sábado, 1 de diciembre de 2018

EDIPO Y ANTÍGONA EN ESENCIA DE MUJER

       Esencia de mujer es una película que tuvo un gran de crítica y público, allá por los años ochenta, y contribuyó si cabe a reforzar la gran carrera artística de una actor de la altura de Al Pacino.

     Como se sabe, la película cuenta lo que transcurre en un fin de semana y la mañana de un lunes.

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    El tiempo, como se ve, es bien utilizado, porque marca un límite temporal a las acciones y sucesos que tiene su resolución final ya marcada.

     En el inicio del fin de semana, un joven estudiante acepta una oferta de cuidar a un militar jublado antes de tiempo a causa de un accidente que le deja ciego. De resultas de lo cual su carácter revela un amargamiento y una conducta antisocial acia el mundo que le rodea.
Sin embargo, el militar tiene un plan para este fin de semana ajeno a lo que su hija y su familia, que aprovechan esos días para salir de casa, cree: viajar a Nueva York y disfrutar del fin de semana por todo lo alto. El joven estudiante se ve arrastrado por el militar muy a su pesar.



   




EDIPO, UN MILITAR CIEGO: como el desgraciado héroe clásico, el teniente Slade (A. Pacino) es ciego, con la carga de cierta capacidad adivina de las cosas: esto es, es tal su afán por las mujeres que sólo con oler e identificar el perfume que llevan, en lo que es un verdadero profesional, ya conoces la altura, el color del pelo, el rostro de la mujer que lo lleva.
Del mismo modo, y gracias también a su madurez, es capaz de adivinar y profetizar lo que le va a suceder a su joven lazarillo, su particular Antígona, en este caso un joven Chris O´Donnel, envuelto en un problema colegial ante el cual tiene un dilema: delatar a los causantes de una gamberrada en el mismo colegio o perder su beca, debido a su condición humilde.

ANTÍGONA-CHARLIE SIMMS: evidentemente sin llegar a las alturas trágicas del drama griego, pero drama, al fin y al cabo, en sus límites más modestos, Charlie Simms (O´Donnell) debe decidir entre obedecer a las leyes de Creonte, en este caso la institución del ilustre colegio en el que estudia, o ser fieles a esas normas no escritas ni de la ciudad, las de la sociedad, la no delación entre compañeros ("... tenía la forma de cualquier estudiante...", es lo más que dice Carlie en el juicio final). Como con la eroína Antígona, Simms opta por defender a sus colegas, aunque no se identifica con ellos por razones de status y carácter, antes que obedecer las del amenazante Creonte, aquí representado por el director del colegio, que debe de solucionar la gamberrada que amenaza con acer perder la categoría y el prestigio de su institución.

EL LAZARILLO: como Antígona, Charlie Simms hace de lazarillo de un ciego, un invidente amargado y repudiado en cierta manera por la sociedad. Si bien es cierto que convive con la familia de su hija, casada y con dos niños pequeños, su existencia parece más bien aber caído en el olvido y la marginación.
LA HAMARTÍA, EL ERROR: Esto se comprueba cuando sale de la casa, lo que podría ser su refugio, y va a la ciudad, al mundo, a Nueva York. Ilustrativa de su marginación es la cena el Día de Acción de Gracias en casa de su hermano. Allí se muestra procaz y deslenguada ante la familia de su hermano mayor y de sus sobrinos, mayores y casados. El mayor de estos se le enfrenta abiertamente y en un flash back, una digna rhesis del mensajero, cuenta la razón de su ceguera y de su actual misantropía. Un error, volvemos a la amartía griega, un simple y tonto error provocó la ceguera del propio teniente en unas prácticas. Al menos, se consuela Slade, no perjudicó a nadie más, ni siquiera a la persona que estaba con él en aquellos momentos.

