Gracias - responde algo resignado Henry.
Parece que el intenso momento ha cedido a una pausa. Juntos se giran y miran de nuevo a la calle. Mary con deseos de dejar el asunto por el momento, dice
- ¡No parece que vaya a dejar de llover!
- ¡No!
- ¿Echamos a correr?, propone divertida ella.
- Bueno, tú mandas.
Ella se sonríe, le gusta lo que le ha dicho, se cubre la cabeza con el tul y entre risas y carreras salen de aquel túnel y se meten en la calle que aún sigue barrida por el agua.

domingo, 5 de junio de 2022

La CONFESIÓN viral de RAFA NADAL previa a la FINAL de ROLAND GARROS | AS



EL ESCAFOIDES
hueso en forma de  (oide) barco (scafe, scafos) barco en griego. También llamado navicular.




ROLAND GARROS

Opinión

Aquiles en París

E.TORRES-DULCE
PREMIUM
Actualizado 
Nadal, durante el partido ante Zverev.
Nadal, durante el partido ante Zverev.MARTIN DIVISEKEFE

Primera parada Zverev. Segunda y última, la pista central de Roland Garros. Trece triunfos en la arcilla parisina; a un paso de la 14, como su amado Real Madrid, cerrado el infierno de Saint-DenisRafa Nadal no es un héroe, ni un superhéroe diseñado


LOS DURRELL EN CORFÚ... Y PANDORA (cont.)

LOS DURRELL, EPISODIO 6, TEMPORADA 1.

 Louise Durrell abre la gaveta en la casa

                                                                                          Pandora destapa la caja prohibida

No parecía raro el que uno, mientras veía el sexto capítulo de los Durrell, le viniera a la mente las imágenes, vistas en ocasiones, en cuadros y pinturas, del mito de Pandora.

La situación es la siguiente, aproximadamente:

Louise Durrell lleva ya bastantes años en soledad y echa de menos una compañía masculina a su lado. En esto encuentro a un rústico vecino, sueco, un tal Sven, con el que llega a intimar. Todo parece encaminado, después de un tiempo de dudas e indecisiones. Una de los días en los que ambos pasan la tarde en la casona de Sven, Louise se queda unos instantes sola en el salón, pues el sueco ha salido un instante En ese momento, su curiosidad innata, al decir de la tradición griega y actual todavía, la impulsa a curiosear por los muebles y estantes del salón. Y es en ese "instante Pandora", podríamos decir, en el que la historia da un vuelco…
Describimos la misma escena de nuevo:
Una tarde Louise y Sven pasan la tarde juntos en la choza-casona de Sven. La mujer se aburre enormemente mientras el sueco toca sin parar su inseparable acordeón, sin darse cuenta del tostón que éste supone para la Durrell.
Louise aprovecha que una oveja se ha metido en el salón en elque se encuentran para rogarle a Sven que se la lleve de allí. El sueco obedece con parsimonia, se quita el acordeón y arrastra a la oveja fuera de la casa, hacia el corral. Desde la sala Louise lo va viendo maniobrar.
Ella, con ese carácter femenino de arrojo e impulsividad, coge un cuchillo de cocina que está sobre la mesa, se levanta, se dirige donde Sven ha apoyado el instrumento y lo acuchilla sin piedad ni compasión de ningún tipo.

Se podría decir que este ajusticimiento del inocente acordeón es una premonición o adelanto, en clave simbólica, de la ruptura que se va a producir después, a lo largo del episodio.

Mientras Sven sigue en el corral, Louise, siguiendo el patrón tópico de la mujer, se dedidica a curiosear por la habitación.

Posa la mano en unos libros, sin decidirse a abrir ninguno.

Al lado de esa repisa se encuentra un mueble aparador. Algo indecisa por la indiscreción que va a cometer, la curiosidad obliga, coge el pomo de una gaveta e intenta abrirla.

La gaveta se abre al exterior sin esfuerzo y Louise curiosea lo que hay dentro, sin que nada le llame la atención mínimamente.

Pero, no contenta, como creyéramos, con esta inspección ocular e indiscreta aprovechando la salida de Sven, se dirige a la otra gaveta con la misma intención.

Sin embargo, al primer tirón, ésta se resiste y no cede. Está cerrada con llave, evidentemente. Y esto probablemente azuce más el atrevimiento y la curiosidad por su interior.

Mira en entonces por encima de la consola-aparador, y ve lo que estaba buscando: una caja pequeña y cuadrada.


La manipula y al abrirla, descubre un llavín en su interior. Ya lo tiene. Y Sven entretenido con los animales.

Inserta entonces la llave en la cerradura y abre la segunda gaveta o cajón. Rebusca, hay varias cosas, pero se fija en un sobre con algo dentro.


PANDORA ... EN CORFÚ.

