domingo, 14 de abril de 2024

IFIGENIA EN ÁULIDE, DE EURÍPIDES

 LA TRAGEDIA DE EURÍPIDES.

(la traducción es de la editorial Gredos) 

          La única tragedia conservada sobre el episodio de Áulide es Ifigenia en Áulide, del trágico Eurípides. Ha tenido de siempre polémica, unos autores la consideraban que no alcanzaba el carácter de tragedia, pero si de un manifiesto patetismo; otros, en cambio, valoraban positivamente la obra, y la consideraban un paso más en el desarrollo psicológico de los personajes por parte de su autor.


Esto se debía, entre otras cosas, a que los personajes principales, Ifigenia y Agamenón, exhiben unas dudas e indecisiones que los hacen, para algunos críticos, personajes poco consistentes.
Célebre es la valoración que hay hizo el filósofo Aristóteles sobre la anomalía de Ifigenia, al comentar que no encontraba sentido lógico al cambio de postura tan radical que muestra la joven en la obra.
Haremos un esquema breve de la tragedia, siguiendo el contenido que ofrece la edición de Gredos, pues es fuente principal sobre la que luego se han elaborado las novelas gráficas.

La obra se inicia en el prólogo, con Agamenón hablando con un anciano sirviente, y le cuenta las dudas que lo atormentan por haber decidido ofrecer a su hija en sacrificio para que la flota aquea ponga rumbo a Troya. Para ello, ha mandado llamar a su esposa e hija a que vengan a Áulide por unas falsas bodas con el héroe Aquiles. 

 Ἀγαμέμνων
ο δή μ δελφς πάντα προσφέρων λόγον
πεισε τλναι δεινά. κν δέλτου πτυχας
γράψας πεμψα πρς δάμαρτα τν μν
πέμπειν χιλλε θυγατέρ ς γαμουμένην,    100

… mi hermano (Menelao), aduciendo todo tipo de argumentos, me
persuadió a cometer esa atrocidad (el sacrificio de su hija). 
Y en los pliegues de una tablilla he escrito, y la he mandado a mi mujer,
 que envíe a nuestra hija para desposarla con Aquiles, 

De hecho, ha rectificado y le da al anciano una tablilla para Clitemnestra, renegando de su decisión: 
γαμέμνων.

μ στέλλειν τν σν νιν πρς
τν κολπώδη πτέρυγ Εβοίας    120
Αλιν κλύσταν.
ες λλας ρας γρ δ
παιδς δαίσομεν μεναίους.

«En contra de mi misiva anterior te comunico, retoño de
Leda, que no envíes a tu hija hacia la sinuosa costa de Eubea, 
a Áulide a la que no baten las olas. Pues es preciso demorar 
para otras épocas el festín de bodas de nuestra hija.» 

A continuación, entra el coro, la párodo, que hace una descripción exaltada del espectáculo de las naves ancladas en la bahía.

En el primer episodio, Menelao, auténticamente desesperado por vengar el ultraje de Paris, se enfrenta a Agamenón cuando se entera que éste renuncia a ofrecer a Ifigenia, tal como ha profetizado Calcante el adivino.

Le reprocha que él había decidido él había tomado la decisión él solo, por no perder el poder el poder y la gloria de liderar a los aqueos. Y le reprocha el que no se mantenga en tal decisión, interesadamente, claro.

Pero luego, conmovido por el sufrimiento de Agamenón, desiste de su idea.

Es entonces cuando Agamenón se da cuenta de que, aunque su hermano lo apoye, tiene que seguir adelante con el rito. Calcante el adivino ha profetizado que tiene que cumplirse la ofrenda, y el ejército podría amotinarse contra ellos. Además, Ulises, también enterado de los vaticinios, y que tiene un papel negativo en la obra, lo haría saber. Por lo que al rey, atrapado en la lógica del poder, no le queda, parece, otra alternativa.
 
γαμέμνων

οκ ον δοκες νιν στάντ ν ργείοις μέσοις
λέξειν Κάλχας θέσφατ ξηγήσατο,
κμ ς πέστην θμα, κτ ψευδόμην,    530
ρτέμιδι θύσειν; ο ξυναρπάσας στρατόν,
σ κμ ποκτείναντας ργείους κόρην
σφάξαι κελεύσει;…

Así que imagínatelo (a Ulises) erguido en medio de los argivos
para decirles los vaticinios que
nos expuso Calcante, y que yo prometí el sacrificio 
y que luego me niego a cumplir mi voto a Ártemis.
Y tras arrebatar al ejército, y después de matamos a ti y a mi, 
ordenará a los argivos degollar a la doncella.

