Otra novedad es, al estilo
de las grandes epopeyas clásicas, abrir el comienzo de cada parte del libro, se divide en cinco libri, escrito en latín, con una asamblea de los dioses , al más puro estilo homérico.
A éstas se le añaden una asamblea inicial y otra final con la que concluye premonitorio el libro. En ellas, como es tradición, los Olímpicos deciden sobre el rumbo que debe
tomar la historia, a quién apoyan unos y otros dioses, con sus particulares preferencias y rivalidades. Llama la atención el papel más activo de una diosa siempre marginal como Vesta. Tiene su atractivo, es claro que es un recurso literario pero de todas formas enriquece la obra, de forma impensada.
Lo mismo pasa con las páginas ambientadas en el inframundo, que prolongan la acción de la novela en este subuniverso paralelo.
Se echan de menos, quizás,
más batallas, muy típicas de sus novelas, atractivas y repletas de elementos sorprendentes en
cada una de ellas. Aquí, aunque se nos relatan episodios parciales de varias, sólo se nos muestra una completa, la de Nísibis, en
la última parte de la novela, bastante atroz, por lo visto, que duró tres días y con resultado incierto. En ésta se nos presenta, como en sus otras novelas,
detalles curiosos de las estrategias de batalla, como el uso de abrojos de
hierro, murices ferrei, para acabar con el ataque de la caballería catafracta parta de caballos y,
especialmente, dromedarios.
Aparece otro personaje intrigante, también prefecto
del pretorio, que será también emperador, Opelio Macrino, aunque por corto tiempo.
En general, es una novela
de violencias, horripilante, crímenes familiares de todo tipo, protagonizadas por el
descontrolado Caracallla. Violencia también en los alrededores del poder,
intrigas, asesinatos viles, masacres impías, violaciones, asesinatos crueles, ...
En fin,
como se dice, uno de los atractivos mayores de cualquier obra es que siempre incluya sexo y violencia, y aquí, como en las restantes trilogías del mundo imperial romano, aquí está repleta de ello, sobre todo de lo último.
En medio de toda esa orgía y esa vorágine que todo lo
devora y maltrata, solo la lucidez y entereza de Julia , la predisposición de su inseparable Galeno , de su esposo Severo en parte, y de Quinto Mecio finalmente, son lo único que sobrevive a ese mundo brutal que lo inunda todo y que ha tratado de retratar el autor con arreglo a lo que nos muestra los propios documentos históricos.
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