¿ERA VERDAD QUE LO IMPEDÍA EL VIENTO, O EXISTÍA ALGUNA OTRA RAZÓN?
A continuación, sigue el relato de Ifigenia, y el episodio del sacrificio, el momento álgido del mito y de las recreaciones literarias realizadas, en el que nos mete de sopetón el autor Kadaré.
Ha de suponerse que el lector, aunque no conociera la leyenda, ya los ha presentado anteriormente, los puntos principales, de forma sumarial pero suficiente, en el capítulo Dos.
Entonces ya puede demorarse más en la recreación literaria. El narrador nos cuenta, en retrospectiva, que ya existían rumores sobre que algo iba a ocurrir.
Hacía ya días que los rumores circulaban por la Áulide repleta de soldados. El viento del norte soplaba en verdad sin descanso, el mar espumeaba en torno a los navíos ancorados junto a la costa.
Diseño de F. Juvarra (1678–1736), para Ifigenia in Aulide,
ópera de D. Scarlatti posiblemente. La bahía de Áulide con la flota anclada.
Como vemos, Kadaré sigue el relato tradicional, hay alguna maldición, algo ha provocado a los dioses, los aqueos llevan días varados en Áulide sin poder partir para Troya.
Pero, y esto va a ser lo característico de esta particular versión de la leyenda, una voz, una conciencia crítica y racionalizadora, se para y se cuestiona a cada paso estas noticias que están pasando dentro del tiempo del mito.
Hay una voz, la del narrador del mito o la de quien sea, que se convierte a la vez, en narrador y crítico tenaz de lo que va sucediendo a tiempo real, y que son las propias noticias que nos ha entregado la tradición, que este narrador racionalista y totalmente anacrónico se cuestiona.
Incluso, para mayor verosimilitud, este narrador se hace portavoz de lo que cree que también piensa buena parte de los allí existentes y es algo de muchos sabido.
… sin embargo, era mucha la gente que escuchaba con incredulidad lo que se decía sobre el retraso de la partida con rumbo a Troya
E insiste:
¿Era verdad que lo impedía el viento, o existía alguna otra razón?
Y este narrador, esta voz racionalista, discute consigo misma:
Viento ya lo había cuando navegamos hasta aquí, incluso más.
Entonces, estamos ante burdas malformaciones y los que están al mando no quieren dar a conocer. Por ejemplo, problemas entre los que dirigen la expedición. Hay que sospechar en primer lugar de los que detentan el poder.
Si existen desavenencias entre los jefes del ejército, como se murmura aquí y allá, ¿por qué no dicen con franqueza lo que ocurre?
Pero, si nos fijamos, estas dudas y críticas racionalizadoras no están hechas, como podría parecer, al hilo narrativo del relato. Están seleccionados estas racionalizaciones y argumentaciones lógicas sobre las noticias del mito. Y, ¿en base a qué? Pues parece ser que se están dando una interpretación o reinterpretación de la leyenda de Ifigenia, pero esta vez en clave sociopolítica.
Y, sí, también en IFA esto está bien presente, las indecisiones de Agamenón, las presiones de la soldadesca, otros que pretenden arrebatarle el mando, …
Lo particular aquí es que esta interpretación sociopolítica lo hace en clave de la dictadura totalitaria de Albania.
Bueno, y porque estos sistemas autocráticos presentan unos mismos esquemas de relaciones de poder, casi que se podría decir que de cualquier régimen sociopolítico autoritario.
No olvidemos, además, que el relato de Kadaré está localizado en la Albania de los ochenta. Y muchos piensan que, al parecer, parten de unos hechos históricos reales, la muerte aún sin aclarar del primer ministro Mehmet Shehu en 1981. Este es el suceso que da pie y se desarrolla en la continuación de LHDAg, El Sucesor, como ya hemos visto, novela con la que forma un díptico.
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