Misión de audaces, (The Horse Soldiers) (1959).
Aunque esto no
ocurrió con esta película de Misión de audaces, de 1959.
¿La viste? Me preguntaron al entrar en el salón-cocina donde veía el televisor. La última película de John Ford. Estaba entretenida, te ponías a verla y no podías dejarla.
Pues eso, anoche, en la sección de cine clásico tocaba una del oeste. Y van a ser cuatro, esta fue la primera. Se ve que quieren hacer un mini ciclo, un pequeño homenaje.
Las siguientes serán Centauros del desierto, luego Liberty Valance y por último La conquista del oeste.
Más que del oeste, parece que es de John Wayne y John Ford, en verdad, porque son los que andan presentes en todas, en las tres primeras como director y protagonista absoluto, en la última dentro del gran colectivo que hizo ese film.
¿La viste? Me preguntaron al entrar en el salón-cocina donde veía el televisor. La última película de John Ford. Estaba entretenida, te ponías a verla y no podías dejarla.
Pues eso, anoche, en la sección de cine clásico tocaba una del oeste. Y van a ser cuatro, esta fue la primera. Se ve que quieren hacer un mini ciclo, un pequeño homenaje.
Las siguientes serán Centauros del desierto, luego Liberty Valance y por último La conquista del oeste.
Más que del oeste, parece que es de John Wayne y John Ford, en verdad, porque son los que andan presentes en todas, en las tres primeras como director y protagonista absoluto, en la última dentro del gran colectivo que hizo ese film.
A lo que íbamos. El reparto:
John Wayne - Coronel John Marlowe
William Holden
- Mayor (Comandante) Henry 'Hank' Kendall
Constance
Towers - Miss Hannah Hunter de
Greenbriar
Althea Gibson
- Lukey
Judson Pratt -
Sargento mayor Kirby
Hoot Gibson - Sargento Brown
Ken Curtis - Cabo Wilkie
Willis Bouchey
- Coronel Phil Secord
Bing Russell -
Dunker, soldado yanqui amputado
O. Z.
Whitehead - Otis 'Hoppy' Hopkins
Hank Worden - Deacon Clump
Cerca del
final del film, se llega al clímax.
El
destacamento de los del norte, del coronel Wayne-Marlowe, llegan a un río,
donde un puente de madera les espera para atravesarlo.
Pero resulta
que han caído en una trampa. Unos jinetes sudistas les vienen pisando los
talones, y al otro lado del puente otro escuadrón de sudistas les tiene
amenazados y tiroteados.
El capitán
Wayne-Marlowe planea una estratagema. Un destacamento buscará un vado del río
por detrás de los sudistas del río y lo atravesará, el otro destacamento, con
él a la cabeza, cruzará el puente de cualquier manera.
Cuando están
observando el puente y la ribera opuesta, Miss Hannah, la sudista que llevan
con ellos, se acerca a la orilla donde está Wayne-Marlowe. En eso empieza el
tiroteo.
Impulsivamente
y asustada, ella se arroja en brazos de Wayne y lo abraza.
La cámara
enfoca la cara del capitán sorprendido al tiempo que francamente paralizado.
Superada la
primera impresión, rápidamente reacciona con su talente áspero y seco, (se ve
que es una coraza). Separa a miss Hannah de sus brazos mientras sigue la
balacera, le espeta a uno de los soldados “sácala de aquí”, y se apresta a
repeler el ataque.
El soldado se
lleva a la chica de allí, todavía desconcertada ella misma por el arranque impulsivo
que ha tenido.
En la misma
secuencia, unos momentos después, Wayne-Marlowe recibe un disparo en el pie. En
medio de la organización de la defensa, vemos a Wayne-Marlowe a la carrera
rumbo a una de las cabañas, y es herido en ese momento en una pierna.
Sin poderlo
resistir, cae al suelo. En seguida acuden varios soldados a socorrerlo, a los
que el intenta rechazar bruscamente.
Finalmente, se
deja llevar por varios de ellos a la cabaña del Dr. Kendall, el médico, que
está funcionando como hospital de campaña.
Wayne-Marlowe
le espeta a Kendall algo de mala gana, es sabido la enemistad que los une desde
el principio del film.
Miss Hannah es
la ayudante de Kendall desde hace unos días y está en la cabaña.
Después de lo
de antes, su rostro solo expresa ansiedad y angustia.
- ¡Quítele
la bota!, le ordena Kendall.
Entonces ella
empieza la laboriosa tarea de separarle la bota militar, que le coge toda la
pierna, para denudarle el pie propiamente. No dice nada, casi ni levanta la cabeza
para mirarlo mientras lo hace.
El capitán,
sin embargo, todavía sin digerir el abrazo de hace unos momentos, no deja de
mirarla fijamente. Pero ella prefiere no cruzar la vista.
- Deme un
cuchillo o algo para cortar la bota, pide miss Hannah a alguien.
- ¡Unas botas
de 30 dólares rajadas de esa forma!, exclama lastimeramente Wayne-Marlowe.
Le pasan unas
tijeras, y laboriosa y aplicadamente, pues lleva su tiempo, va rasgando el
calzado, primero el cuero de la bota, luego, una vez esto, la tela del
pantalón, hasta llegar a unos calcetines que antes fueron blancos, donde aflora
el pie del capitán, junto con la sangre roja de la herida.
