lunes, 6 de abril de 2020

FARMAKON: LA PANDEMIA.

       En estos días calamitosos y desgraciados, parece algo superfluo hablar de algo que nos permita evadirnos de esta situación, cuando tanta gente está cayendo incesantemente y se repiten episodios de generosidad que devuelven la reconciliación con el ser humano.
       Así y todo, en este fin de semana, el artículo de Javier Marías venía dedicado precisamente al lado positivo de la evasión, que a él, escritor, y es claro que forma parte de su oficio también, le proporcionaba alivio, descanso y ayuda.
     Como dice en su artículo, sumergirse por unas horas en otra época, otro mundo, personajes, peripecias, en las que está trabajando para su última novela, le producía, eso que ya comentábamos, alivio, ayuda, evasión.
       Y de ahí su artículo era una reivindicación de las artes  y las humanidades, por el alivio y la ayuda que proporcionan, entre otras cosas, al espíritu en los momentos más terribles como el actual.
       Ya sabemos que esta defensa de las artes humanísticas empieza en Cicerón en su discurso a favor de la ciudadanía romana de Archias, el titulado Pro Archias.
       También, por otro lado y sin afán de ser frívolo, por los whatsapp circulaba alguno que decía algo así, cómo en situaciones como las actuales, esas materias o asignaturas siempre consideradas de relleno, Marías, optativas con trabajos, eran a las que recurría ahora la población encerrada en sus casas para poder soportar estos momentos.
       Al mismo tiempo, en la semana pasada había empezado a escribir una novela por entregas en facebook el escritor Mariano Gambín llamada Misterio en la Laguna ambientada precisamente en la Semana Santa de dicha ciudad.
       Como dice el autor y recuerda, esta novel es un entretenimiento para estos días insólitos que nos ha tocado vivir, y al decir esto también nos lleva otra vez a ese valor de evasión, alivio, cuando no también  formativo, que tenían las humanidades.
       Ha tenido el acierto, por otra parte, de hacer partícipe de la nueva novela a aquellos seguidores que hayan querido unirse a ella. Así, en cada capítulo acepta las sugerencias que van colgando los seguidores suyos en la red, selecciona tal o cual derrotero que crea apropiado de los aportados, y por ahí desarrolla el nuevo capítulo.
       Es claro que Cicerón nunca pensó que la literatura como farmakon llegara a incluir entre las desgracias a las que puede ayudar a mitigar la de una situación de confinamiento severo como la actual, un virus minúsculo que , como un perro rabiosos de mil cabezas o una hidra de millones de cabezas, todas invisibles, arrinconara a la humanidad en sus aislados e incomunicados hogares, encerrados sin poder poner el pie en la calzada y mirándonos a distancia desde los balcones y ventanas.
       En la tele, en un programa recomendaban para estos días un librito de Nuncio Ordine titulado precisamente La utilidad de lo inútil, en la misma onda que lo anterior.

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