 Después de intervenir el Coro, aparecen Clitemnestra e Ifigenia, que llegan engañadas desde Micenas. Agamenón las ha hecho venir, aunque con arrepentimientos y dudas, con la falsedad de que se van a celebrar las bodas de su hija con el héroe Aquiles.

Clitemnestra llega confiada con su hija en su futura boda,

λπίδα δ χω τιν ς π σθλοσιν γάμοις
πάρειμι νυμφαγωγός                            610

Tengo una cierta esperanza de acudir
como conductora de la novia a un noble enlace.

 El encuentro de la familia está cargado de trágicas suposiciones, pues el rey trata de mantener la mentira de las bodas frente a las ilusionadas madre e hija.

Salen a escena Aquiles y Clitemnestra. El guerrero no sabe nada de su boda. Un anciano esclavo les dice entonces la terrible realidad.
 
Πρεσβύτης

παδα σν πατρ φύσας ατόχειρ μέλλει κτενεν. 

Clitemnestra le suplica a Aquiles que haga lo posible por evitarlo, y éste se muestra decidido a ello. 

¡Pronto sabrá mi espada, que antes de llegar ante los frigios salpicaré de
cuajarones de sangre mortal, si va a arrebatarme alguien a tu hija!
 
    Agamenón, entre los llantos y la rabia de Clitemnestra e Ifigenia, justifica el sacrificio de la joven y la necesidad que tienen de seguir adelante con el aberrante plan.

Ifigenia, sobre todo, se muestra desgarrada por la atrocidad que va a suceder con su vida, y aferrada la vida, le suplica a su padre. 

κετηρίαν δ γόνασιν ξάπτω σέθεν      1216
τ σμα τομόν, περ τικτεν δε σοι,
μή μ πολέσς ωρον: δ γρ τ φς
βλέπειν: τ δ π γς μή μ δεν ναγκάσς.

Como un ramo de suplicante tiendo hacia tus rodillas mi cuerpo, que ésta
(indicando a Clitemestra) dio a luz para ti. ¡No me destruyas tan joven! Es
dulce ver la luz. No me fuerces a ver las tinieblas bajo tierra. 

Así lamenta su suerte la joven, de esta forma, pero Agamenón se muestra inflexible y obligado por sus circunstancias. Siguen unos diálogos terribles, donde madre e hija se enfrentan al rey, sin lograr nada.

Pero, después de un lamento prolongado en versos de Ifigenia, llega Aquiles, que cuenta lo cerca que ha estado de ser lapidado por sus propios hombres, pues quería rescatar a la joven del sacrificio, lo que le ha llevado a enfrentarse a sus propios hombres.

Es entonces, y de una forma quizás inesperada, que Ifigenia cambia totalmente de actitud. Manifiesta que ha cambiado de opinión, y ofrece su vida por Grecia y para evitar males a Aquiles. 

φιγένεια
λλ μήχανον: δίδωμι σμα τομν λλάδι. 1397
θύετ, κπορθετε Τροίαν. τατα γρ μνημεά μου
δι μακρο, κα παδες οτοι κα γάμοι κα δόξ μή.

… Entrego mi cuerpo a Grecia. Sacrificadme, arrasad Troya.
Ése será, pues, mi monumento funerario por largo tiempo,
y eso valdrá por mis hijos, mis bodas y mi gloria. 

Ésta es la conducta anómala a la que se refería Aristóteles, pues se presenta ahora como mártir para el sacrificio, dice que será recordada su muerte por lo que significa para toda Grecia, y así evita también que su supuesto novio Aquiles pierda la vida.

Aquiles, que hasta entonces se había presentado como defensor a ultranza de la joven, parece rebajar en algo, de forma interesada, su comprometida postura, ante la decisión irrevocable de la joven.
 
χιλλεύς.
λμ ριστον, οκ χω πρς τοτ τι
λέγειν, πεί σοι τάδε δοκε: γενναα γρ
φρονες: τί γρ τληθς οκ εποι τις ν;

¡Magnánima decisión! No sé ya que decir contra esto, puesto
que tú estás resuelta a ello. Piensas con nobleza.
¿Por qué no diría uno la verdad?
          
No hace nada el héroe por persuadirla de que no tome esa decisión, la acepta como tal. Sin embargo, aún le dice a la joven que estará con ella en el altar, si se arrepiente de la fanática decisión que acaba de tomar con su vida. 

μως δ, σως γρ κν μεταγνοίης τάδε,
ς ον ν εδς τπ μο λελεγμένα,    1425
λθν τάδ πλα θήσομαι βωμο πέλας,
ς οκ άσων σ λλ κωλύσων θανεν.

