domingo, 9 de julio de 2017

GLAD VS ESP: EL OTRO. LA IMAGEN DEL BÁRBARO.

EL OTRO EN GLADIATOR Y ESPARTACO. LA IMAGEN DEL BÁRBARO.

             Tanto en ESP como en GLD la figura del otro aparece ciertamente representada en una y otra película, quizás con mayor fuerza en GLD. El mensaje inicial de GLD estableciendo una oposición clara entre los dos mundos, el del imperio y el de los bárbaros, tiene su reflejo en la batalla con que se inicia la película. Los bárbaros están caracterizados por su aspecto físico greñudo, visten pieles, portan armas toscas y campesinas, gritan una jerga incomprensible y se mueven todos como una masa descontrolada. Por contra, el mundo romano se presenta, ejemplificado a través del ejército, como un mundo organizado, jerárquico, uniforme, que habla nuestra lengua, astuto, poderoso y calculador. En ESP el bárbaro también aparece al inicio, es el propio Espartaco sufriendo penas forzadas en la cantera. Es hosco, fiero, con greñas y agresivo. Frente a él aparece la figura del romano civilizado representado por Batiato, mercader de esclavos de maneras afectadas, muelle y decadente.


            En ESP la visión del otro, aunque se pueda sacar más cosas, está ejemplificado en la cantera de esclavos, también al principio de la película. La figura del esclavo tracio Espartaco, trabajando resignado pero de una agresividad latente, fuerte, hosco, greñudo, y esto lo recalca ya la película desde el principio, fuertemente solidario con sus compañeros, nos lleva a la descripción del buen salvaje, podríamos aventurar, y se opone claramente al personaje decadente y muelle de Batiato, el empresario que ha llegado a las minas a comprar esclavos.
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            Los otros están muy bien caracterizados en GLD, ya desde el abrupto e impresionante inicio de la película. Nada menos que nos encontramos con el clásico otro, el bárbaro, que era para un romano aquellos habitantes que vivían fuera de los límites del imperio (aunque se tuviera tratos con ellos). Esta oposición entre nosotros y el otro ya procede del mundo griego, la propia palabra bárbaro viene de aquí, y establece una primera distinción del mundo entre dos grupos, los que habitan la oikoumene y tiene la cultura helénica o grecorromana, y los otros, los que no. Su base es claramente lingüistica, los bárbaros son los que no hablan nuestra lengua.
            En Espartaco esta distinción del otro no se refleja de modo claro después a lo largo de la película. En GLAD también se diluye, claro es, en la trama posterior de la película. Pero en Espartaco no parece haber lugar para extenderse en esta oposición. Quizás, y volvemos a lo mismo, porque el mensaje que quiere dar la película avant la lettre es de un hermanamiento mundial de todos los seres humanos, no hay diferencias entre unos y otros, entre nosotros y los otros.  Esto, claro, empezando por el motivo principal de la película, la abominable distinción entre libres y esclavos.
            El mundo de GLD es un mundo más realista históricamente, los otros, los bárbaros del comienzo de la película, existen, están más allá de Roma, a la que alude Máximo como la “luz” frente a la oscuridad de esos mundos. Idea ésta que hace sonreír al desencantado MA y por eso le revela su desengaño ante la idea de esa Roma iluminadora e ingenua que tiene Máximo.
            En ESP Roma está claro que es un mundo donde lo que prima es la lucha por el poder y donde están en juego facciones y  rivalidades personales enfrentadas por alcanzar el control de su poder. Igual idea aparece también en GLD, solo que las épocas históricas son distintas. ESP refleja estas luchas por el poder y el ascenso de personalidades poderosas en el fin del período republicano, y GLD traza estas luchas de poder en la época álgida del Imperio.
            En Espartaco hay una difuminación del otro, como vemos en las escenas del campamento de los esclavos. Por encima prima la idea del igualitarismo de los humanos, independientemente de su patria, lengua, religión, edad. Aquí no cabría desde luego esta visión antropológica del otro, pues no tendría razón de ser.
            La imagen del bárbaro sí que está representada, al igual que en GLD, al principio de la película. También, como en GLD con la batalla en el limes, son impactantes es esta secuencias  y, claro, concretadas en el mundo de la esclavitud. Esclavitud en el más crudo de los escenarios el de las minas o canteras, pues ya veremos que en otros contextos, pensemos en los esclavos domésticos  de Batiato o Graco, no tienen esa visión humillante.
Esta rudeza del bárbaro está ejemplificada en Espartaco, que, ahora que lo escribimos, con sus ojos furibundos y su barba desgreñada, recuerdan bastante al bárbaro germano que aparece con la cabeza decapitada del emisario romano en GLD.
            Por oposición al salvaje Espartaco, el “civilizado” romano, en este caso, está representado por la figura afectada, muelle y decadente de Batiato, el mercader que viene a comprar esclavos a la cantera. Le va acompañando otro esclavo, este ya domesticado, que le porta con mal oficio la sombrilla para que no le dé el sol. Se lleva una reprimenda del propio Batiato porque no lo protege bien, y en esta secuencia tenemos la imagen del romano civilizado y decadente en un mundo esclavista.
            Luego, al encontrarse con Espartaco, el fiero, el salvaje el bárbaro, el otro, que se le representa como rebelde agresivo al que  tienen que encadenar, vemos cierta atracción que siente por este ejemplar. Greñudo, sudoroso, golpeado y encadenado a la roca, por una casualidad llama la atención del mercader
            “¿Por qué está encadenado”, pregunta. “Mordió a un soldado”. “¡Mordió!”, exclama Batiato. “Déjame ver su dentadura”. Aquí ya vemos a un Batiato mercader e interesado. Y después de comprobar, como si fuera un caballo, su dentadura (ya sabían que los dientes es un reflejo del estado de salud), “me lo llevo”, afirma con seguridad.

            Esta es una de las imágenes del bárbaro como contrapuesta al civilizado que se presenta en ESP. Más tarde, a la llegada a la escuela de Cumas, Esp ha sufrido una transformación en su aspecto físico, y ya luce afeitado, aseado y fornido, ya ha perdido esa condición externa de bárbaro.

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