miércoles, 31 de agosto de 2022

DIONISOS PRESLEY: ELVIS (2022), Y LAS BACANTES, de EURÍPIDES.

DIONISOS PRESLEY:
ELVIS (2022) Y LAS BACANTES DE EURÍPIDES.

 La recién estrenada Elvis (2022), relata la historia, un biopic, como se les suele llamar, de la gran estrella de la música e icono social de la sociedad norteamericana Elvis Presley. 

Al parecer, ya se han hecho en otra ocasión alguna película sobre su vida.

El enfoque de esta nueva versión, sin embargo, y para uno que no sabía apenas nada, es atractivo y revelador.

Algunos hechos que desconocíamos cobran un protagonismo absoluto en el film y en la vida del cantante.

Su atrevimiento y revolución, la de tomar la música de los negros, el rhytmn and blues, y asumirlo como la nueva música, sin prejuicios en la clasista sociedad de entonces, da una verdadera dimensión de la revolución que significó la estrella.

Además, como una sombra que siempre revolotea sobre el genio, físicamente incluso con perfiles serpentinos y maléficos, se alza la figura de su parece que cruel manager, el tal Coronel Tom Parker. El film parece acentuar en sus rasgos físicos la catadura moral del tal personaje.

Con esto elementos, más otros más, la película adquiere tintes casi de tragedia clásica.

De hecho, a poco que reparemos en ellos, veremos algunos elementos que la emparejan, mutatis mutandis, con la tragedia. Y, más en concreto, con una obra como Las Bacantes, última de las obras escritas y conservadas del tragediógrafo Eurípides.

Comentaremos algunas de estas cosas que emparejan a Elvis con la tragedia y las Bacantes de Eurípides, de forma puntual y somera, con más de elucubraciones que otra cosa.

 El tráiler de la película se puede ver aquí: https://www.youtube.com/watch?v=HOAj7xO1zDI

LA INICIACIÓN MUSICAL DE ELVIS: LOS MISTERIOS DIONISÍACOS. 

En las primeras escenas de la película, es decir, cuando se empieza a contar los antecedentes de la biografía de Elvis, se retrotrae el film a la adolescencia de Elvis. Por motivos económicos, se traslada n a vivir a un barrio pobre, es decir, pobre y de negros. Allí se le ve correteando y curioseando con otros chiquillos negritos. En un momento, se le ve mirando por el agujero de una cabaña, donde un misterioso guitarrista se desagarra cantando una música que le parece salida del fondo de su ser. El chiquillo Elvis queda impresionado.

Pero eso no sería todo. Inmediatamente, aburridos, los chiquillos y Elvis salen corriendo por el descampado hacia una carpa sucia que se levanta en él.

Dentro están celebrando una misa con cantos y góspel, la tradicional entre la comunidad negra. Elvis, como el joven poeta Hesíodo, queda prendado de todo ello, entra como en éxtasis una luz que se filtra entre las lonas y parece bañarlo completamente, y se siente trotalmente transido por aquel espectáculo, aquella música que va más allá de lo meramente sensorial y musical.

Es la escena del contacto con las musas que recibe Hesiodo en lo alto de las cumbres del monte Helicón.




El joven Elvis entre en contacto de golpe en contacto con la furia del dios, de la fuerza de la música. En el film se muestra cómo se queda transido totalmente e imbuido de la fuerza y el misterio divino. Lo presenta a modo de iniciación esotérica, chamánica, primitiva y comunal.

Tal como la representan, parece una ceremonia mistérica de la Grecia Clásica, solamente los iniciados. Misteriosos, enigmáticos, de unos ritos antiguos de los que no se sabe mucho. Implicaban, eso sí, una adhesión completa al ritual, tal como aparece el niño Elvis en el film.

Es decir, más que el primer y fascinante contacto con las musas heliconias del poeta Hesíodo, el contacto primero con la música, la música espiritual negra, convertida en una fuerza más que divina y que se apodera del alma y el ser del niño Elvis, semeja más ...   

EL HOMBRE, JUGUETE DE LAS DIVINIDADES. 

En el mundo homérico, no hay religión a la manera cristiana, los dioses andan a sus preocupaciones, sin preocuparles en general el mundo de los mortales.

Elvis, a la postre, es víctima de todo aquel mundo en el que se ha convertido su trayectoria musical y comercial.

Quien mejor representa ese mundo ajeno a él, que lo manipula como los dioses homéricos, aquí además malévola y cruelmente, son las conversaciones entre el coronel y los magnantes del Hotel Internacional de Las Vegas. Allí tendrá que actuar durante cinco años ininterrumpidas, frustrada sus proyección internacional de giras a otros países.

Por una razón o por otras, las deudas del personaje, recluyen a Elvis para que toque invariablemente todos los años en el gran hotel de las Vegas.

De hecho, el cantante, sometido a un estrés insoportable, se hunde físicamente. Se llega a desmayar rumbo a una actuación. El coronel es implacable, que este hombre se suba al escenario, sea como sea. Haga lo que tenga que hacer, doctor.