Sin embargo, tal vez podrías arrepentirte de esto, y acaso te
acordarás de mis palabras, cuando veas el cuchillo cerca de tu cuello. 
Para que seas consciente de mis promesas, i
ré con mis armas a colocarme junto al altar para no abandonarte
sino para impedirte morir.


LA ESCENA FINAL EN IFA, LA RHESIS DEL MENSAJERO.

El sacrificio de la joven, que es la escena final, sin embargo, se hace de forma rápida y no se desarrolla como quizás requeriría la ocasión. Un mensajero de forma indirecta, como es regla en la tragedia clásica, cuenta lo ocurrido en el momento de la ceremonia ritual a Clitemnestra.


El desenlace final del drama, con su parte cruenta, el sacrificio propiamente, no es representado directamente al espectador, como era uso en la tragedia clásica. Es la llamada rhesis o tirada de versos de un mensajero, que cuenta en estilo indirecto lo que ocurrió en aquellos momentos.

Sin embargo, en los cómics, ajenos a esta regla de la tragedia clásica, vemos hacen todo lo opuesto, y se esfuerzan y, además, la escena lo requiere, por mostrar lo más dramáticamente posible estos momentos del rito de Áulide. Ven en ella una posibilidad de desarrollar la historia de forma más llamativa y dramática.    

El mensajero llega y llama por Clitemnestra.
 
γγελος.

Τυνδαρεία πα, Κλυταιμήστρα, δόμων
ξω πέρασον, ς κλύς μν λόγων.

¡Oh hija de Tindáreo, Clitemestra, sal fuera de las casas, a
fin de que oigas mi relato!

Κλυταιμήστρα.

φθογγς κλύουσα δερο σς φικόμην,
ταρβοσα τλήμων κκπεπληγμένη φόβ:    1535
μή μοί τιν λλην ξυμφορν κεις φέρων
πρς τ παρούσ;

γγελος
σς μν ον παιδς πέρι
θαυμαστά σοι κα δειν σημναι θέλω.

 El mensajero recurre a lo asombroso y extraordinario, θαυμαστά σοι κα δειν, que tienen que contar, para que Clitemnestra lo atienda y salga fuera de la tienda. 

Κλυταιμήστρα
μ μέλλε τοίνυν, λλ φράζ σον τάχος.

Ifigenia es conducida hacia el ara. El mensajero cuenta que, cuando Agamemnón la ve, no puede contener su desesperación: 

… ἠθροίζεθ. ς δ σεδεν γαμέμνων ναξ
π σφαγς στείχουσαν ες λσος κόρην,
νεστέναξε, κμπαλιν στρέψας κάρα
δάκρυε, πρόσθεν μμάτων πέπλον προθείς. 1550

Y apenas el rey Agamenón vio avanzar a la muchacha a
través del bosque sagrado hacia su sacrificio, 
comenzó a lanzar gemidos, mientras que, a la vez, 
desviando su cabeza, prorrumpía en lágrimas, 
extendiendo su manto ante sus ojos. 

Pero Ifigenia, de forma que afrenta al rey su padre y a todo el ejército, se presenta ante todos los guerreros en el altar, manifestando su aceptación del sacrificio por Grecia y por la expedición de Troya. 

Ὦ πάτερ, πάρειμί σοι:
τοὐμὸν δὲ σῶμα τῆς ἐμῆς ὑπὲρ πάτρας
καὶ τῆς ἁπάσης Ἑλλάδος γαίας ὕπερ
θῦσαι δίδωμ᾽ ἑκοῦσα πρὸς βωμὸν θεᾶς    1555
ἄγοντας, εἴπερ ἐστὶ θέσφατον τόδε.

«Padre, aquí estoy junto a ti, y mi cuerpo por mi patria y
por toda la Grecia entrego voluntariamente a los que me conducen al
sacrificio en el altar de la diosa, ya que éste es el mandato del oráculo. 

Que no se le acerque ningún aqueo, le pide a su padre, dice en forma de afrenta.

πρὸς ταῦτα μὴ ψαύσῃ τις Ἀργείων ἐμοῦ:

Por eso, que ninguno de los argivos me toque.

Aquiles, que hasta no hace mucho, se había comprometido totalmente en la defensa de su hipotética esposa, no hace acto de presencia en estos momentos, aunque le había dicho que estaría entonces en el altar, si ella se arrepentía.

Todos los guerreros acuden al sacrificio sobrecogidos, y todos con las cabezas inclinadas hacia el suelo, pues no querían ver el rito. 

ς γν δ τρεδαι πς στρατός τ στη βλέπων.

Los Atridas y todo el ejército estaban firmes
con la vista fija en el suelo.