LA CEGUERA: como a edipo, quizás a Frank Slade le perdió la soberbia, la falsa confianza, el saberse en lo más alto (él había estado en la toma de posesión del presidente de los EEUU en esos momentos, L.B. Johnson, como repite de vez en cuando para reafirmar su antigua grandeza). La ceguera no le a dado el don de la profecía (algo sí, y es lo que importa, en la película, sobre todo en relación con Charlie y su problema, en su educación

LA EDUCACIÓN DE CHARLIE SIMMS: después de los primeros encontronazos, en algún momento Slade se comporta como si fuera a adoptar al joven Simms. En un momento se lo plantea, si quiere que lo adopte. Simms, como otros héroes populares, no a tenido una infancia feliz. De su padre verdadero no sabemos, su madre lo a abandonado y ha convivido todos estos años con su padrastro, con el que no se lleva bien. Al final tiene que admitir que es un g... Así pues, como otros héroes populares, de leyenda y míticos, Simms va a recibir cierta educación, abrupta y drástica, es verdad, como lo es el paso de la juventud a la madurez, de manos de este militar que parece un basilisco, de este centauro Quirón que como método didáctico utliza el insulto, la obediencia ciega y la brusquedad. "¡Madura!" le grita en un momento, "¡Madura, Charlie!"  

EL JOVEN ADULTO: Charlie Simms, en este caso, aparece como el joven en apariencia simple e ingenuo, que debe aceptar lo que le van mandando, hasta ir resurgiendo a partir de determinado momento como el adulto fuerte y con conciencia interior que es, y que en el momento cumbre se desvela como el palo al que agarrarse un desesperazado Slade.

LA DESESPERANZA: la de Slade no estaba en Eduipo. Edipo se ciega adrede y no se suicida para sufrir en vida el tormento y el castigo a sus errores. Slade, en cambio, está viviendo aparentemente sin esa angustia. Sin embargo, en un determinado momento sale a flote todo ese dolor, ese sufrimiento, como dice Simms, y quiere acabar con su vida. No soporta, como el héroe griego, la vida con ese sufrimiento. En ese sentido, la altura del héroe griego es mayor, la aparente desenvoltura primera con la que se nos presenta Slade, esa misantropia hacia lo que le rodea enmpezando por su hinja y su familia, no es sino una fachue encubre el dolor y el sufrimiento qye lleva arrastrando todos estos añis por culpa de su error.
"¡Se equivocó! ¡Y qué! ¡Todos lo hacemos!", le grita Simms en un momento crítico, buscando la forma de calmar el ansia suicida de Slade. Edipo ya ha encontrado la solución 
a su error, cegarse y vivir con el dolor. Slade no puede soprtralo.
Sin emabrgo, hay algo que le ata a la vida, de lo que no sabemos en el caso de Edipo, y son las mujeres. En su ceguera, y como el griego, que adquiere una aureola de santidad por la cual todas las ciudades se disputan alojarlo, Slade ejerce su videncia a través del olfato. Por las esencias odoríferas que usan las féminas, es capaz de visualizarlas, identificarlas, sentirse seducido por ellas y atraido de nuevo a la vida.
La otra pasión, amucha distancia, son los coches. En otra prueba de capacidad adicvinatoria, conduce un Ferrarri a toda velocidad por la ribera del río udson, a la vista de uno de los puentes neoyorquinos, el de Brooklyn quizás, totalmente a ciegas, hasta que un coche policía los para y acaba ahí esa última carrera.

EL JUICIO FINAL:  como una buena muestra de que todavía estamos en el ágora ateniense del s. V aC:, aquel en el que se disputaban bullliciosos juicios y debates, y la gente los seguía con fruición, la escena final es un juicio parecido. Allí no hay leyes o reglamentos claros que haya que cumplir, sino dos legalidades, la del colegio como institución y la de los jóvenes estudiantes. 
En un emotivo y persuasivo discurso final, Frank Slade convence al tribunal popular y a todo el público allí reunido, y logra que su hijo adoptivo resulte absuelto. 
No ocurre así en la tragedia, pues de haber seguido su guía, Simms hubiera perdido el juicio, sería expulsado de la institución colegial y, como los griegos, vagaría, quién sabe si también acompañado por el exmilitar, por el mundo desolados y marginados definitivamente.
Por contra, el film tiene un happy end, y no un deus, sino, como no, una dea desciende de los cielos, una dea ex machina se le aparece a Slade a la salida del juicio en el colegio. Es guapa, pelirroja, de ojos castaños, bonita sonrisa, cosas que sabe Slade por su perfume. a su vez, esta mujer, profesora del colegio, se siente visiblemte impresionada por la personalidad del militar, y entre ambos quedan para una futura reunión. 
Este final final se une a la famosa escena del tango bailado entre Al Pacino y laermosa chica, todo un momento de elegancia y gusto por la vida.

Discurso de Al Pacino (película Esencia de mujer)

Tango esencia de mujer

Luciano Pavarotti & Barry White