Ya se sabe que Espartaco, el film de S. Kubrick centrado en la
reivindicativa figura del gladiador rebelde, tienen una marcada temática
social, envuelta en las togas, los pepla y las caligae propias del mundo
antiguo.
También se ha visto que el aspecto religioso en el film apenas hace
acto de presencia, lógico por otra parte. Cuando lo hace, como en la escena del
senador Graco comprando uno pollo para un sacrificio, deja a las claras el
descreimiento, también de los propios romanos, la clase alta, ante los ritos y
prácticas religiosas.
Espartaco, que al principio no había entendido el papel de la poesía en el
mundo, en su nueva comunidad, de pronto queda arrobado, como sus compañeros,
por la poesía que comienza a recitar el poeta Antonino en la reunión.
Es cuando descubre como quien dice, el valor de la poesía y las humanidades
y el conocimiento.
Luchar, que es paradójicamente lo que desea Antonino, luchar lo puede hacer
cualquiera. No, Antonino, tú debes seguir con tu papel de poeta, ese rol que
hasta no hacía mucho el líder gladiatorio no entendía.
En esta escena es cuando se recurre como hemos visto a la defensa de las
humanidades, como Cicerón en su discurso Pro Archias. Espartaco, y
también Varinia, su pareja, aunque esta ya lo tenía asimilado desde siempre, le
relata un mito, etiológico del rigen del viento, al asombrado gladiador en la
escena, descubre el mundo que hay más allá de las luchas y los conflictos
humanos.
Espartaco y Varinia hacen un canto al valor de la poesía y el conocimiento,
embriagados y deslumbrados del poder y las facultades humanas. Reivindican su
ansia de saber y conocer, de sentir, de recrearse y encontrar una vida plena al
lado de la cotidiana y presente, tan necesaria como ésta.
Como decimos, en estas escenas es donde más cerca está el film de la esfera
espiritual y creativa, pues el marcado aspecto social se sobrepone a todo.
Es un tema de corte clásico, introducido en un film magistral donde aparecen detalles y asuntos de la existencia humana a cada momento.
EL POEMA DE ANTONINO.
Cuando el resplandeciente sol desciende en el cielo de poniente,
Cuando el viento languidece poco a poco en la montaña,
Cuando la canción del ave de la pradera cesa,
Cuando el grillo del campo calla en la llanura,
Cuando la espuma del mar duerme como una doncella que reposa,
Y el ocaso roza el borde de la madre tierra, retorno al hogar.
A través de las azules sombras y los bosques púrpuras, retorno al hogar,
Regreso al sitio donde nací a la madre que me engendró y al padre que me enseñó.
Hace mucho, mucho tiempo, estoy solo ahora, en un mundo remoto, ancho e incierto.
Sin embargo, cuando el resplandeciente sol desciende,
Cuando el viento languidece poco a poco,
Cuando la espuma del mar duerme,
Y el ocaso roza el borde de la madre tierra, retorno al hogar.
Es precisamente este valor curativo, de fármakon, de recreo y solaz placentero también, el que procuran el ejercicios de estas artes las que reclama el gladiador para su nueva comundad de libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario