FIN DEL CUENTO DE HADAS. CONCLUSIÓN.
Hemos
añadido a los comentarios y observaciones sobre la expedición de la vespa un
mapa de Googlemymaps donde se han fijado los lugares de la ruta
vespasiana, junto con una imagen identificativa de la escena.
Se puede
apreciar, solamente con mirar el mapa a simple vista, cómo la aventura ciclomotórica
se produce en lo que abarca la Roma clásica, es decir, el centro
histórico y monumental de la capital romana. Ya comentamos que, junto con todos
sus edificios populares, magníficos y conocidos, en este episodio del film, el
de la excursión vespasiana, destacan sobre todos los edificios de la Roma Imperial.
En verdad que
el director podría haber buscado potras ubicaciones, pero ha optado por esta
imagen clásica e idealizada de la ciudad Eterna.
Ya comentamos
el artículo de la profesora Pedraza, donde Roma no es sólo una, y el cine ha
reflejado muy bien esta diversidad a lo largo de los años y corrientes
cinematográficas distintas y casi dispares y total y provocadoramente opuesta
en ocasiones. No hay más que comparar la Roma neorrealista del Ladrón de
bicicletas, de V. de Sica, mísera, triste y sórdida, con la del film
que comentamos.
Para
finalizar, hemos de hacer una recopilación de lo que hemos visto en el film en
relación con el mundo clásico. Ya comentamos que, a pesar de que la
arquitectura clásica es el marco elegido para este cuento de hadas, el de
Bradley-Peck y Anna-Hepburn, no se hace ni dispone en absoluto de un uso
cultural y artístico, y que pudiera interactuar con la historia del film.
Salvo en un
caso, creemos. La escena en la que la Roma clásica cobra vida es ante la Boca
de la Verdad. Allí, en el antiguo y no nombrado Foro Boario, ante los templos
de Portunus y de Hércules Vítor, la escena de la Boca se incluye en la historia
y juega con riqueza en el film, creemos.
Y lo hace,
además, de forma decisiva, en absoluto es un momento menor del film.
Pues en esa
escena hay un juego de espejos, por medio de esa máscara tragicómica de
la Boca, donde el film se ve reflejado en ella misma, la boca es una máscara
grotesca dentro de otra máscara, que es el propio film; los personajes, a
su vez actúan bajo personalidades falsas, son actores que actúan dentro del
film, bajo la máscara de casa uno, y que se vienen a reflejar en esa gran
máscara que es la Boca.
Es en ese
momento cuando se inicia el retorno de la historia a sus orígenes verdaderos,
cuando comienza a vislumbrarse la falsa que ambos protagonistas están
representando. Es casi un momento de reconocimiento o anagnóresis,
aunque muy peculiar.
Creemos
que la presencia clásica en el film, pese a mostrarse casi como un decorado mudo
y casi desapercibido que es, ante el que la joven pareja circula alocada y
divertida, y manifiesta un total y feliz desdén por aquellas majestuosidades, a
pesar de esto, y por ello precisamente, sirve de contraste y reflejo
a la ligera comedia que se ofrece sobre un fondo severo, grave, mudo e
inmutable.
Contra las
piedras del Coliseo, circulando frente a los arcos del Teatro Marcelo,
danzando a los pies del Mausoleo de Adriano, la pareja Bradley-Anna se
divierten, viven y disfrutan del amor y la vida, de un modo felizmente
inconsciente, tal y como ya pregonaron los propios autores clásicos, los
autores latinos, en sus poemas y canciones.
Ignorantes casi a posta del inmutable paso del tiempo inmemorial, que las piedras que los acompañan como marco parecen repetirles a gritos continuamente, ellos circulan veloces en la vespa, ciclomotor émulo y transformación de las mismísimas alas de Eros-Cupido, ligeros, livianos y dueños en ese momento del tiempo circulan eternamente, repitiéndose sin decirlo en palabras, no las hay, en sus gestos y sentimientos, silentemente, carpe diem, tempus fugit, …
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