jueves, 2 de noviembre de 2023

" ...SE DICE QUE ALEJANDRO ARROJÓ UNA LANZA A DARÍO ...": R. LANE FOX:

 R. LANE FOX:

"… SE DICE QUE ALEJANDRO ARROJÓ UNA LANZA A DARÍO ..."

 

La obra de R. Lane Fox Alejandro Magno: conquistador del mundo, de ediciones Acantilado, 2007, es una de las últimas y más precisas biografías y estado de la cuestión, sobre la vida y ambiciones del gran Alejandro Magno.


La obra de R. Lane Fox Alejandro Magno: conquistador del mundo, de ediciones Acantilado, 2007, es una de las últimas y más precisas biografías y estado de la cuestión, sobre la vida y ambiciones del gran Alejandro Magno.

Reeditada a raíz de su colaboración exitosa con el director O. Stone para su película Alexander, es un texto presentado por uno de los mayores especialistas en el rey macedonio de nuestros tiempos.

Es contrastada la precisión y documentación, tanto textual como técnica, de todo el relato histórico. En el caso, además, de los episodios bélicos, presenta el asesoramiento de militares actuales con el que se dota el texto de Lane, como en caso de Issos y Gaugamela principalmente.

Por ejemplo, un detalle, una cosa que indica y señala desde el principio, que quizás solo puedan evaluar cono conocimiento militares en ejercicio, es la omnipresencia del polvo, de la tierra, y de todos los problemas que éste genera, como en el caso de las comunicaciones y visibilidad entre partes de ejércitos tan numerosos. Lane lo pone de manifiesto desde el principio y lo cita de forma regular en el caso de Gaugamela. Es sólo un ejemplo de la precisión y el detalle de la obra.

En los otros aspectos de la batalla, en varios donde se han planteado ciertas discusiones, Lane exhibe sus conocimientos y hace una clara exposición de los mismos.

Por ejemplo, en la iniciada y luego detenida persecución de Darío por parte de un irreflexivo Alejandro, Lane muestra su capacidad de análisis, su discusión con otras opiniones académicas, poniendo en cuestión tanto las fuentes antiguas como las historiográficas actuales, las que hablan de la llamada de auxilio de Parmenión que es la que detiene esa persecución. Lane la considera dudosa, se trata de buscar un chivo expiatorio en la figura d este general, y opta por explicaciones más plausibles y aceptables a la luz de lo que hoy se sabe y sus informaciones y deducciones.

 

Volviendo al capítulo 14 dedicado a la batalla de Gaugamela, Lane describe con detalle los prolegómenos de la batalla, con un estilo literario que, además, hace más atractiva la lectura. Luego, pasa a describir lo que es la batalla propiamente, con los dos ejércitos enfrentados, una valoración y discusión de las fuerzas de cada uno. Describe el inicio y desarrollo de la batalla con los datos con que se cuenta, hasta llegar al omento decisivo, la carga de los hetairoi que decide la batalla.

 

EL GOLPE DE MANO.

Hemos entresacado los párrafos en los que el historiador llega a los momentos decisivos del encuentro, cuando se abre un hueco en el centro del ejército persa y Alejandro y los Compañeros se dirigen hacia ese espacio propicio. La descripción va acompañada de algunas nociones de estrategia refrendadas por autores como Clausewitz o el mismo napoleón, estudiosos del macedonio.

“… Los agitados movimientos del ala izquierda de los persas, primero cabalgando hacia un lado para coincidir con Alejandro, después corriendo hacia adelante para flanquearlo, abrieron una brecha en la que el ala izquierda se encontró con la izquierda del centro; esa zona, que era donde se encontraba el carro de Darío, invitaba a que se entrara en ella. «El segundo principio de la estrategia —escribió Clausewitz, maestro en la teoría de este arte— es concentrar las fuerzas en el punto donde van a darse los golpes decisivos, pues el éxito en este punto compensará todas las derrotas en los puntos secundarios». Anticipándose tanto a Clausewitz como a Napoleón,

 

Se trata, como ya sabemos, y el film de Stone exhibe con maestría, al giro que da la caballería macedonia, estirada hacia la derecha, para retornar al centro persa y decidir allí el enfrentamiento.

