jueves, 23 de noviembre de 2023

GAUGAMELA EN LA BATALLA DEL RÍO SILARO.

GAUGAMELA EN LA BATALLA DEL RÍO SILARO.

Ahora que uno está de aquí para allá con el asunto de la batalla de Gaugamela y el papel de Alejandro, recogiendo referencias del cine, la literatura histórica o los cómics, no es de extrañar que la veamos en todas partes.

S. Posteguillo es de los autores que ha destacado en sus novelas por dedicar detallados y descriptivos relatos de los episodios bélicos que se desarrollan en las vidas de sus personajes.

En Maldita Roma dedica varias y excelentes páginas a las campañas bélicas de Pompeyo contra Sertorio en la guerra civil en Hispania. Y lo mismo hace con los varios y afortunados enfrentamientos de Espartaco contra todas las legiones romanas que le envían, y a las que derrotó inapelablemente.

Salvo en la última y, claro, decisiva.



Es en el curso de esta última y decisiva batalla, la del río Silaro, cuando sale otra vez el asunto de Gaugamela. Sale a la luz porque se la menciona, es el propio Espartaco, esclavo que lee, Posteguillo lo presenta como algo más que un líder guerrero, en latín y griego a Polibio nada menos, quien la recuerda en esos momentos con pesar, al no suceder las cosas como en aquella. 



Y también porque la táctica final, la que hace Espartaco a la desesperada y casi suicida, la de arremeter directamente contra el lugar que ocupa su oponente romano Craso, con su grupo de esclavos desesperados, recuerda a la de Alejandro cuando ataca el centro del ejército persa, cabalgando directamente contra Darío allá en Gaugamela.

Ésta es una táctica que no recogerá Kubrick en su film sobre el esclavo libertador. Espartaco acaba luchando como uno más en el fragor de la batalla, sin ningún plan o estrategia contra Craso.


Los precedentes de la batalla son los siguientes. Roma ha decidido finalmente reunir a los tres ejércitos de los que dispone para acabar con Espartaco. Por eso ha hecho venir a Pompeyo de Hispania que llega por el norte con sus legiones; a Lúculo, que proveniente de Asia, desembarca en Brindisi; y por último, al ejército de Craso, que en Italia lleva persiguiendo al esclavo con denuedo.

Van a confluir los tres en la batalla.

Espartaco es consciente de que el fin está decidido y que esta será la derrota total de su ejército. Así se lo confiesa a su amante Idaila, pero lo oculta a su cuerpo de mando.

La batalla comienza con una escaramuza, que se convierte en el desencadenante de la batalla completa.

Como ya tenía sabido, la marcha del combate va cada vez minando las fuerzas del ejército de esclavos. Encontrándose en la situación final, Espartaco opta por lo único que puede hacer, aun sabiendo que todo está perdido.


Como si fuera Alejandro en Gaugamela, ordena a uno de sus lugartenientes, el celta Casto, que lleve la caballería, hasta ahora en retaguardia, hacia el lado izquierdo del frente. Luego, que avance con ella hacia la derecha para tratar de rebasar a las legiones romanas y envolverlas. 

En esto es similar, casi similar, a la cabalgada de los hetairoi en las llanuras de Persia. Por otro lado, hay que decir que deben de ser tácticas utilizadas y conocidas en las batallas de la antigüedad.


…Tras constatar que las filas romanas no se quebraban, Espartaco hizo llamar a un jinete:

—Dile a Casto que vaya hasta el extremo izquierdo de nuestro frente, para desbordar a los romanos por ese flanco —ordenó al mensajero, y éste partió raudo hacia la retaguardia del ejército de esclavos, donde el celta aguardaba con la caballería.

… 

Caballería del ejército de esclavos.

Casto dirigió a todos los jinetes hacia el extremo izquierdo de su propio ejército para rodear el ala derecha del enemigo…

La caballería del ejército de esclavos galopaba hacia el flanco derecho del enemigo. Era el todo o nada. La libertad o la esclavitud.


LA VERSIÓN DE GAUGAMELA EN FLAVIO ARRIANO. En el texto de Arriano, la fuente más fiable sobre Alejandro, la estrategia se desarrolla de forma similar:

Alejandro movió a su ejército hacia la derecha, y los persas marcharon a su vez en paralelo con él, flanqueando con mucho a los macedonios con su ala izquierda…

Pero cuando advirtió que los persas habían dejado un hueco en las primeras líneas de su ejército, ... Alejandro giró para ir a este espacio con la caballería de los Compañeros y aquella parte de la falange que iba con ellos, en formación de cuña. Los llevó, con veloz galope y dando estruendosos gritos de guerra, en línea recta hacia Darío mismo.


Pero Espartaco va advirtiendo que la derrota cada vez se va haciendo más patente. Incluso piensa en haber huido cuando pudo, pero ya es irremediable. En ese estado de desánimo se encuentra cuando, como mismamente Alejandro cuando divisaba a Darío, Espartaco vislumbra la capa, el paludamentum, de Craso.


—¡Maldita sea!... ¿Lo veis? —les preguntó señalando hacia un punto donde se podía divisar el paludamentum púrpura que identificaba al procónsul de Roma al mando del ejército contra el que luchaban—. ¡Ése es Craso! ¡Vamos a por él! ¡Por todos los dioses, seguidme! ¡Vamos a por el procónsul de Roma!

Y, encendidos, enardecidos por un objetivo que los motivaba en medio del desastre, un centenar de hombres lo siguieron.

Espartaco apretaba los dientes mientras se aproximaba de nuevo a la primera línea de combate. Quizá debería haber hecho como Alejandro en Gaugamela y haberse lanzado él con la caballería contra el líder enemigo, pero ahora su caballería estaba combatiendo en el otro extremo de la batalla. 


No deja de llamar la atención que le sobrevengan a Espartaco estos pensamientos sobre Alejandro y su batalla en la flujo consciente interior.

Así y todo, decíamos que la estrategia de Alejandro va a ser un fiasco, como el propio Espartaco es consciente. No tiene a los hetairoi como aquél. Si quiere ir a por Craso, tendrá que hacerlo como infantería. Y siempre, como el macedonio, yendo él al frente.


Sólo le restaba atacar él, a pie, al mismísimo Craso y confiar en que aquella última locura intimidara lo suficiente al líder romano como para que retrocediera, y que quizá de ese modo el ánimo de los legionarios de primera línea se tambaleara…


Aquel ataque a la desesperada, última opción, el intento de ir contra el jefe romano, no logra aquella última posibilidad a la se aferraba. Espartaco, aunque a la vista de Craso, no puede alcanzarlo. Él y su grupo quedan aislados y rodeados por los legionarios.


Posición de Espartaco. 

Estaban rodeados por todas partes. En su avance hacia Craso, su grupo de guerreros había terminado desconectado del grueso de su ejército...

Y Craso aún quedaba lejos... entre ellos se interponían decenas y decenas de legionarios.

…Y además el procónsul, en lugar de temer el encuentro, se había mantenido en su posición, de modo que al no retroceder él, las filas romanas del centro de la llanura no flaqueaban... Era el principio del fin.

Si no podían llegar a Craso, iría a por los oficiales de mayor rango que hubiera cerca…

Craso, además, y siguiendo con el paralelismo, no se impresiona ante la acometida de los esclavos y, a diferencia de Darío, no retrocede, seguro de sus fuerzas y del fracaso del tal ataque.


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