Como uno está
con el pie esto, el pie lo otro, pues comentaremos algo.
Desde luego,
esto del “herido que es socorrido por una dama”, o a la inversa, es un tema o
motivo recurrente.
Se puede ver
mismamente en Peribáñez, y es un tema muy frecuente en la literatura
popular.
Lo cierto es
que, junto con este motivo, tenemos el de la herida en el pie.
En este caso
no es una marca o señal del héroe, como se ve en otros casos. Sin embargo, algo
de este aspecto hay. Pues después de que el Dr. Kendall extrae la bala, le
advierte de que va a tener que estar dos o tres horas, o más, inactivo. Marlowe-Wayne,
haciendo caso omiso de las recomendaciones del doctor, sale por la puerta y
aparece ante el escuadrón, que le está esperando preocupado. El tosco y socarrón
sargento Kirby lo mira con arrobo y exclama:
- ¡Ya está en
pie! Si solo ha sido un momento y está recuperado.
Bueno, ésta es
una pequeña señal, la de tenerse en pie y superar la herida, que refuerza lo
que hemos visto hasta ahora del carácter y recia personalidad del capitán.
Pero, dejando
esto al margen, lo que queríamos comentar, forzando un poco las cosas y en
relación a la escena de la cura de la herida, sería algo así.
Parece que, al
quitarle el calzado, la bota militar, y dejar el pie desnudo, es como si se mostrara
una personalidad oculta del personaje, sentimientos más bien. El hecho de que
puede ser herido supone que es vulnerable.
Coincide pues,
quizás no sea casual, la herida y la cura en el pie por un lado, y por otro, el
desvelamiento del sentimiento amoroso que alberga Marlowe, incluso sin haberlo
detectado o conocerlo él mismo.
La bota, y
esto es ya ciencia ficción, es el ejército, su ocupación férrea, a la que se aplica
con dureza no exenta, en pocos casos, de cierta humanidad.
De hecho, esa
humanidad vendrá a raíz del personaje de Hannah.
Al dejarle sin
la bota, al desnudo, digamos, una vez que la chica antes le ha mostrado sus
íntimos sentimientos, provoca en el capitán un reconocimiento de esa parte
íntima y personal de él también, de sus sentimientos.
Así pues, aquí
se produce una mezcla, y confusión la de uno, entre enamoramiento, desvelo de
sentimientos, sentimientos desconocidos por el sujeto en cuestión Marlowe. Todo
ello se aúna con la escueta conversación, las miradas de extrañeza, de
Marlowe hacia Hannah, aquí casi lo más importante que el pie, la evitación de
las miradas de ella, …
De tal manera
que, una vez puesto en pie, el coronel sale para dirigir y repeler el ataque.
Una vez dadas
unas órdenes, no abandona la cabaña. A ella no se le ha visto, se ha marchado
huidiza a seguir con sus labores de enfermera. Wayne-Marlowe va por detrás de
la cabaña, a donde ella está llenando un pesado cubo de agua. Lo coge en sus
manos para ayudarla.
Hay un breve
diálogo mientras él se acerca más a ella.
De repente, la
cámara enfoca la cara de la chica, temblorosa de la emoción.
Y se oye la
voz de Marlowe, rudo como siempre, pero incapaz de confesarle sus sentimientos,
una vez ha visto reconocidos sus propios y mutuos sentimientos hacia ella.
- Miss Hannah,
creo que me estoy enamorando de usted.
Y abandona el porche
donde estaban, rumbo a las hostilidades.
Kendall, que a
todas estas ha estado de conspicuo testigo de esta relación, agarra a miss
Hannah para dentro de la cabaña, ya habrá tiempo de seguir con esos escarceos.
El final de la
defensa del puente y el propio final de la película sucede a continuación. Marlowe
monta a caballo y se dirige al puente que ya han atravesado sus tropas. El
puente está preparado para ser volado y los sudistas no puedan cruzarlo. Marlowe
baja del caballo, se quita el puro de la boca, lo sopla un poco para que haga
llama, se agacha y lo aplasta contra la mecha de pólvora. Ésta prende rápidamente
y se dirige llameante hacia los barrenos de debajo del puente.
Monta a
caballo y atraviesa apresurado a galope el puente, mientras a su paso van
explotando sucesivamente las cargas explosivas.
En verdad que
ahora no sabemos si las cargas explosivas son sólo la maniobra estratégica de
la voladura del puente o, también y al unísono, el brote de la llama explosiva
del amor, en latencia durante todo el film, estallado entre Marlowe y miss
Hannah.
Llega a la
otra orilla y sigue cabalgando, mientras ella lo ve desde la cabaña en donde se
ha quedado con Kendall a cuidar a los heridos.
En ese momento
llega la caballería sudista que perseguía a los nordistas. Un jinete sudista dice
caballerosamente:
- Tenemos un
médico cono nosotros. ¿Necesita ayuda?
Kendall responde
afirmativamente, abraza a Hannah, que ya lleva un rato sin abrir la boca, y
juntos se dirigen al improvisado hospital a cuidar de los heridos que allí les esperan.
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