UN ALEJANDRO DESCONOCIDO EN UNA GAUGAMELA PROPERSA Y REVISADA.
Esta otra novela, de las muchas sobre Alejandro Magno escritas en las últimas décadas, lleva por título Alejandro Magno. Imperio de cenizas, del año 2004. Su autor es Nicholas Nicastro, escritor nortemericano contemporáneo y que, además, es guionista y crítico de cine, entre otras labores profesionales. Tiene otra novela, ambientada en las Guerras Médicas, y se le tilda como escritor que trata de buscar tramas distintas y aspectos ocultos de las versiones tradicionales de esos episodios de la antigüedad. Algunos críticos y académicos reconocen el interés histórico de sus obras.
Imperio de cenizas es un relato ameno, que se lee con cierto interés. Según la reseña en Hislibris, el autor no ha buscado crear o especular con nuevos datos y aportaciones sobre la figura de Alejandro. Más bien, su relato trata de dar un nuevo enfoque, otro punto de vista diferente, distinto a los tradicionales. Pero en cuanto al relato de hechos biográficos, históricos o políticos, la novela no va a aportar ninguna novedad.
Quien narra la historia, en primera persona también, como muchas otras sobre el personaje, y en un juicio en la misma Atenas para defenderse de impiedad contra el propio Alejandro, ya desaparecido el rey, es un tal Macón. Personaje creado por el autor, soldado raso pero con atisbos de cronista, Alejandro lo une a su círculo de fieles, en la tarea de confeccionar un relato histórico para mayor alabanza de su figura y conquistas.
Digamos que éste es el tono con el que se narra la historia.
El autor, además, introduce un detalle no menor, tan curioso como chocante en su novela, y es lo más llamativo. Ya sabemos que Alejandro ha pasado a la historia como uno de los más grandes estrategas de todos los tiempos, y modelo de general y líder. Pero esta realidad ya aceptada no va a aparecer en la novela, ni va a figurar como protagonista de las victorias en sus campañas militares, increíblemente.
Se puede suponer que el autor juega un poco a la historia ficción, como se verá en otros episodios, y se permite estas libertades un tanto arriesgadas.
¿Quién entonces ha planificado las batallas? Nada menos que su casi desconocido pariente, afectado en sus facultades psíquicas, pero en la novela considerado autista. ¡Su disminuido hermano Arrideo! Él es el responsable y el estratega de las victorias en el campo de batalla, y a éste se encomienda el rey en cada confrontación, como un simple servidor y obediente militar de lo que aquél dictamina y dispone.
Filipo II y Alejandro.
En verdad que esto, tal como es, es digno de centrar el comentario. Se volverá, de todas formas, a este retoque tan decisivo como inverosímil cuando hablemos de Gaugamela.
Por otra parte, se comenta en la reseña citada que el libro tiene ciertos pasajes donde se muestra un mal gusto insólito y ciertos párrafos desmerecen de forma lamentable del resto de la novela, obra que sin ser nada novedosa, los fragmentos y capítulos que hemos visto se lee con cierto interés.
Centrándonos en la novela, Nicastros, una vez ha relatado las primera época de la vida de Alejandro con Filipo II en Macedonia, pasa a relatarnos la campaña asiática. Lo narra desde el principio, una vez cruzado el Helesponto, hasta finalmente llegar a la decisiva batalla de Gaugamela, en la que nos centraremos concretamente.
En el tiempo que transcurre entre la llegada de los macedonios al Asia menor y el encuentro bélico de Gaugamela, se suceden batallas, como la del Gránico o Issos, y episodios ya conocidos, tal la captura de la familia real, la visita al oasis de Siwa, y otros, que el autor va relatando de forma acorde a como los datos históricos nos han transmitido, siempre con una óptica particular, desde el ángulo persa, algo novedoso en el conjunto de novelas de Alejandro, y no desde el macedonio, que luego veremos.
Comentaremos algunos de estos episodios brevemente.
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