miércoles, 31 de enero de 2024

SORTES VERGILIANAE EN EL WESTERN: TRES PADRINOS (1948) -3-

 LAS SORTES VERGILIANAE.

Pues es entonces cuando le llega el turno a Kid, que surge como una aparición entre medio de los dos, con una sensación de encontrarse raro y casi como en un trance. 

Mientras Bob y Pedro mantenían una discusión airada, Kid, desentendido de ellos, había recogido el libro de la Biblia del suelo de la carreta, manteniéndolo abierto por la página tal cual cayó. Cuando los otros dos estaban a punto de llegar a las manos, Kid, ajeno a la disputa y como fascinado, se queda absorto mirando la página del libro sagrado. 


De forma lenta y ceremonial, empieza a hablar 

como un ministro religioso. 


  • Sois unos estúpidos. Aquí dice, y señala al libro que tiene en las manos, dónde deberíamos ir. Igual que lo ha dicho todo. No comprendéis nada.


Y, ya en tono casi místico, como un vate de la antigüedad, continúa.

  • ¿Creéis que todo esto ha sido una casualidad? Que viniéramos por este camino, encontrar a la madre, ayudarla, sigue diciendo con voz tomada. El niño, el pesebre, la estrella brillante … en la noche. 


Bob lo mira totalmente escéptico.

Al parecer, Kid acaba de tomar ser consciente de la presencia de lo numinoso en aquel lugar dejado de la mano del señor.

Este rapto casi místico de Kid, esta situación extática casi, no es propia del western. La religión, y menos una religión sentida especialmente, aparece en este género como los tradicionales ritos religiosos de función público social. Aquí Kid está experimentando una especie de revelación, pues nota en su ser la presencia de lo numinoso en sus acciones, muy ajena al género.

 

Es en ese momento es cuando aparece el tema de las Sortes Vergilianae. Como se sabe, dentro del complejo mundo de la adivinación y sus artes en la Antigüedad, las Sortes es un procedimiento de adivinación, como otros muchos, que viene de antiguo, y en el mundo clásico tenemos los primeros testimonios. 

Este rito consiste en abrir un libro al azar, o también lanzarlo al aire, y leerlo por la página en la que casualmente ha quedado abierto

Al principio, se empleaba la Eneida u otro libro con máximas de Virgilio. Pero luego ya se empleó la propia Biblia y, al final, se puede emplear este método con cualquier libro. En el mundo clásico, esta práctica se generalizó en tiempos de Adriano.

Se dice, incluso, que la conversión de San Agustín se produjo a raíz de este medio adivinatorio.

Como se ve, es un recurso que alguna vez hemos probado o visto en películas o en obras de literatura. No parece, así a primera vista, tener mayor complicación. 

Incluso algunos ilustres  profesores de universidad utilizaban este método manual con el manual de su asignatura, los días de exámenes, para desesperación de sus alumnos.


En el film, las sortes se llevan a cabo por la segunda opción, lanzarlo al aire, ejecutando el rito sin ser consciente de ello, después de que el manotazo de Bob aventara el libro por los aires. 

Y es que, indirecta e irónicamente, el escéptico Bob ha actuado de oficiante de culto en el rito adivinatorio, sin ser consciente ni quererlo.

Kid, en ese rapto omnisciente, encuentra en el relato bíblico los apoyos a su revelación.

  • No digo tonterías ni tengo ni tengo fiebre, Bob, te lo aseguro. No, como tampoco tuviste que ver con tirar el libro PARA QUE SE ABRIERA EN EL LUGAR DONDE HE ESTADO LEYENDO, donde nos dice a dónde hemos de ir. Escuchad, os lo ruego.

manteniéndolo abierto por la página tal cual cayó


A todas estas, Pete y Bob han guardado un reverencial silencio mientras Kid hablaba ensimismado, transmutado casi en un sacerdote de cultos paganos.

Pete le dice nervioso “¡No, Kid, no!”, pero Bob, más tranquilo y resignado, le anima,  “¡Adelante, Kid, si eso te hace sentir mejor!”.

Empieza Kid a leer con voz temblorosa:

“Y cuando los días de su purificación fueron consumados, según las leyes de Moisés, recogieron al niño y lo llevaron a Jerusalén, para presentárselo al Señor”.


Entonces Kid detiene la lectura y se vuelve admirado hacia Bob:

“¡Te das cuenta, Bob! Aquí dice Jerusalén”.

“¡Nueva Jerusalén!”, responde Bob, como si de pronto hubiera abandonado su escepticismo y aceptara las ensoñaciones de Kid. Efectivamente, el pueblo así llamado de Nueva Jerusalén es uno de los que está a una distancia manejable para alcanzarlo.

Verás, Bob, dice Pete entonces, reverente, que también se queda sorprendido, yo no digo que al Señor le importe mucho lo que le pase a un vulgar cuatrero, pero, si yo estuviera en una casa de juego - es su mundo, juergas, alcohol y salones de apuestas -, ¡jugaría al número de Kid”.

Los tres han llegado a tal nivel de desesperación, expresado por estas últimas palabras de pete, que son capaces de someterse a un rito adivinatorio a todas luces ilógico. En tal estado se encuentran.

Pete se dirige a Bob, porque sabe que es al único al que hay que convencer.

¿De veras?”, inquiere Bob, que sabe que no es cierto esto. Pero a continuación, coge el sombrero, dando por acabada la sesión llamémosla de trance originario, y se marcha aceptando el designio: “¡Está bien! ¡Vámonos!”.


imagen  de Kid arrebatado casi por un rapto extático.

La ceremonia, el ritual de las Sortes Vergilianae ha concluido. La última imagen nos muestra a Kid, solo pues los otros dos han marchado rápido, con la expresión de visionario cristiano o de la Pitia en el momento del éxtasis.


Como curiosidad, hay que decir que el fragmento que toca en suertes es Lucas 2, 22 ss.


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