lunes, 28 de noviembre de 2022

ZAPATOS DE ESPÍAS

ZAPATOS Y ESPÍAS. EL ZAPATO-ESCONDRIJO


 JOHN LE CARRÉ, La gente de Smiley.

NOVELA CLÁSICA DE ESPIONAJE

 Época “dorada del espionaje, durante la Guerra Fría.

John Le Carré crea al particular, antiheroico, antiépico, antihéroe, George Smiley, miembro singular del Circus, nombre con el que se conoce o conocía al servicio de inteligencia británico.

Como antagonista, no sólo en el espionaje, sino casi en lo moral, ético, especialmente personal y casi íntimo, crea s su antagonista de los servicios secretos soviéticos, de extraño nombre Karla.

Casi también, por otro lado, en las antípodas del occidental Smiley.

Karla representa el otro, lo otro, en sus métodos, vida, experiencia profesional.

Es frío, duro, sin sentimientos, cerebral,

En fin, algo casi inhumano, en comparación con lo que representa Smiley. Éste se presenta frío, duro, pero también vulnerable, sentimental, cosa que no debería corresponder con su trabajo de espía…PIE

EL PIE-ZAPATO COMO ELEMENTO O LUGAR DE ESCONDRIJO DE UN MENSAJE CIFRADO.

En La gente de Smiley, el flemático espía, casi ya retirado, ve como uno de sus antiguos colaboradores pone en marcha una nueva pista para cazar a su sempiterno enemigo, Karla, o una de sus ramas.

Cuando le llega las noticias a Smiley, Vladimir, conocido como el General, ya se encuentra cadáver. En oposición a lo que le dicen sus superiores, Smiley decide investigar el origen de la muerte, el asesinato, de un antiguo colaborador suyo.

La investigación, silenciosa, callada, metódica, va conduciendo al personaje a una especie de revival de antiguas emociones y sucesos ya pasados.

Con el deseo de impedir que Karla siga aniquilando a otros miembros de su antigua red, tienen que desplazarse a Hamburgo donde residía por última vez otro de sus colaboradores, un tal Leipzig.

Este hace tiempo que lleva una vida rota y desastrada, viviendo de cualquier manera en cuchitriles de tres al cuarto. Para cuando Smiley logra conocer su paradero, ha llegado tarde. Encuentra el cadáver de su antiguo miembro amordazado y torturado.

Sin otra cosa que encontrar en el barracón donde llevaba una mísera existencia, se dispone a regresar, cuando, a la salida del lugar, ve una señal de tiza, que ha pasado inadvertida a los matones que lo perseguían. La casa donde vivía estaba en la orilla de un lago.

La señal indica el lugar donde hay una cuerda o nylon sobre el agua. Smiley la recoge, y empieza a tirar de ella desde la superficie. La cuerda mojada va subiendo paulatinamente, hasta que finalmente llega al final con lo que había atado en su extremo. Una zapatilla, una inocente e inofensiva zapatilla de bailarina.

Smiley la desata, palpa en su puntera y descubre que en ella hay algo oculto.

Desenrolla la puntera y encuentra la mitad de una postal, deliberadamente rota.

Es la marca o señal que deberá a entregar a quien sea que se lo pida, enviado o mensajero, para que éste le facilite a su vez lo que el colaborador Leipzig había depositado en custodia, para que se lo entregue a quien le muestre esa media postal.

“… (Smiley) Tuvo que bajar la cabeza y mirar por encima de las gafas para verla. Una marca de tiza nítida y amarilla. Una línea trazada cuidadosamente sobre el óxido de la borda y, a treinta centímetros, un carrete de sedal asegurado con un nudo marinero… Tiró del sedal y descubrió que pesaba. Lo recogió acompasadamente, una mano tras otra, hasta que el sedal pasó a ser cuerda de tripa, de la que también tiró. La cuerda de tripa se tensó repentinamente. Siguió recogiéndola con cuidado. La gente de la orilla se mostraba ahora expectante: Smiley percibía su curiosidad… De repente, con un paf, lo pescado surgió del agua y los espectadores lanzaron una carcajada irreverente y regocijada: una vieja zapatilla de gimnasia, verde, con el cordón todavía pasado y, además, el anzuelo que la unía a la cuerda era lo bastante grande para capturar un tiburón. Las risas se apagaron lentamente. Smiley separó la zapatilla del anzuelo. Después, como si tuviera que ocuparse de otros asuntos, anduvo lentamente hacia el camarote hasta desaparecer de la vista de los demás y de la puerta entreabierta para tener luz.

