domingo, 10 de marzo de 2024

¿PUEDO PINTARTE LOS DEDOS DE LOS PIES? EL INFORME PELÍCANO (1992), LOS BÚFALOS DE DURHAM (1988).

 EL INFORME PELÍCANO, JOHN GRISHAM, LA EROTOMANÍA PEDESTRE.


El informe Pelícano, exitosa novela del todavía desconocido John Grisham, es un thriller policíaco-judicial, como las otras novelas en la que se ha especializado este conocido autor.



Brevemente, la novela, y el film, comienza con el misterioso asesinarto de nada menos que dos jueces del Tribunal Supremo de los EEUU. Nadie sabe nada, pasan los días y crece la incertidumbre. En Nueva Orleans, un popular y bohemio catedrático de Derecho Constitucional, T. Callahan, está liado con una de sus, aventajada por más señas, alumnas de su clase, Darby (J. Roberts). Impresionados por el suceso, Callahan era un seguidor de uno de los jueces, y queriendo encontrar una explicación, Darby se  desentiende de su pareja y de todo, y se enfrasca en la biblioteca y los archivos, buscando una causa para los atentados.

Esto deja a Callaghan al borde de la desesperación, tantos días sin saber de ella. Cuando por fin se reencuentra en el apartamento de ella, deseoso de trato amoroso, empiezan un flirteo amoroso que, como curiosidad, deja una señal simbólica en la parte corporal de los pies, como ya se ha visto.

Las reticencias de ella para entrar en el trato carnal que el catedrático desesperadamente persigue, hace que éste desvíe la atención, de modo subsidiario, a esa parte corporal. ¿Puedo pintarte los dedos de los pies?, le dice suplicante, privado del contacto amoroso del que ha sido privado en estos pocos días que a él le han parecido una eternidad. 


… Darby bebía despacio y le observaba. La música era suave y la luz tenue.

—Empiezo a sentirme alegre —dijo.

—Ésta es más o menos tu medida. Un par de copas y pierdes el mundo de vista.

Si fueras irlandesa, podrías beber toda la noche.

—Mi padre era medio escocés.

—No es suficiente —respondió Callahan, al tiempo que cruzaba los pies sobre la mesilla, se relajaba y le acariciaba las pantorrillas—. ¿Puedo pintarte los dedos de los pies?

Darby no respondió. A Callahan le fascinaban los dedos de sus pies, e insistía en pintarle las uñas rojas por lo menos dos veces al mes. Lo habían visto en Bull Durham y a pesar de que no era tan pulcro ni sobrio como Kevin Costner, a Darby había llegado a gustarle la intimidad del rito.

—¿No quieres que te pinte las uñas esta noche?

—Tal vez más tarde. Pareces cansado.

—Estoy relajado, pero hierve en mis venas la electricidad viril y no me desalentarás diciéndome que parezco cansado.

—Toma un poco más de vino.

Callahan tomó más vino y se hundió un poco más en el sofá. …


Escena erótica de la pintura de los dedos de los pies en Bull Durham

que gustan de practicar igualmente Callahan y Darby.


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