viernes, 7 de junio de 2024

TROYA. LOS PUEBLOS DEL MAR. IFIGENIA

 μῆνιν ἄειδε, θεὰ, Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος …


Después de este prólogo, el cómic arranca con otros personajes ya conocidos pero ubicados en un lugar extraño para el mito clásico. 

Aquiles y los mirmidones, fatigados y sudorosos, aparecen en expedición por las tierras áridas del sur de Egipto, en el desierto de Nubia, buscando a Tindáreo por aquellos lares.




De esta manera se pone en marcha el relato, pero enseguida se inserta, desde el principio de la trama, y al igual que en Homero, como hecho básico y crucial, la disputa y enfrentamiento existente entre dos personajes principales, el héroe Aquiles y Agamenón, rey de Micenas. 

Se rememora así el mismo altercado entre los dos personajes que ya aparece en el comienzo de la Ilíada, μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος, “¡Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles …”, clave de la obra épica, ocurrida en el noveno año de la guerra en Troya. 

Sólo que esta épica rivalidad se transforma aquí en un conflicto territorial y de poder, antes todavía de Troya, con la Grecia continental como escenario en disputa.

Agamenón reina en Micenas y con deseo de expansionarse por toda ella, frente al cual se yergue Aquiles en Ftía, que busca la alianza con Tindáreo de Esparta para frenar su ambición.


Helena, de Esparta, y Aquiles de Ftía, enamorados, ven su amor 

imposibilitado por las ambiciones de Agamenón


Agamenón decide enfrentarse a Agamenón, que amenaza con expansionarse por toda Grecia



Aquiles se abalanza contra Menelao. 

Atenea no va a aparecer en el cómic, ayudando al joven guerrero


Al hilo de esto, en esta viñeta que sucede en Esparta, en los funerales de Tindáreo, Aquiles, sin una Atenea protectora que lo refrene, desenvaina, sin nadie que lo detenga, esa espada, aquella que le retiene para siempre en el mito. Se abalanza airado, pero no contra Agamenón, como en la Ilíada, sino hacia su hermano Menelao, en connivencia con éste.


Es  ilustrativo contrastar la viñeta con la versión tradicional de un episodio similar, en los primeros versos de la Ilíada. Quizás sea mucho suponer una conexión y referencia entre la viñeta del cómic y los versos originales.


Atenea retiene a Aquiles ante Agamenón, según Flaxman.


La historia, como decimos, sigue su desarrollo  a lo largo de los siguientes capítulos, con la guerra de Troya como enfrentamiento último y decisivo para el orden cósmico, mientras en otros lugares, como en Egipto o en el reino hitita, sucesos y combates extraños, contra seres oscuros  y de cenizas, barruntan la existencia del conflicto cósmico, Cronos contra Zeus. Luz contra oscuridad, como es del gusto de estos tiempos, que es lo que está convulsionando todo el mundo conocido.


Dejamos aquí la narración que sigue en este su planteamiento inicial, y dejamos su desarrollo para los que quieran leerla cuando dispongan. Nosotros nos centraremos en el episodio de ifigenia.


Por su parte, el cómic se organiza en dos volúmenes, cada uno de los cuales dividido en dos capítulos.

Los títulos son los siguientes:

  1. (sin título, o El Pueblo del mar).

  2. El secreto de Talos.

  3. Los misterios de Samotracia, y

  4. Las puertas del Tártaro.


     

El episodio de Ifigenia aparece, pues, inserto en la expedición a Troya, y, además, la misma guerra forma parte de la guerra cósmica, la Titanomaquia, personificada en Cronos y Zeus, que los autores hacen coincidir con lo de Troya y sucede contemporánea a la leyenda épica.

En el tercer capítulo, Los misterios de Samotracia, es donde aparece desarrollada el episodio de la joven Ifigenia y su cruel sacrificio.


El ejemplo de esta distorsión y libre recreación mitológica se reproduce también, es claro, en la leyenda de Ifigenia que veremos. La versión que presenta del asunto, y vale de muestra de lo que es la tónica y marca de esta historia gráfica, es casi que radicalmente opuesta a la leyenda tradicional. Por decir lo más llamativo,  aunque no exclusivo de este cómic, la diosa Ártemis brilla por su ausencia.

No está, ni se le espera.

Una ausencia clamorosa y, ya decimos, casi provocadora.

Pero es, digamos, la seña de identidad de está versión muy libre, totalmente alternativa, de la tradición clásica.


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