Y a continuación, la imagen enfoca una jeringuilla letal de la que brotan unas gotas que suponemos reactivarán, y dañarán, al héroe aniquilado en el suelo del pasillo.

Como los personajes  homéricos, el cantante se convierte casi en un pelele, un muñeco a merced de los dioses. Estos dioses, mezquinos, son el Dinero, el Poder, la Codicia de su representante, …

Pero esto que plasma el film, no sabemos con qué porcentajes de veracidad, ha sido lo que ha venido ocurriendo desde entonces en la sociedad del espectáculo. La misma industria crea y fomenta a unos personajes, los eleva a condición de héroes o mitos, para acabar luego devorándolos y haciéndolos desaparecer de la forma más monstruosa a cómo han surgido. 

LAS MÉNADES EN EEUU.

 


    

Especialmente, como en Las Bacantes y en las esculturas y representaciones de la época, las jóvenes féminas son las que expresan y viven con mayor entusiasmo y pasión este nuevo sentimiento que les transita el dios.

Esculturas de las ménades o bacantes, de aspecto alocado y en éxtasis y frenesí, se hayan representadas en todo el mundo griego.

Del mismo modo, en la película se cuidan muy mucho de exhibir especialmente a las chicas jóvenes, adolescentes, en situación de éxtasis.

Así se ve en el primer concierto que da Elvis. De una expresión aburrida y consolada que expresan los pases musicales del country de la mano de Hank Snow, se pasa a una especie de emoción contenida al tiempo que Elvis comienza su concierto y sus contoneos.

La emoción por fin estalla. Prácticamente sin que ellas, las chicas, puedan evitarlo, desde dentro exhalan los primeros gritos, gritos verdaderos, de pasión incontenible, ante la mirada atónita de sus compañeros masculinos.

De los gritos y balbuceos, otras se pasan al llanto irreprimible, no pueden soportar tanta pasión.

Esto lo muestra bien la película, y podría tener su equivalencia es unas esculturas clásicas y helenísticas.

El fenómeno de las fans como consecuencia y herederas de estas ménades del frenesí báquico, no ha dejado de ser una constante que ha acompañado a la música popular de todo el siglo XX y el XXI que llevamos.   

AMBIGUO DIONiSOS, AMBIGUO ELVIS.

    En verdad que leyendo por encima la introducción de la edición de las tragedias de Eurípides en Gredos, no puedo uno por menos que asombrarse por el parecido que dibuja el personaje de Elvis en la película y su referente divino, el Dionisos heleno.

    Sin ir más lejos, en esta introducción se entresaca una frase de W. Otto, gran estudioso de la figura divina. Viene a rematar que la figura de Dionisos es ambigüa en todos los aspectos. Refleja además los conflictos insertos en la sociedad griega. Y en el summum, sitúa la ambigüedad existencial, digamos: al mismo tiempo que divinidad del entusiasmo y la exaltación del ser, irremediablemente unido a ésta conlleva dramáticamente la de la autodestrucción y la locura del individuo.

    En una de las escenas de la película, casi llegando al final, Elvis quiere separarse definitivamente del Coronel. El manager, astuto, codicioso y falaz hasta lo más insospechadamente despreciable, viene a ser su avatar destructivo. Por eso le dice, tú y yo somos el mismo. 

    Está identificando los dos principios, uno, el del arte, la creación artística, el propio de Elvis, y dos, el de la destrucción y la locura, las drogas, representado por la otra cara de la estrella, el Coronel.


Aunque esto no deja de ser más que una elucubración. La verdad es que, si las cosas ocurrieron tal como las muestra el film, el manager exprimió sin compasión la capacidad de su “chico”.

En el momento que surge Elvis y la nueva música en el mundo blanco americano, fusión del country tradicional con el rhythm and blues del mundo negro, explota el conflicto de oposiciones latentes en la sociedad establemente burguesa.

Este se manifiesta, en la película, siempre en la película, en el ambiente femenino mayoritariamente. Su tradicional posición secundaria en la sociedad tradicional da un giro ante las expectativas tan radicales que ofrece el nuevo estilo de vida musical, y de costumbres que conlleva la nueva música. 

Igual ocurre en Bacantes. Como igual ocurre en la religión dionisíaca. Las sospechas de la sociedad de que aquellos ritos nuevos, protagonizados también por mujeres, terminaban convirtiéndose en orgías y lujuria sexual.

Ídem de lo que se ve en la película. Cuando a Elvis se lo lleva la policía del escenario en un concierto de su primera etapa, las acusaciones de las autoridades locales, en el sur estadounidense, son las mismas. El extraordinario cantor incita a la lujuria y la perversión.

Es decir, tal y como la sociedad helena se escandalizaba de aquello que pudieran estar haciendo las féminas, cuando acudían atraídas incontenibles a las fiestas dionisíacas, alejadas de la polis, en los montes griegos.

Lo mismo que la nueva religión en tiempos helenos, la nueva música atenta sobre todo contra la moral, y esto conlleva una reacción sobreprotectora de la institución familiar sobre sus jóvenes hijas.

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