Este episodio, que le vamos a hacer, junto con las imágenes que uno ha visto, nos devolvieron por unos breves momentos al conocido mito de Pandora y los males del mundo.

Pandora, la primera mujer creada por los dioses, es enviada como castigo a los hombres, que entonces solamente eran varones. Una vez en casa de Epimeteo, el semidiós a quien se la entregan, comete por su curiosidad, la inveterada y asignada cualidad de éstas, la curiosidad hace que una vez sola en el hogar, abre un pithos, ánfora, caja o lo que pudiera ser.
Es claro que el texto original dice pithos, pero la expresión caja ha pasado al léxico común.
Salen entonces todos los males, excepto la Esperanza, que cuenta el relato mítico.

Este fragmento del cuadro del pintor prerrafaelita Waterhouse (s. XIX) parece coincidir y repetir e inspirar, es un decir, las escenas de Louise en la casa de su pretendiente. La curiosa Pandora no puede resistir la curiosidad, lo mismo que Louise, y finalmente, destapa la caja o depósito que le habían advertido expresamente que no tocara. Los parecidos entre los actos de Pandora y Louise son más o menos visibles.

Es claro que el mismo simbolismo de la expresión “abrir la caja de Pandora” también es parejo, aunque en este caso no es la verdad mítico-cósmica de la existencia de la desgracia en el mundo, sino lo que afecta al liviano microcosmos de Louise Durrell y su felicidad.

A Louise Durrell, no en la dimensión cósmica y religiosa que le quiere dar Hesíodo, le ocurre lo mismo. Se queda sola por unos minutos, su talante despierto y vivaracho, su curiosidad femenina, la predispone a curiosear por el humilde hogar.

πρὶν μὲν γὰρ ζώεσκον ἐπὶ χθονὶ φῦλ᾽ ἀνθρώπων 90
νόσφιν ἄτερ τε κακῶν καὶ ἄτερ χαλεποῖο πόνοιο
νούσων τ᾽ ἀργαλέων, αἵ τ᾽ ἀνδράσι Κῆρας ἔδωκαν.
αἶψα γὰρ ἐν κακότητι βροτοὶ καταγηράσκουσιν.
ἀλλὰ γυνὴ χείρεσσι πίθου μέγα πῶμ᾽ ἀφελοῦσα
ἐσκέδασ᾽· ἀνθρώποισι δ᾽ ἐμήσατο κήδεα λυγρά. 95
μούνη δ᾽ αὐτόθι Ἐλπὶς ἐν ἀῤῥήκτοισι δόμοισιν
ἔνδον ἔμιμνε πίθου ὑπὸ χείλεσιν, οὐδὲ θύραζε
ἐξέπτη· πρόσθεν γὰρ ἐπέλλαβε πῶμα πίθοιο
αἰγιόχου βουλῇσι Διὸς νεφεληγερέταο.
 
Hesíodo, Trabajos y Días, 90 ss.

 Antes de aquel día, las generaciones de hombres vivían sobre la tierra exentas de males, y del rudo trabajo, y de las enfermedades crueles que acarrean la muerte a los hombres. Porque ahora los mortales envejecen entre miserias.

Y aquella mujer, levantando la tapa de un gran vaso que tenía en sus manos esparció sobre los hombres las miserias horribles. Únicamente la Esperanza quedó en el vaso, detenida en los bordes, y no echó a volar porque Pandora había vuelto a cerrar la tapa por orden de Zeus tempestuoso que amontona las nubes”.

Abre las gavetas de un mueble-consola, no un pithos o ánfora, o la “caja”, como Pandora. Y la historia de Louise Durrell da un giro, como la del mundo de los hombres cuando Pandora hizo algo parecido.

NOTA: ÁNFORA o CAJA: Ya es más o menos conocido (cf. Wikipedia) que la desgraciada caja de la joven no era una tal “caja”, πυξίς (pyxis), sino un ánfora o tinaja, πίθος (pithos), más lógico en la época de estos poemas. La confusión parece atribuible a Erasmo de Rotterdam, a una posible confusión con la historia de Eros y Psique. Desde entonces la expresión “caja de Pandora” se ha hecho habitual.




viernes, 3 de junio de 2022

ENAMORAMIENTOS Y TEMPESTADES: UN CALLEJÓN NEOYORQUINO POR GRUTA o SPELUNCA ÉPICA.

    Una nueva referencia que nos vino ayer a la mente, según terminábamos la de Match Point, siguiendo la relación entre encuuentros amososos bajo lluvias, temporales o tempestades. Seguimos, aunque ya tan lejano, el modelo que deja plasmado Virgilio en la Eneida, cuando une a la pareja de amantes, Dido y Eneas, en una gruta en la que encuentran refugio al empezar una tormenta.      






