jueves, 16 de mayo de 2024

ALEJ…, no, ARRIDEO EL MAGNO Y UN ALEJANDRO DESCABEZADO, MINOR.

Una otra novela de Alejandro Magno y su leyenda, de las muchas en torno a su figura legendaria, es la titulada IMPERIO DE CENIZAS, del autor norteamericano Nicholas Nicastro, publicada en 2004. Nos ofrece en principio unas versiones de Alejandro, la campaña asiática y, en lo que aquí nos centramos, de la batalla de Gaugamela, que, a nuestro entender, dejan mucho que desear. Y puesta en relación con otras narraciones de esta materia de Alejandro, francamente desigual y deslucida. 

LA VALORACIÓN GLOBAL DE ESTOS PASAJES, los antecedentes de Gaugamela, y la batalla misma, es en verdad, algo deficitaria.

ALEJANDRO MAGNO: IMPERIO DE CENIZA

Lo que parecía una narración distinta, casi orientalista, por decirlo de algún modo elogioso, a adoptar el punto de vista de los persas, al que no se suele acudir, al cabo se ve como una opción incompleta y en ocasiones malograda.

Y hay que empezar por la ligereza de Arrideo, el hermano discapacitado de Alejandro que figura como el protagonista y verdadero estratego responsable de las victorias macedonias y toda la campaña asiática. 

Al principio podría parecer una mera ligereza, y no darle mayor importancia, pero al poco nos damos cuenta de que esta caracterización no casa con el tono épico y biográfico de esta novela y, es más, arrambla de forma fulminante con la figura de Alejandro, la campaña asiática y su figura legendaria.


Desde luego que sí esta devaluación del rey macedonio se hizo para relativizar la figura y conquistas de Alejandro, al tiempo que elevaba la dignidad de los persas, siempre anónimos y meros comparsas de la historia, desde luego que podría haber elegido otros argumentos o soluciones. La primera, verosímil del todo, reivindicar  a los generales que iban con Alejandro, los que formaban parte y construyeron el ejército original de Filipo con el que su hijo conquistaría Asia.

De hecho,lo hace, en Gaugamela reivindica, cosa por otro lado bastante lógica, reivindica y centra la atención en concreto sobre el general Parmenión, general de la vieja guardia de Filipo. Éste soportó las peores embestidas de la caballería persa, mantuvo en solitario y apuros la formación, a pesar de pedir constantemente auxilio a la caballería de los Compañeros.

Pero al recurrir al hermano disminuido según la historia, Arrideo, ya decimos, lo que parecía una ligereza corre el riesgo de convertirse en algo fuera de lugar y totalmente disparatado.

Ya decimos, en distintos pasajes, como en el asunto del fallecimiento de Estatira, o ya en Gaugamela, en el cierto éxito que tuvo el ataque de los carros o la dignidad de los guerreros persas, la narración es novedosa y cobra interés por este enfoque persa de las cosas.

Pero la cosa se queda ahí, no se continúa y no queda consolidada de ninguna manera. Parece en ocasiones ocurrencias sueltas, aquí  y allá, pero que no dan una versión íntegra de la narración histórica.

Queda tocada en ocasiones las verdaderas intenciones del relato, entonces.

Al final, si el objetivo parece ser relativizar y reubicar a un Alejandro mitificado y legendario, esto es totalmente correcto, válido y necesario. Ahora bien, la forma de hacerlo, colocando al discapacitado Arrideo como protagonista de sus conquistas y genial estratega, le quita todo interés y justificación a lo que pretendía.

Cuando no parece una ligereza algo gratuíta en el relato.

Siendo Arrideo hacedor y estratega máximo, Alejandro queda como un mero y simple ser descabezado, movido de aquí para allá por la mente táctica de Arrideo.


Es decir, si en principio la novela, en los pasajes tratados por nosotros, se presentaba con cierto interés, al presentar episodios de la campàña de Alejandro desde un punto de vista persa, crítico en cierta manera con los macedonios, y relativizando muy mucho la figura de Alejandro, luego no cumple con las expectativas, a nuestro entender. es más, queda la narración totalmente desfigurada.

En el episodio de Estatira, en el que, a pesar de los desdices, se arroja graves dudas sobre Alejandro, dudas, por otra parte, recogidas también por ciertos historiadores. 

Y ya en Gaugamela, que se enfoca desde el punto de vista persa, y se dignifica su actividad guerrera, esto se hace pero devaluando miserablemente la hazaña bélica de los macedonios, vapuleando el liderato de Alejandro y desmereciendo de forma inapelable y gruesa el éxito macedonio que, con todos los azares que hubiera, habían logrado tal victoria. 

La novela, bien escrita, atractiva, lograda en muchos aspectos, en cuanto a los datos históricos que emplea, al menos para Gaugamela, lo más conocidos por nosotros, y es por lo que podemos decir algo, parecen cogidos de aquí y allá, en forma de retales. No se narran completamente y en detalle, y se omiten otros hechos ligados a estos, quedando la sensación de algo malogrado. 

La conclusión de la propia batalla, tal como se narra, es apresurada e incompleta, cuando no patética. así es la estampa final de los dos generales, Darío y Alejandro, mirándose impotentes al no poder enfrentarse entonces. Y, desde luego, totalmente desmerecedora para los macedonios, pues casi les ha llegado de casualidad y chiripa. En lugar del tono heroico con que tratan la batalla los otros relatos y novelas, aquí se ofrece una victoria gratuita y casi injusta en relación a los persas, éstos mucho mejor parados que los macedonios. 

Macedonios que,ya decimos, guiados por un personaje alelado y enajenado. 

El intento de relativizar a Alejandro, si es que hay tal, y no mero intento sin ir más allá ni pretenderlo realmente, y, en consecuencia, el igualar a Darío con él, rebatiendo, es cierto, el inmerecido apelativo de cobarde que se la ha atribuido, no tiene mucha coherencia y queda como algo a medias, casi un intento, sin la documentación tratada y explotada a fondo, y resuelto, en los momentos claves de Gaugamela, de forma apresurada, liviana y con ciwrta ligereza para una recepción de los lances de la novela histórica y de la materia de Alejandro en concreto.

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