 

“SEGÚN DICEN”, “SE DICE”, …

De todas formas, y con todo y por eso mismo, y para el asunto que comentamos, llama la atención que Lane, como ya hacían los historiadores antiguos, empezando por Heródoto, cuando tenían que dar una información que no sabían cierta o contrastada, que recurra Lane ahora, y como entonces ellos, al apoyo del se dice, según dicen.

Tratándose de un tan gran especialista en el monarca macedonio como él, resulta llamativo, desde luego, visto como se ve el tratamiento preciso y detallado de cualquier otro aspecto histórico. Siempre y cuando no resulte de apoyo a la escena del film que él propio historiador asesoró exhaustivamente.

Y eso es lo que hace en el caso de la lanzada de Alejandro. Es decir, después de la analítica y detalladas descripciones de la táctica de Alejandro, ilustrada nada menos que con notas de estrategia atinadas de personajes relevantes que hicieron en su momento, como Napoleón o Clausewitz, Lane cita la lanzada del macedonio con ese recurso incontrastable y eludiendo valoración alguna, del “se dice”.

 

“… SE DICE QUE ALEJANDRO ARROJÓ UNA LANZA A DARÍO …”

 

La táctica de Alejandro está toda ella, según expone Lane, conducente a encontrarse, frente a frente, con el centro persa momentáneamente desguarnecido y al propio Gran Rey repentinamente frente a él. Es entonces, en ese momento decisivo en el que todas las fuentes, al menos las antiguas, y el mosaico coinciden, es cuando en breve y como de pasada, introduce este “se dice”, para referirse al acto de la lanzada, tapando tras estas anónimas referencias un hecho incierto y quizás improbable.

En el más puro estilo homérico, se dice que Alejandro arrojó una lanza a Darío, que le pasó rozando y mató al auriga que estaba a su lado;

         Parece que Lane se deja llevar algo por la emoción, pues antes de describir este hipotético hecho de Alejandro, ya lo precalifica como homérico, En el más puro estilo homérico. Parece que, a pesar de que escriba al lado “se dice”, no deja de añorar el que el tal hecho de la lanzada, como expresión del espíritu homérico que anidaba en el rey heleno, hubiese podido ser protagonizado por él.

 

Al margen de este calificativo, en esta frase afirma tres cosas importantes: una, que fue Alejandro quién efectuó la lanzada; dos, que pasó rozando el cuerpo de Darío; y tres, que mató al auriga, al conductor.

         Haciendo un inciso fílmico, vemos cierta correspondencia con lo que dice el historiador y la versión fímica, al menos en parte.

Uno, Alejandro hizo la lanzada. Stone hace una secuencia espectacular en todo este momento, al que le da un tono elevadamente heroico y singular, añadiendo además la figura de Bucéfalo acompañando en esa gloria inmortal y escénica al macedonio, lanza en alto.


    Dos, le pasó rozando a Darío: el film de Stone exhibe gráficamente cómo la xystón se dirige de pleno contra el Gran Rey y que éste, en peligro, gira bruscamente el torso para evitarla.

 

                                                                 Darío gira el torso para evitar el xystón de Alejandro.

La lanza se pierde sin atravesar al auriga, en cambio. Y

Tres, alcanzó de lleno al auriga. Esta imagen, en cambio, se la debemos al film de Rossen, y no al de Stone.



         Si nos atenemos a lo que conocemos de las fuentes, las que hemos leído, esto es, Arriano, Plutarco, Curcio y Diodoro, hay que decir que ese “se dice” se correspondería, en estos tres puntos, en la del autor latino y el siciliano, y mayormente con este último.

En efecto, Curcio habla, uno, de una lanzada, pero que no se sabe de dónde y no menciona a Alejandro, y dos, que alcanza de lleno al auriga, como dice Lane.