 El sacerdote se dispone a realizar el ritual. 

ἱερεὺς δὲ φάσγανον λαβὼν ἐπεύξατο,
el sacerdote tomó la espada e hizo su oración 

No ahorra tampoco detalles morbosos, aunque sea este solo, el propio Eurípides en su obra: 

λαιμόν τ᾽ ἐπεσκοπεῖθ᾽, ἵνα πλήξειεν ἄν: 1579
mientras escrutaba su cuello,
para hincar allí un golpe seguro. 

De repente, se oyó un terrible golpe, y cuando todos levantaron la cabeza, ya no se encontraba allí la joven hija del rey. 

κστην νενευκώς: θαμα δ ν αφνης ρν.
πληγς κτύπον γρ πς τις σθετ ν σαφς,
τν παρθένον δ οκ εδεν ο γς εσέδυ.

¡Y de repente sobrevino un milagro
espectacular! Pues todo el mundo percibió claramente el ruido del golpe, 
pero nadie vio a la joven, por dónde desapareció en la tierra. 

En su lugar, de ahí el golpe, una cierva ensangrentada yacía en el altar, exangüe.

λαφος γρ σπαίρουσ κειτ π χθον
δεν μεγίστη διαπρεπής τε τν θέαν,
ς αματι βωμς ραίνετ ρδην τς θεο.

Pues una cierva, en los pálpitos de la agonía, yacía en el suelo;
era de gran tamaño y admirable aspecto; el altar de la diosa 
estaba regado de arriba abajo con su sangre. 

Como vemos, aunque la tradición mítica y las representaciones pictóricas representan desde antigua la figura de la diosa sobrevolando el altar de Áulide, Eurípides sol alude a ella, en la suposición del sacerdote y de todos los allí presentes de que ha sido su presencia la que efectuado el prodigio. 

Todos entonces convinieron en que había sido una manifestación de la diosa, y que con aquello había dado su consentimiento para que la expedición zarpara de una vez de Áulide.

Para consuelo, de su madre, le dice que Ifigenia se encuentra salvada, , está en los aires, vuela, en compañía de la divinidad, πρς θεος φίπτατο. 

γ παρν δ κα τ πργμ ρν λέγω:
πας σαφς σοι πρς θεος φίπτατο.

Y yo, que estuve presente y vi el suceso, te lo cuento.
Tu hija voló evidentemente hacia los dioses. 

          Es la explícita referencia que da el autor de la intervención aérea, φίπτατο, de la diosa para salvar a la joven. 

          Después de estas palabras de un supuesto consuelo, se acerca con prisas Agamenón, corrobora todo o dicho por el mensajero, y de seguido parte para la expedición militar hacia las tierras troyanas.

Así concluye la obra del trágico Eurípides, los personajes resignados del sacrificio en aras de la divinidad, y el rey que rápidamente ha aceptado la noticia, y sale presto, olvidado, al mando de la expedición de más fama en la historia helena, hacia Troya.

IFIGENIA EN LAS METAMORFOSIS DE OVIDIO.

 BREVE APARICIÓN DE IFIGENIA EN LAS METAMORFOSIS DE OVIDIO.

Volviendo a las fuentes literarias y mitográficas de la leyenda, un autor que podría tener mucho juego en la recreación del episodio de Ifigenia, sería Ovidio, tan dispuesto a recrear de forma atractiva y teatral los episodios míticos. Al menos en Las Metamorfosis, el episodio de Áulide aparece mencionado, pero sin recrear el momento del rito sacrificial.

Hay una metamorfosis en Áulide, que es la que le interesa más al autor latino, pero, claro, no es la de Ifigenia, que quizás podría haberse considerado como tal, sino la de un presagio que ocurre estando con as naves varadas por la falta de viento.

Se trata de la transformación en piedra de una serpiente que moraba en aquellos parajes.

Otra vez encontramos este elemento de la serpiente, que suele corresponder a cierta religión preindoeuropea y anterior a la llegada de los griegos a la Hélade, morando en un lugar. Probablemente, hablamos sin saber, que Áulide debiera ser un lugar sacro en la religión de los habitantes preindoeuropeos. Así lo atestigua el animal simbólico, y positivo a la vez, la serpiente, un árbol sobre el que repta, y esos ritos sacrificiales que se ofician allí, como el que va a sucederle a la joven hija de Agamenón.

Pero las leyendas han transformado lo que eran ritos y creencias prehelénicas, en meros relatos sin trasfondo religioso. Se impone una nueva religión o, mejor, hay una fusión.