Interea magno misceri murmure caelum 
incipit, insequitur commixta grandine nimbus,
Dardaniusque nepos Veneris diuersa per agros
tecta metu petiere; ruunt de montibus amnes.
speluncam Dido dux et Troianus eandem
                                            deueniunt. prima et Tellus et pronuba Iuno
                                          dant signum; fulsere ignes et conscius aether
                                        conubiis summoque ulularunt uertice Nymphae.
                                            ille dies primus leti primusque malorum
causa fuit; ...


"... Entretanto el cielo de terrible rugido empieza a llenarse, sigue una tormenta mezclada con granizo y el séquito tirio, dispersado, y la juventud troyana y el dardanio nieto de Venus asustados buscaron los techos de todos los campos; ríos bajan corriendo del monte. A la misma gruta Dido y el caudillo troyano acuden. La Tierra, la primera, y Prónuba Juno dan la señal; brillaron los fuegos y cómplice el aire del casamiento en su alta cumbre ulularon las Ninfas. Aquél fue el primer día de la muerte y la causa primera de las desgracias;..."

    En esta clásica película de los años sesenta, Moon River, famosísima además por la balada que da nombre también a la película, la pareja protagonista se mueve entre el ambiente divertiddo y frívolo de Nueva York en los años sesenta. Él, Paul Varjak (George Peppard)es un escritor que trata de abrisrse camino en la profesión, ella, Holly Golightly (Audrey Hepburn), una joven bella y elegante, algo desorientada en la vida, que en ese ambiente no desdeña unirse a alguien con posibles y agradable que le solucione su desnortada vida.

La escena final del film, escena clímax en la que la pareja tiene que enfrentarse definitivamente a su futuro, transcurre en el interior de un taxi rumbo al aeropuerto.
    Holly-Hepburn ha terminado por ceder a su insustancial vida y cede a la tentación, se marcha rumbo a Brasil junto con un ricachón al que ha conocido en esas fiestas interminabes neoyorquinas.
    Paul-Peppard tiene los sentimientos más a flor de piel, y ha decidido que es lo que más vale en el mundo. Le confiesa de forma sincera sus sentimientos por ella, que los recibe de forma frívola y con aparete indiferencia.
    Para mostrar esa aparente dureza de piel sin sentimientos, su fingido y falso sentimiento de libertad, ordena al taxista (siempre hay un taxista en estos escenas) que se detenga en medio de la calle.
    Afuera arrecia, como deciamos, arrecia la lluvia, que cae a cántaros y con profusión contra el asfalto y repiquetea sobre la chapa amarilla del taxi.
    Sin que Paul sepa qué va a hacer, Holly coge al gato, animalito que ha estado presente en todo el film, haciendo compañía o sirviendo a veces de referencia, lo coge en sus manos y abriendo la puerta, intenta hacerlo salir.
    - Yo soy libre, entiendes, libre. No quiero ataduras. Anda, gato (curioso que no tenga ni     nombre la mascota felina), sal, márchate, dice aproximadamente,
    El gato se resiste, el aluvión de agua no es para menos, hasta que finalmente ella lo empuja fuera dl taxi. El gato, empapado, se queda mirándolos con extrañez apoyada su carra entre los barrotes de una verja,.
    El taxi sigue su camino adelante.
    Paul-Peppard parece haber descubierto que la chica no es definitivamente lo que él creía. Con manifiesta irritación, vuelve a pedirle al taxista que se detenga y saca con claro desdén dinero para pagar lo que sería su parte del trayecto. Hasta aquí hemos llegado juntos, parece decir.
    El taxi se detiene y esta vez es él quien se apea. Antes le regala con una declaración de principios sobre la integridad y el destino de las personas, bajo el fondo de la lluvia estrepitosa. No hay banda sonora acompañando a estos momentos.
    - Eres una cobarde. No tienes agallas. Te da miedo decir: "Vale, la vida es real". La gente se     enamora ..., le dice y le repite.

    Mientras tanto, ella fuma ajena y fingiendo indiferencia ante el torrente de verdades más o menos ciertas, que se suman al aguacero que repiquetea en el taxi. 

    Finalmente, Paul está tan airado y al tiempo inspirado, que la joven empieza mostrar sus ojos enrojecidos y a punto de llorar.

    Cuando termina de despedirse, le lanza un anillo de compromiso que tenía. Toma, lo he llevado conmigo desde hace tiempo. Entonces Holly se queda sola en el taxi, maneja torpemente con el anillo y le sobrevienen las lágrimas.


La música aumenta la situación dramática, siempre econ el ruido del agua cayendo sobre los charcos rítmicamente.

La lluvia sigue cayendo a torrentes sobre la calle y se empapa totalmente de ella. Va hacia atrás, adonde supone que ha quedado el felino desangelado y solo.