Por lo tanto, no será Curcio al que se refiere Lane cuando cita el “se dice”, pues tenemos al otro autor de los cuatro principales sobre Alejandro, Diodoro Sículo, siempre muy cuestionado en su labor historiográfica, que menciona el hecho.

Y es Diodoro el que cita sin ninguna duda que fue el propio rey macedonio el que realizó el lanzamiento del xystón.

Arriano y Plutarco, menos arriesgados, se contentaban con señalar esta carga de los hetairoi como la decisiva, Curcio quien añade los otros datos de la lanzada y la muerte del auriga y posterior confusión. Sin embargo, ya decimos, el latino en ningún momento dice que sea de Alejandro ni de nadie, es una lanzada más en medio de la confusión de la carga de los Compañeros y la batalla propiamente.

Pero Diodoro es definitivamente quien lo refiere y da por cierto el dato, sin mayores referencias, por otra parte, de la autoría del acto.

Lane, en cambio, añade con este “se dice”, la autoría del hecho al rey macedonio. Y es claro que tiene como referente a Diodoro.

En esta autoría, aunque no lo dice, cuenta con la cita del autor griego, que es quien pone por escrito y sin asomo de duda este hecho crucial, es decir, el que Alejandro lanzó su xystón contra Darío, enzarzados que estaban, como ya aventuraba Ps. Calístenes, en un duelo singular.

 

Lo curioso, por tanto, es que Lane no lo cite, no diga al menos que es en Diodoro Sículo donde aparece esta referencia a la autoría de la lanzada, aunque presente las dudas que normalmente se le achacan a su labor de historiador. Estampa en su texto el “se dice”, por tanto, omitiendo cualquier referencia a Diodoro u otras fuentes que lo mencionen, que probablemente no haya muchas más, debido a la escasez de datos, paradójicamente, sobre la vida y hazañas de Alejandro.

 

“… DARÍO HIZO GIRAR SU CARRO …”

Lane, por lo tanto, sigue la tradición historiográfica antigua y hasta hoy, en el sentido de especificar que la carga de los Compañeros contra el centro, y la supuesta lanzada, es la que es decisiva y realmente provoca y determina el desenlace de la batalla. Pues a continuación de este golpe de mano y consecuentemente, se produce la huida de Darío. Como citan las antiguas fuentes, ya decimos.

sin duda los Inmortales y los parientes reales se inquietaron mucho ante este penetrante ataque y, puesto que los cadáveres se amontonaban unos encima de otros, Darío hizo girar su carro y se deslizó hacia el sur a través de la nube de polvo que lo cubría para ponerse a salvo en el Camino Real.

 El profesor de Oxfod, como Manfredi, pero no las fuentes, habla también directamente de la guardia de los Inmortales, presentes y en el entorno del Gran Rey. También se refieren a los parientes reales, como hace Plutarco y otras fuentes. En el mosaico de Issos parece que el alanceado por Alejandro es un hermano, un tal Oriartes, en referencia a estos parientes de todo tipo que estaban en el entorno del carro real.

Pero, en lo que se refiere a la retirada del Gran Rey, tal como la describe Lane y como también se encuentra en la tradición textual, ni siquiera necesita de escribir el término “huida” para describir la subsiguiente fuga del Gran Rey. Como los otros autores, solamente con hacer alusión al giro del carro, Darío hizo girar su carro y se deslizó hacia el sur, lo deja expreso claramente.

Tal y como han recogido también el mosaico y los films de forma plástica y bien expresiva del hecho. Aunque ya vimos que es Curcio quien, intentando rehabilitar al monarca persa, excepción entre las fuentes, le dedica unos minutos de duda y espera antes de tomar la ignominiosa decisión.