Lo que posiblemente antes de la llegada de los griegos fuera un oficio religioso de una religión pregriega, mediterránea, asociada a las grutas, con animales simbólicos o totémicos como la serpiente, se convierten ahora en elementos anecdóticos, proféticos, cuando no negativos.

Estos episodios, los del enfrentamiento entre un héroe griego frente animales, como serpientes, o seres híbridos, como las esfinges o las Quimeras, se resuelven siempre del lado del héroe. Aunque lo que allí queda, como decimos, vienen a ser una fusión de los elementos enfrentados.

Estos episodios son constantes y regulares en toda la mitología griega, y posiblemente estén reflejando este cruce y cambio de ritos y cultos religiosos con la llegada de gentes nuevas procedentes, en este caso, del norte, los griegos de la familia indoeuropea.

 

MF, XII, 8 ss.

Pero volviendo al tema de Ifigenia en Ovidio. Ya dijimos que, para Ovidio, tienen mayor interés, pues es el tema de las MF, la transformación de la serpiente en piedra, prodigio que se produce en un sacrificio habitual que hacen los griegos a Júpiter.

 

nec dilata foret vindicta, nisi aequora saevi

invia fecissent venti, Boeotaque tellus

Aulide piscosa puppes tenuisset ituras. 10

hic patrio de more Iovi cum sacra parassent,

ut vetus accensis incanduit ignibus ara,

serpere caeruleum Danai videre draconem

in platanum, coeptis quae stabat proxima sacris.

 

Y dilatada no hubiera sido la venganza, de no ser porque los mares

hicieron intransitables los salvajes vientos, y si la tierra beocia

en Áulide, la rica en peces, no hubiera retenido sus popas que iban a marchar. 10

Aquí, según la costumbre patria, al preparar a Júpiter sus sacrificios,

cuando la vieja ara se encandeció con los encendidos fuegos,

serpear azulado los dánaos vieron un reptil,

hacia un plátano que se erguía próximo a los emprendidos sacrificios.

 

Cuando va a celebrar el rito, ven que una serpiente, encaramada a un árbol (como el de Jasón en la Cólquide, y tantos otros, ya decimos), de forma cruenta devora a una avecilla con sus ocho polluelos.

 

nidus erat volucrum bis quattuor arbore summa: 15

quas simul et matrem circum sua damna volantem

corripuit serpens avidoque recondidit ore,

obstipuere omnes, …

 

Un nido había, de pájaros dos veces cuatro, en lo supremo del árbol: 15

a los cuales y a la madre, que alrededor de sus pajarillos volaba,

una vez que arrebató la serpiente y en su ávida boca los sepultó,

quedaron suspendidos todos, …

 

Tras la impresión inicial, es Calcas, quién si no, el que interpreta aquel suceso como un vaticinio del éxito de la campaña. El número nueve de las víctimas de la serpiente supone, dice el augur, los nueve años que durará la guerra, hasta que en el décimo se conquista definitivamente.

 

… at veri providus augur

Thestorides 'vincemus'; ait, 'gaudete, Pelasgi!

Troia cadet, sed erit nostri mora longa laboris,' 20

atque novem volucres in belli digerit annos.

ille, ut erat virides amplexus in arbore ramos,

fit lapis et signat serpentis imagine saxum.

 

… más de la verdad vidente el augur

Testórida: «Venceremos», dice, «gozaos de ello, Pelasgos.

Troya caerá, pero será una demora larga la de nuestra gesta», 20

y los nueve pájaros en los años de la guerra distribuye.

Ella, cual estaba abrazada verdes a sus ramas en el árbol,

se vuelve piedra y signa con la imagen de una serpiente tal roca.

 

En verdad que a Ovidio, al menos en las Metamorfosis, no parece su intención la de narrar el episodio de Ifigenia, por lo tanto. Pero sí que parece tener en cuenta, a la hora de relatar el episodio, la obra de Eurípides de siglos atrá, pues sintetiza en breve el conflicto trágico que sufre Agamenón a la hora de decidir entre padre o rey.

Esto que desarrolla Eurípides, lo expone el latino en unas pocas líneas. Y no entra a valorar, en verdad, la crueldad o no del tal hecho. Ya decimos que Ovidio no va a recrear el episodio, pues, parece ser, no hay esa transformación que es lo que busca.

Es claro que las historias gráficas no se desviarán del tema central del sacrificio, como tampoco lo hace Eurípides, en el relato de esta transformación en piedra de la serpiente-dragón.    

 

MF, XIII, 187 ss.

