jueves, 4 de julio de 2024

LA IFIGENIA DE TERESA DE LA PARRA

 LOS ÚLTIMOS PÁRRAFOS DE LA NOVELA.

El texto, y la obra en sí, es un relato de metaliteratura, pues la novela de María Eugenia está continuamente haciendo referencia al mito de Ifigenia, y adaptando y jugando con los asuntos que en el mito aparece.

Yendo a lo más concreto, las alusiones y equiparaciones con el mito no pueden ser más evidentes en estos últimos párrafos. Además, que la hace explícita, por si hubiera alguna duda.


“Como en la tragedia antigua, soy Ifigenia; navegando estamos en plenos vientos adversos, y para salvar este barco del mundo que tripulado por no sé quién a saciar sus odios no sé adónde, es necesario que entregue  en holocausto mi dócil cuerpo de esclava marcado con los hierros de muchos siglos de servidumbre”.


MARÍA EUGENIA

IFIGENIA

Como en la tragedia antigua

tragedia de Ifigenia, vs. la novela de ME.

soy Ifigenia

identificación plena y asunción del personaje por parte de ME

navegando 

la flota aquea en Áulide; el viaje de Ifigenia desde Micenas; la vida en sí.

vientos adversos

el castigo de Ártemis para que la flota no zarpe

salvar


este barco del mundo que tripulado por no sé quién a saciar sus odios no sé adónde

es decir, la sociedad pequeño-burguesa en la que vive ME

es necesario que entregue  en holocausto mi dócil cuerpo

la boda de conveniencia de ME, simbolizado como sacrificio tal como el de Ifigenia

mi dócil cuerpo de esclava marcado con los hierros de muchos siglos de servidumbre

autoconciencia de la condición femenina en ME, dependiente y subordinada, que el personaje añade al mito de Ifigenia



OTROS PARALELISMOS DEL DISCURSO DE MARÍA EUGENIA-IFIGENIA.


El discurso, el alegato final de María Eugenia, que la prof. Martín recoge al inicio de su artículo, está repleto de alusiones clásicas y míticas. y no sólo eso, sino el tino y cierto de cómo encaja las circunstancias y la sociedad en la novela con el argumento y la situaciones de la tragedia.

“... dios milenario de siete cabezas que llaman sociedad, familia, honor, religión, moral, deber; convenciones, principios … insaciable Moloch, sediento de sangre virgen en cuyo sagrado altar se inmolan a millares de doncellas …!”.

La plenamente consciente María Eugenia resacraliza esos elementos  antes ya desacralizados, los ritos y convenciones sociales, y los interpreta en clave religiosa, pero de un credo severo y cruel, que identifica con el Moloch, el culto sanguinario entre los fenicios al que se le rendían sacrificios humanos.

Hasta tal punto llega la desesperación de la joven y su impotencia y rendición ante esa sociedad, simbolizada en el culto antiguo, que exige la vida de sus súbditos en aras de su supervivencia.

Sin embargo, el discurso de María Eugenia es un alegato agrio y reivindicativo, lleno de impotencia, ante las circunstancias y el mundo que le ha tocado vivir.

Ifigenia, en cambio, aunque es claro que en la mente de todos está la rabia y la indignación, se muestra extrañamente salvadora, ha renunciado a su vida, y se reivindica como mártir y heroína de esa  misma partida de guerreros que en verdad la quieren en sacrificio


En IFA, Ifigenia enumera precisa y lúcidamente todas esas  circunstancias y obligaciones que la hacen sacrificar su vida lastimeramente por ellas. 

Aunque el tono épico de la tragedia sitúa en los altos ideales patrios y en las gestas bélicas de Troya lo que la novela, en una sociedad pequeño burguesa, son normas decadentes pero imperiosas convenciones sociales.

 

“... En mí tienen puesta la mirada toda la poderosísima Hélade; de mí dependen la travesía de la flota, la aniquilación de los frigios e impedir que esos bárbaros rapten en el futuro más mujeres de la feliz Hélade y que paguen la perdición de Helena …” (1375)

Demasiado para que el cuerpo y el alma aún inmadura de una joven lo soporte.


Aunque también es cierto que el público, al oír sus palabras, no deja de verlas con gesto encontrado, pues es perfectamente consciente del cruel acto que se va a cometer, y cómo la propia joven lo ha asumido de forma casi mística. pero en ello mismo está quizás el doble sentido de sus palabras que el público percibe.


El último alegato alcanza un nivel elevado, en cuanto la asunción del personaje de su entrega inmisericorde a un mundo y una sociedad cruel e insensible. Pues es tal el grado de rechazo que experimenta por esa sociedad que, en un rapto trascendente o místico, acepta de forma esencial la unión con ese ogro de sociedad que al mismo tiempo que se entrega íntegramente a él, la devora y engulle como víctima.

El momento del sacrificio, tal como lo experimenta el personaje desde dentro, se eleva por encima de la condición humana, hasta alcanzar un nivel sublime y al mismo tiempo, pavoroso.

Pero incluso no sabemos hasta qué punto cuál es la verdadera intención de la autora, aunque el lector queda en trance ante la vivencia extrema que rezuman sus palabras.


-¡No es al culto sanguinario del dios ancestral de siete cabezas a quien me ofrezco dócilmente para el holocausto, no no...! ¡Es a otra deidad mucho más alta que siento vivir en mí


El sacrificio ritual, el espectáculo a la vista de todos, se convierte y transforma en M. Eugenia en una intensa vivencia interior y asimilada como un trance martirológico. Una deidad se apodera de ella, no es sólo el rito externo para apaciguar a los crueles dioses. Como en el dionisismo, la palabra entusiasmo, que significa etimológicamente el dios dentro de mí, aquí lo experimenta el personaje, como una ménade que ha conocido por primera vez al dios en sí.

Pero este dios no es el báquico y liberador, el del frenesí y el desacato. No, es todo lo contrario, aunque lo acepta como si el mismo dios Baco, el liberador, lo fuera.


es a esta ansiedad inmensa que al agitarse en mi cuerpo mil veces más poderosa que el amor me rige, me gobierna y me conduce hacia unos altos designios misteriosos que acato sin llegar a comprender! 


Esta Ifigenia del siglo XX sigue sintiendo la misma intensidad que arrebató a la joven Ifigenia en la ventosa Áulide, cuando de forma repentina asume la responsabilidad de salvar a la Hélade.

María Eugenia habla de unos altos designios misteriosos, que tienen su equivalente en el conjunto de circunstancias, humanas y divinas, que recaen sobre una joven y sorprendida Ifigenia en Áulide.


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