 

De tal manera concluye la batalla de Gaugamela Lane, de forma algo precipitada, aludiendo también, como Curcio y Diodoro, al amontonamiento de cadáveres que impresiona al rey persa. Quizás se podría haber esperado algún detalle más de lo que produjo esta huida, o recalcar más lo decisiva que fue este golpe de mano táctico de Alejandro y su caballería. Pero el historiador, tal como las fuentes antiguas, establece sin solución de continuidad el acto de la lanzada con la subsiguiente fuga del persa.

Curcio, y también Diodoro, ya decimos, es el que introduce entre un momento y otro algunos momentos previos, cierta confusión que se entabla entre los persas por el rumor de la muerte del rey, tratando de dar una explicación de esta para él inesperada huida, en un momento indeciso de a batalla.

 

TRES MIL COMPAÑEROS Y OCHO MIL SOLDADOS DE INFANTERÍA CAMBIARON EL RUMBO DE LA BATALLA”.

Sin embargo, un poco más adelante, haciendo una valoración global del enfrentamiento, arroja una explicación bastante certera y definitiva, a menos a nivel general, de cómo se produjo ese descalabro. La razón, según Lane, estaba en la táctica, cosa que ya indicó Plutarco, en la táctica que emplea Alejandro y su ejército, táctica esta heredada y formada para el ejército macedonio por su padre Filipo II, el que la desarrolló de forma definitiva y dejó preparado el ejército para su aventurado hijo. La clave, según Filipo, al parecer aprendida de Epaminondas y el ejército tebano, que ya en su día derrotaron sorpresivamente a los invencibles espartanos, consistía en el ataque en oblicuo y la concentración de fuerzas en el punto débil del enemigo.

Esto es lo que en última instancia debió suceder, claro, desde una perspectiva muy amplia y general. Porque allí en el campo de batalla pudo haber ocurrido muchas cosas, pensamos.

No hay duda de que unos tres mil Compañeros y ocho mil soldados de infantería cambiaron el rumbo de la batalla al concentrarse en un punto débil. Sin embargo, las posiciones secundarias todavía estaban en peligro, y el premio principal, Darío, no sería localizado o adelantado con facilidad.

 

CONCLUYENDO: LA COLINA TALL GOBEL, RENOMBRADA NIKATERION.

Hemos recogido en síntesis la última reflexión de Lane en este capítulo dedicado a Gaugamela. Ya casi al final del mismo, habla de que el macedonio renombró la colina, una pequeña elevación ubicada tras el campo de batalla, llamada por los persas del lugar con el popular nombre de Tall Gobel, “la joroba del camello”. A Alejandro, muy propagandístico y consciente de sus hechos él mismo, le era evidente que aquel acontecimiento tendría que quedar para siempre fijado en la memoria de los siglos, a medida que el tiempo hiciera esto precisamente, hiciera olvidar los detalles de la batalla, como éste del que hablamos precisamente, el de la lanzada. Alejandro, pues, renombró la colina de Tall Gobel con la de Nikaterion, colina o lugar de la Victoria, así en mayúsculas.

Lane, por su parte, rescata de este olvido implacable del tiempo el dudoso hecho de la gloriosa y decisiva lanzada de Alejandro. Deja constancia de ella, de ese duelo homérico, y recurre al inverificable “se dice”, para dejar señal de la estela legendaria del macedonio.

Entre Erbil (Arbelas, señalada en el mapa) y Mosul, en el Kurdistán iraquí, se encuentra la llanura de Gaugamela, donde sucedió la batalla. De todas maneras, la ubicación de tan magna batalla sigue sin conocerse. Fue cierto Sir Aurel Stein quien ubicó en 1985, parece, la batalla en la localidad de Tell Gomel, en esa área entre Mosul y Erbil.

Este lugar, Tell Gomel o Tell Gahmel, "la joroba del camello" que es o que significa, se encuentra en el centro de la llanura de Navkur, ubicada al sur de la carrtera Erbil-Dohuk, entre Jebel Maqloub y la región de Bardarash, y el río Al-Khazir River por el este ( http://www.terradininive.com/projects/tell-gomel/?lang=en).

  
imagen de Tell Gomel.

llanura de Navkur.



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