Si que, en otra parte, así también la tragedia, y que recogen estas novelas, carga, aunque de forma no acusadora claramente, el supuesto éxito del sacrificio en el personaje de Ulises y sus maquinaciones e intrigas. El de Ítaca, héroe admirable por otro lado, muestra aquí su otra faz, maquinadora e insidiosa, de la que se muestra, además, muy ufano.

En primer lugar, aunque reconocen lo trágico de su tarea, es el encargado de convencer a Agamenón de que siga adelante con el rito de Ifigenia. Esto no se ve en la tragedia de Eurípides, esta intervención directa de Ulises.

 

… ego mite parentis

ingenium verbis ad publica commoda verti:

hanc equidem (fateor, fassoque ignoscat Atrides)

difficilem tenui sub iniquo iudice causam. 190

 

… Yo el tierno natural

de ese padre, con mis palabras, a los públicos intereses volví:

ahora yo, ciertamente lo confieso -y al confeso perdone el Atrida-,

esta difícil causa la sostuve bajo un no justo juez. 190

A él, aun así, la utilidad del pueblo y su hermano y el sumo

poder del cetro a él dado le conmueven, su gloria a que con esa sangre compense.

 

          Cuando esto rememora, siente remordimientos en verdad. Ahora bien, Ulises se libera de la carga, y se la atribuye al propio Agamemnón, sus circunstancias, su papel de rey y su ansia de poder.

 

hunc tamen utilitas populi fraterque datique

summa movet sceptri, laudem ut cum sanguine penset;

 

A él, aun así, la utilidad del pueblo y su hermano

y el sumo poder del cetro a él dado le conmueven,

su gloria a que con esa sangre compense.

 

          La otra, digamos, proeza en la que intervienen el itacense es en elangaño de las bodas. Se jacta, como dijimos, de esto, en comparación con otro en su lugar, como Áyax Telamonio.

 

… mittor et ad matrem, quae non hortanda, sed astu

decipienda fuit, quo si Telamonius isset,

orba suis essent etiam nunc lintea ventis. 195

 

Se me manda también a su madre, que no de exhortar se había,                       

sino de engañar con astucia, adonde si el Telamonio hubiese ido,                     

huérfanos estarían todavía ahora los lienzos de sus vientos. 195

 

UNA LEYENDA LOCAL DE ÁULIDE INCLUIDA EN EL CICLO DE TROYA.

 UNA LEYENDA LOCAL DE ÁULIDE INCLUIDA EN EL CICLO DE TROYA.

En la edición de Gredos Fragmentos de Épica Arcaica, el profesor Bernabé habla de los Cipria o Cantos Ciprios, ss. VIII-VII a.C., uno de los poemas que completan el Ciclo Troyano, y donde figura por primera vez el episodio de Áulide. Entre varias cuestiones, y teniendo en cuenta que Ifigenia como tal e hija de Agamenón no figura en Homero, dice que el autor, anónimo autor, de este poema cíclico introdujo una leyenda local de Áulide. Allí Ifigenia era una divinidad ubicada en esos sitios, pero luego, como se podría deducir del mito, viene a ser sustituida por una nueva diosa y culto, en este caso el de la diosa Ártemis.

Que era una divinidad y un culto pregriego o preindoeuropeo parece deducirse del prodigio que allí les sucede a los aqueos, que relata Proclo y que veremos después. Cuando se encontraban reunidos para uno de sus ritos, los aqueos ven un dragón o serpiente encaramarse a un árbol y devorar unos polluelos de ave. Luego, queda convertida en piedra fija. Este es el prodigio que contemplan los aqueos, la aparición de ese dragón en el árbol.

La serpiente se acepta tradicionalmente como animal de naturaleza ctónica y hay testimonios de que era un animal simbólico en esos cultos locales antes de la llegada de los griegos indoeuropeos. El choque entre estos dos tipos de cultos, locales y de origen mediterráneo, frente a los ritos celestes nuevos que traen los griegos indoeuropeos, se ve reflejado en muchos episodios, como el de la serpiente Pitón y Apolo en Delfos, el dragón de Medea y Jasón aunque en la Cólquide, o en la leyenda fundacional de Tebas.

Aquí encontramos. De nuevo, otro episodio con un dragón o serpiente similar, con el que viene a relacionarse Ifigenia. Ésta no aparece en este momento cuando surge el prodigio del dragón, sino luego con el episodio del sacrificio.

La aparición de la nueva divinidad Ártemis, en el rito sacrificial la convierte, al parecer, en la nueva señora de aquellos cultos, y que sustituye al culto anterior de Ifigenia, que parte prodigiosamente al país de los tauros a seguir aficionado como lo que era en Áulide.