Llevó consigo la zapatilla, con aire distraído.

Alguien había cosido a mano un paquete de hule en la puntera de la zapatilla. Smiley lo arrancó. Se trataba de una bolsa para tabaco, con la parte superior cosida y doblada varias veces. Reglas de Moscú, pensó fríamente Reglas de Moscú hasta las últimas consecuencias. ¿De cuántos muertos más he de heredar?, se preguntó Smiley. Aunque a ninguno valoramos salvo al horizontal. Quitó las puntadas de la bolsa. En su interior había otra envoltura, esta vez una funda de goma con un nudo en un extremo. Oculto en el interior de la funda, un duro taco de cartón más pequeño que un sobre de cerillas. Smiley lo desplegó. Era la mitad de una tarjeta postal. En blanco y negro, ni siquiera de color. Media postal opaca del paisaje de Schleswig-Holstein con medio rebaño de ganado de las islas Frisias que pastaba bajo la luz de un sol gris. La tarjeta estaba rasgada con deliberada irregularidad. En la parte de atrás no había nada escrito, ni señas ni sello. Sólo era media postal trivial que nunca se había enviado; ellos le habían torturado y después le mataron por la postal, pero ni siquiera entonces la encontraron, como tampoco descubrieron ninguno de los tesoros a los que apuntaba...

 Aquí vemos, pues, otro uso o empleo del pie-zapato, pie-zapato en clave espionaje, como recurso o escondite para guardar una clave.

Tampoco tienen mayor importancia, los lugares para los mensajes e informaciones escondidas son de todo tipo y pelaje. Esto de la zapatilla es uno más, pero que añadimos a este listado. 

NOTA: También, cf.  https://elpais.com/cultura/2015/09/22/actualidad/1442915154_956908.html , se pueden ver zapatos, no ya como de la bailarina, con el mismo uso, un compartimento oculto para lo que se necesite.

                                        
                                              Zapato con compartimento en el taco, expuesto en el Spy Museum de Berlín.

ZAPATOS ARROJADIZOS.
No hay que olvidar otros usos de los zapatos en el mundo de los espías, mucho más peligrosos. En las películas clásicas de J. Bond, el superagente 007, hay una escena en la que el agente debe enfrentarse la malvada espía, Rosa Klebb, perteneciente a la organización criminal y antagónica SPECTRE.

Ésta, bajo su apariencia indefensa, esconde un arma mortífera. Y la esconde en uno de sus zapatos. Éste tiene una cuchilla, infestada de un tóxico mortal, con el que intentará eliminar a un Bond perplejo y asustado, a la defensiva. a utilizar a gusto para enfrentarse con oponente. La escena del enfrentamiento entre Bond y el zapato mortífero es llamativa.

                                    

El zapato asesino de la agente

                                                      La agente de Spectre Rosa Klebbe.                     

                                                                  Desde Rusia con amor

En la noticia del HufPost, se dice que la CIA copió a raíz del film este zapato criminal para uso de sus agentes profesionales, junto con otros elementos cotidianos, aunque más proclives a ello, como el paraguas asesino.


ZAPATÓFONOS VARIOS

Recordemos otros usos de los zapatos en el espionaje, en clave humorística, lejos de este tipo criminal. 
Nos referimos al zapato empleado como teléfono, el llamado zapatófono, por Ibáñez.

Lo tenemos visto en Maxwell Smart, el superagente 86, la serie famosa de los ´70.

Y en el cómic, al polivalente e industrioso Mortadelo, que lo bautiza con este nombre ya de todos conocido, el zapatófono,

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