EN LA ALGARADA DEL DOS DE MAYO.
El Dos de Mayo, en torno a la artillería del antiguo cuartel de Monteleón,
hoy plaza de Malasaña, donde Galdós relata los sucesos principales. Joaquín Sorolla
La acción se sigue desarrollando en torno a los persistentes intentos de Gabriel de liberar a su amada y escapar de aquellos rapaces familiares, los Requejo. Pero en su entorno, en el Madrid en ebullición, con las sospechas de la marcha de los reyes, la llegada y ocupación supuestamente amistosa de los militares franceses de Napoleón, la historia amorosa se verá arrastrada por los trágicos acontecimientos que ocurrirán en el alzamiento del dos de mayo. En ese día confluirá todo, la historia de Gabriel e Inés, y la algarada del pueblo de Madrid contra los franceses.
De paso, en esos días había llegado también a Madrid el cura don Celestino, tío de Inés y con quien había estado hasta que es llevada por los Requejos. El pater, algo mojigato y bonachón cura de pueblo, se verá enardecido por los acontecimientos de ese día, y se transformará súbitamente en un fiero arengador de las masas contra la ocupación francesa.
PRIMER MOMENTO: EL PADRE CELESTINO ENTONA EL PEÁN Παιάν DE ESQUILO EN LOS PERSAS:
El pater, a fuerza de visiones del horror de aquel 2 de mayo, va perdiendo de golpe su caritativa y piadosa alma cristiana. Hasta tal punto que abandona su voto de misericordia y pide con urgencia un arma ... dejadme tomar un fusil ... para enfilar y enfrentar a los crueles y sanguinolentos franceses.
"... Parece que hasta los muertos hablan, lanzando de sus bocas exclamaciones furiosas… ¡Oh!, yo tiemblo, sostenedme; no, dejadme tomar un fusil, lo tomaré yo.
Y, ardiendo en furor patrio y épico, anima a todos, incluso a la joven Inés, a ofrecer sus vidas en el fragor de la lucha callejera.
Gabriel, caballero, y tú también, Inés; vamos todos a la calle, a la calle. ¿Oís? Aquí llegan las vociferaciones de los franceses. Su artillería avanza. ¡Ah!, perros: todavía somos suficientes, aunque pocos..."
El pater, horrorizado y enardecido al mismo tiempo, entona estas palabras como el peán Παιάν de los helenos en Salamina.
… ¿Queréis a España, queréis este suelo? ¿Queréis nuestras casas, nuestras iglesias, nuestros reyes, nuestros santos? Pues ahí está, ahí está dentro de esos cañones lo que queréis. Acercaos…"
El peán de los helenos en Salamina, ante la flota naval persa, en la tragedia enaltecedora y apasionada Los Persas, de Esquilo, es del mismo tenor que lo que vocifera el pater, y es como para helar la sangre a los que se enfrentan:
«Id, hijos de los helenos, 400
libertad a la patria, libertad
a los hijos, a las mujeres, a los santuarios de los dioses patrios
y a las tumbas de los antepasados; la lucha ahora es en defensa de todo esto.»
Ὦ παῖδες Ἑλλήνων, ἴτε,
ἐλευθεροῦτε πατρίδ᾽, ἐλευθεροῦτε δὲ
παῖδας, γυναῖκας, θεῶν τε πατρῴων ἕδη,
θήκας τε προγόνων· νῦν ὑπὲρ πάντων ἀγών.
Las "... nuestras casas, nuestras iglesias, nuestros reyes, nuestros santos ...", del pater Celestino vienen a ser el referente del peán de los helenos, "... libertad a la patria, ... a los hijos, a las mujeres, a los santuarios de los dioses patrios y a las tumbas de los antepasados;...
Bueno, si hay que decir algo, es que precisamente las mujeres en el 2 de mayo de Galdós, y, ya sabido, en la realidad histórica (Manuela Malasaña, Clara del Rey, …), mujeres ardorosas en valor y que se rompen la vida en la refriega, tienen su retrato en la narración.
La arrojada y lenguaraz Primorosa, junto con otras que aparecen en escena, no las tienen que mencionar Galdós en la proclama de don Celestino. Éste invoca a la propia Inés a la lucha, “ … Gabriel, caballero, y tú también, Inés; vamos todos a la calle, a la calle. ¿Oís?...”. Las mujeres mismas lideraron y dieron su vida aquel día de mayo en las calles de Madrid.
Esquilo, en cambio, sí las debe citar en su invocación, “... libertad a la patria, ... a los hijos, a las mujeres, …”, pues las falanges de hoplitas y la flota helena en Salamina estaba formada exclusivamente por guerreros.
2 de mayo de 1808. Paisanos matando a un jinete francés.
Eugenio Lucas Velázquez. Museo de Bellas Artes de Budapest.
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