Podría ser una explicación, muy general, con la tradicional oposición entre cultos mediterráneos pregriegos y los nuevos ritos indoeuropeos asociados a la entrada d estos en la Hélade. Pero ya decimos, está en conexión con otros episodios de la mitología similares, como los que hemos citado.

 

Dejando de lado este cruce entre los dos cultos en el tiempo, que daría para más, de la forma que hemos visto quedaría explicada, como una interpolación del anónimo autor épico, la extraña ausencia de la joven hija en los poemas de Homero (una de ellas es cierto que se llama Ifianasa, pero, al parecer, no tiene ninguna relación con la Ifigenia de la que hablamos), y el episodio del sacrificio, que a veces parece eso, una novedad insertada en la leyenda general de la Guerra de Troya.

 

Además de esto que se ha comentado, el profesor Bernabé se pregunta también por el motivo del castigo de la diosa. Al parecer, Agamenón, según el resumen de Proclo, podría estar cazando en un terreno sagrado del santuario, flechar a un ciervo o cierva y, además, ufanarse de ser mejor cazador que la divinidad. Esto, claro, era lo máximo para cualquier dios. Irritada por ello, envía tempestades, al parecer, tempestades que luego se convierten en calmas. Lo cierto es que se detiene la expedición legendaria.

Otra cosa llamativa, y que da que pensar sobre la mezcla de episodios, otra cosa es que el sacrificio de la joven se produce en la estancia, pero en la segunda estancia, de los aqueos en Áulide.

Es decir, y esto no está en Homero, según cuenta Proclo, ya los aqueos se habían reunido por primera vez allí. Es en ese entonces cuando sucede un episodio prodigioso, que luego relatará Ovidio (cf. abajo), un dragón se les aparece en medio de un rito sacrificial. A continuación de esto, los aqueos embarcan hacia Troya, pero arriban y arremeten, cosa insólita, contra otra ciudad, creyendo ser Ilión. Se trata de Teutrania.

Es un fracaso, y a la vuelta una tempestad los dispersa. Aquiles, que es uno de los personajes principales de este episodio de Ifigenia, arriba a Esciros, y allí acaba desposando a la hija del rey Licomedes, Deidamía, con la que tiene nada menos que a su hijo Neoptólemo.

Una buena temporada hubo de pasar allí.

Claro, luego, pasado ese tiempo, se supone, regresa a Áulide, y allí es prometido por Agamenón a su hija y sucede lo de las falsas bodas con Ifigenia.

O lo hemos visto de modo superficial, o se ve que hay una mezcolanza de episodios que a veces les falta la lógica.

Hasta aquí, pues, algunas precisiones de esta historia que aparecen en los Cantos Ciprios y los comenta el profesor Bernabé.

IFIGENIA Y ÁRTEMIS EN ÁULIDE

 EL SACRIFICIO DE ÁULIDE.

          La leyenda de Ifigenia es un relato más o menos conocido en sus líneas generales, además de ciertos paralelismos que ofrece con otros relatos, como el de Isaac en la Biblia.

Tienen algunas variantes, ya menos conocidas, algunas de ellas bastante diferentes al relato tradicionalmente aceptado.

 

Según éste, una vez que ocurre el llamado rapto de Helena y los aqueos todos, comprometidos por el juramento de Tindáreo, la flota en expedición se congrega en la ensenada de Áulide.

Sin embargo, no pueden zarpar, porque el viento ha amainado y las naves permanecen días estancadas. Por fin, se sabe el motivo, pues Agamenón ha incurrido en falta sagrada, cazando una cierva en los dominios de la diosa Ártemis. A cambio de que soplen los vientos, la diosa exige una compensación, el sacrificio de la hija del rey de Micenas. Así lo ha dado a conocer Calcante el augur.

Agamenón se desespera ante tan desgraciada ofrenda, se niega a cumplir con ella, aunque finalmente, obligado por su rol de rey de todos los aqueos, obligado por su hermano Menelao y el intrigante Odiseo, vigilante de que se cumpla el mandato divino, acepta con dolor la ofrenda.

Para hacer venir de Micenas a la joven y su madre Clitemnestra, las convence con unas falsas bodas entre Ifigenia y el héroe Aquiles.

Madre e hija arriban a Áulide engañadas cruelmente. Al tiempo de llegar, conocen con desgracia y dolor el motivo cierto de su llegada al lugar, el ara de sacrificio. Reniegan, insultan a su esposo y padre, pero no consiguen nada, convencido como está en su papel de dirigente absoluto de la armada griega, presionado al mismo por tiempo por ello, y su afán de gloria, que no es menor.

Aquiles en algún momento se ofrece a intervenir en defensa de la desgraciada joven, pero nunca lo lleva a efecto.