La emoción sentida es tan fuerte que, de pronto, la chica abandona toda la pose y el fingimiento, y entre lágrimas, se abalanza fuera también fuera del taxi y en medio del aguacero que no cesa.

                                   

Corre sin imprtarle la lluvia, a su lado los paseantes circulan bien pertechados con impermeables y paraguas, peo ella no, avanza corriendo con la cara descubierta por la que corren a raudales las gotas fluidas de agua y su pelo completamente mojado.

Llega al callejón donde el Paul esta llamando al gato, y lo mira con tristeza.

    Sin decirse nada, solo mirándose, Holly le pregunta dónde puede estar el gato. Paul-Peppard le dice que no sabe, y ella se adentra decidida en el callejón con barriles metálicos a llamarlo y buscarlo. La música de fondo adquiere tintes dramáticos, pero la lluvia cae y se la oye dominándolo todo. Ella se ha empapado completamente, pero la ansiedad es tan grande que parece indiferente al agua.
    Lo que le importa cada vez más es volver a encontra al gato, en realidad. Aunque es claro que el minino es una referencia por otras cosas.
    Los gritos de ella en el fondo de la calleja, entre cajas abandonadas de madera, revelan la ansiedad y la desesperación por el dicho animalito.
    La frustración se refleja en su rostro al no encontrarlo.

    Cuando vencida y desanimada se da la vuelta y se encamina de nuevo hacia la salida del callejón, donde Paul, a posta, se ha quedado detenido sin contribuir a la búsqueda gatuna. Algo le dice que es un hecho totalmente íntimo que le afecta exclusivamente a ella. Sus miradas se encuentran, la de él tranquila, la de ella como de desvalimiento y tristeza.


La lluvia sigue cayendo y rebotando. Y la música entonces se sobrepone y enmarca la escena con los compases archifamosos de la canción, cuando es el momento en el que se oye el maullido del lindo gatito, que por fin ha reaparecido guarecido en una de las cajas.

Ella va a por él, que se refugia en la caja, pero ella alarga el brazo y lo saca de allí mientras aquel no deja de maullar, la música de Mancini redobla la melodía y los goterones de lluvia no cesan en su repiquetear en su goteo irregular.

    Abraza al gato como, ciertamente, se abrazara a ella misma, tanto tiempo perdida y errabunda en no sé sabe que mundos frívolos y huidizos de su persona. Empieza, rompe a llorar con desesperación, como si abrazara a un viejo amigo al que había dado por perdido. Y todo esto ante la mirada ahora comprensiva de Peppard, empapado también él. Por detrás siguen pasando viandantes con amplios y protectores paraguas, y un ambiente ciertamente nuboso.

    Con la misma expresión de desvalimiento con la que empezó en la escena, por fin se levanta, envuelve al gato, ignorante el minino de lo que se está cociendo en torno a él. Lo cubre, es verdad que en vano, pues bastante que empapados están desde hace ya un buen rato. Y finalmente con una sonrisa liberada, sencilla, y franca, la música y la lluvia redoblando las emociones, es cuando el coro, hasta ahora en silencio, tararea la melodía y el estribillo.

 

    Holly llega hasta Paul con el gato. Él, como si la lluvia y los goterones no se deslizaran por toda su ropa como gárgolas desbocadas, la espera con las manos en los bolsillos. Está esperando claramente una respuesta a aquell proposición seria que le había lanzado en el taxi, aunque cree que la partida está ganada.

    El rostro de ella lo mira entonces con esa mirada de desvalimiento, como si ella fuera el mismo gato perdido, empapado y desvalido, buscando donde acogerse, casi suplicando. Ya no es aquella Holly fría e indiferente que el taxi conducía rumbo a Brasil, sino otra más auténtica, pidiendo ser querida, recibida con amor y cariño.

El coro tararea de nuevo la melodía mientras los tres protagonistas, Peppard, Hepburn y el gato estrujado en medio, se abrazan con pasión y cariño, bajo la cortina, siempre presentes, de gotas incesantes de la lluvia, a las cuales la pareja de amantes, y el gato, son talmente indiferentes.


La lluvia arrecia, los viandantes siguen aferrados a sus paraguas, pero el trío se ha reencontrado a sí mismo. Sobre el plano de fondo que los muestra contra la calle inundada de agua, sonríe, él más o menos seguro, ella Holly como si acabara d renacer, y acaricia de nuevo al gato, que es ellos mismos, su amor, ella, todo.


    Y el filme, en medio de esa emotiva escena, en la que los protagonistas se juran, sin palabras, gato mediante, amor eterno, nos muestra un plano largo donde los amantes Holly y Paul se funden en un largo y empapado beso, mientras por la calle se cruzan dos viandantes con sus respectivos paraguas. La música entona a coro el Moon River de Mancini, y el ritmo regular e incesante de la lluvia sigue omnímodo cayendo sobre ellos.