En el momento del sacrificio, con todo el ejército afrentado y los ojos fijos en la tierra, la diosa tiene un arrebato de compasión, y sustituye en el altar a la joven por un o una cierva, su animal emblemático.

Ifigenia salió en volandas a punto de ser sacrificada, y es llevada por los aires por Ártemis lejos de aquel lugar funesto.

Todos están de acuerdo, aunque no lo han visto, que la diosa está conforme con el animal sacrificado, pues de la chica no se sabe nada.

De esta manera, los vientos vuelven a soplar, y la expedición naval levana anclas del fondeadero áulico.

Se cuenta que Artemis condujo a Ifigenia hacia la tierra bárbara de los tauros, en la Táuride, Crimea actual. Allí oficiará desde entonces como sacerdotisa de, paradoja, sacrificios humanos en esa tierra salvaje.

 

LAS FUENTES CLÁSICAS DEL EPISODIO DE IFIGENIA.

          En la Diccionario De Mitología Clásica, de P. Grimal, vienen citadas las fuentes clásicas donde hallamos referencias del relato de Ifigenia. Los cómics que comentamos parecen seguir las versiones tradicionales, esto es, se cuenta que la joven fue sustituida por una cierva en los relatos tradicionales, y así lo cuentan las novelas gráficas. Pero hay otras versiones, apartadas de esta, donde son otros animales, como osos u otras versiones, por el que se intercambia a la joven. En esto los autores han optado por la versión mayoritaria y tradicional.

Sí parece que, quizás por ser la obra completa conservada, han seguido principalmente la tragedia de Eurípides Ifigenia en Áulide. Así se ve en las representaciones de algunos momentos y episodios que lo recrean, y siguen la obra del trágico ateniense.

El relato de Ifigenia no aparece en Homero, es en los Cantos Cíclicos y en las tragedias donde alcanza eco y recreación. De Esquilo y Sófocles no quedan restos de las obras perdidas sobre la historia, en cambio tenemos las dos tragedias que Eurípides dedica al mito, Ifigenia en Áulide e Ifigenia en Táuride. Es quizás la fuente principal, al tratarse de obras completas, donde hayan inspiración los autores posteriores.

Los mitógrafos, como Apolodoro, Higinio o Antonino Liberal, la recogen en sus recopilaciones.

La literatura latina se hace eco del personaje, aunque con diferente interés, en las la Eneida de Virgilio, De rerum natura  de Lucrecio o Las Metamorfosis de Ovidio, donde tiene dos breves apariciones.

 

LAS VARIANTES. ÁRTEMIS Y EL OSO.

          Entre las otras versiones que se alejan de este relato tradicional, algunas cambien el lugar del relato y lo trasladan a Braurón, en el Ática.

Otros comentan que en lugar de un cérvido, pudo transformarse en otros animales, como una oso u osa, animal también vinculado a la diosa en su santuario de Braurón, y en el propio nombre de Ártemis, que, según se afirma, aunque no concluyente, procede de la raíz indoeuropea   *h₂ŕ̥tos, que significa precisamente ´oso, y en griego tenemos ρκτος.

En el mito etiológico de la constelación de la Osa Mayor, es Calisto, es la joven Calisto, asociada al séquito de Ártemis, la que incumple el rito de castidad y es transformada precisamente en osa, luego convertida en la constelación de la Osa Mayor por su amante y divinidad Zeus. Además, como guardián, figura la estrella Arturo, ρκτορος (Arcturus), que significa precisamente custodio o guardia de la osa.

Así que vemos que la diosa está muy vinculada con este animal plantígrado, y por esto al mismo tiempo se han asociado estos elementos. Y parece cierto que en el mundo griego, la diosa Ártemis, la potnia theron de las tablillas micénicas, la señora de las bestias, está directamente vinculada con este animal.

En el santuario de Braurón debían pasar las jóvenes un año de servidumbre a la divinidad.

No sería extraño, como en otros mitos, y como así se suele interpretar, que tras la historia de Ifigenia existiera unos ritos de paso o iniciación, de paso de la infancia a la juventud y pubertad. Las atenienses que servía a la diosa eran aún niñas, de cinco a diez años, de ahí que todavía no pasaran a mujeres adultas.

Estos ritos, como en otros de este tipo, podrían incluir una muerte simbólica de los iniciados. Quizás en Braurón debía de ocurrir algo parecido.

Lo curioso es que, en el episodio de Áulide, en lugar del oso, que aparece en otras variantes, es un cérvido el que aparece como animal sacrificial.

 

Además de la osa, otros relatos hablan de una ternera, hasta un toro o una anciana, en las que se podría haber transformado la joven.