martes, 28 de junio de 2022

MISIÓN DE AUDACES (1959)

 Misión de audaces, (The Horse Soldiers) (1959).

     Ya uno por deformación, se pone a ver una película, la que sea, que ponga por la cada vez más escuálida y misérrima aparato de televisión, y presta menos atención a la película o al libro mismo.


    Aunque esto no ocurrió con esta película de Misión de audaces, de 1959.
    ¿La viste? Me preguntaron al entrar en el salón-cocina donde veía el televisor. La última película de John Ford. Estaba entretenida, te ponías a verla y no podías dejarla.
    Pues eso, anoche, en la sección de cine clásico tocaba una del oeste. Y van a ser cuatro, esta fue la primera. Se ve que quieren hacer un mini ciclo, un pequeño homenaje.
    Las siguientes serán Centauros del desierto, luego Liberty Valance y por último La conquista del oeste.
    Más que del oeste, parece que es de John Wayne y John Ford, en verdad, porque son los que andan presentes en todas, en las tres primeras como director y protagonista absoluto, en la última dentro del gran colectivo que hizo ese film.

A lo que íbamos. El reparto: 

John Wayne -             Coronel John Marlowe
William Holden -       Mayor (Comandante) Henry 'Hank' Kendall
Constance Towers -   Miss Hannah Hunter de Greenbriar
Althea Gibson -          Lukey
Judson Pratt -             Sargento mayor Kirby
Hoot Gibson -            Sargento Brown
Ken Curtis -                Cabo Wilkie
Willis Bouchey -        Coronel Phil Secord
Bing Russell -            Dunker, soldado yanqui amputado
O. Z. Whitehead -      Otis 'Hoppy' Hopkins
Hank Worden -          Deacon Clump

 


 Esperando a que hubiera o sucediera alguna acción o escena de anomalía deambulatoria o como quiera que se le pueda llamar, pasaba el tiempo y no salía nada, y se iba uno dejando ir viendo las peripecias, siempre con cierto humor de fondo de una película bélica.
    Cerca del final del film, se llega al clímax.
    El destacamento de los del norte, del coronel Wayne-Marlowe, llegan a un río, donde un puente de madera les espera para atravesarlo.
    Pero resulta que han caído en una trampa. Unos jinetes sudistas les vienen pisando los talones, y al otro lado del puente otro escuadrón de sudistas les tiene amenazados y tiroteados.

 


El capitán Wayne-Marlowe planea una estratagema. Un destacamento buscará un vado del río por detrás de los sudistas del río y lo atravesará, el otro destacamento, con él a la cabeza, cruzará el puente de cualquier manera. 
Cuando están observando el puente y la ribera opuesta, Miss Hannah, la sudista que llevan con ellos, se acerca a la orilla donde está Wayne-Marlowe. En eso empieza el tiroteo.

Impulsivamente y asustada, ella se arroja en brazos de Wayne y lo abraza.

La cámara enfoca la cara del capitán sorprendido al tiempo que francamente paralizado.


Superada la primera impresión, rápidamente reacciona con su talente áspero y seco, (se ve que es una coraza). Separa a miss Hannah de sus brazos mientras sigue la balacera, le espeta a uno de los soldados “sácala de aquí”, y se apresta a repeler el ataque. 
El soldado se lleva a la chica de allí, todavía desconcertada ella misma por el arranque impulsivo que ha tenido.
En la misma secuencia, unos momentos después, Wayne-Marlowe recibe un disparo en el pie. En medio de la organización de la defensa, vemos a Wayne-Marlowe a la carrera rumbo a una de las cabañas, y es herido en ese momento en una pierna.
Sin poderlo resistir, cae al suelo. En seguida acuden varios soldados a socorrerlo, a los que el intenta rechazar bruscamente.
Finalmente, se deja llevar por varios de ellos a la cabaña del Dr. Kendall, el médico, que está funcionando como hospital de campaña.
Wayne-Marlowe le espeta a Kendall algo de mala gana, es sabido la enemistad que los une desde el principio del film.
Miss Hannah es la ayudante de Kendall desde hace unos días y está en la cabaña.
Después de lo de antes, su rostro solo expresa ansiedad y angustia.
 
- ¡Quítele la bota!, le ordena Kendall.
Entonces ella empieza la laboriosa tarea de separarle la bota militar, que le coge toda la pierna, para denudarle el pie propiamente. No dice nada, casi ni levanta la cabeza para mirarlo mientras lo hace.
El capitán, sin embargo, todavía sin digerir el abrazo de hace unos momentos, no deja de mirarla fijamente. Pero ella prefiere no cruzar la vista.
- Deme un cuchillo o algo para cortar la bota, pide miss Hannah a alguien.
- ¡Unas botas de 30 dólares rajadas de esa forma!, exclama lastimeramente Wayne-Marlowe.
Le pasan unas tijeras, y laboriosa y aplicadamente, pues lleva su tiempo, va rasgando el calzado, primero el cuero de la bota, luego, una vez esto, la tela del pantalón, hasta llegar a unos calcetines que antes fueron blancos, donde aflora el pie del capitán, junto con la sangre roja de la herida.


Como uno está con el pie esto, el pie lo otro, pues comentaremos algo.
Desde luego, esto del “herido que es socorrido por una dama”, o a la inversa, es un tema o motivo recurrente.
Se puede ver mismamente en Peribáñez, y es un tema muy frecuente en la literatura popular.
Lo cierto es que, junto con este motivo, tenemos el de la herida en el pie.
En este caso no es una marca o señal del héroe, como se ve en otros casos. Sin embargo, algo de este aspecto hay. Pues después de que el Dr. Kendall extrae la bala, le advierte de que va a tener que estar dos o tres horas, o más, inactivo. Marlowe-Wayne, haciendo caso omiso de las recomendaciones del doctor, sale por la puerta y aparece ante el escuadrón, que le está esperando preocupado. El tosco y socarrón sargento Kirby lo mira con arrobo y exclama:
- ¡Ya está en pie! Si solo ha sido un momento y está recuperado.
Bueno, ésta es una pequeña señal, la de tenerse en pie y superar la herida, que refuerza lo que hemos visto hasta ahora del carácter y recia personalidad del capitán.
Pero, dejando esto al margen, lo que queríamos comentar, forzando un poco las cosas y en relación a la escena de la cura de la herida, sería algo así.
Parece que, al quitarle el calzado, la bota militar, y dejar el pie desnudo, es como si se mostrara una personalidad oculta del personaje, sentimientos más bien. El hecho de que puede ser herido supone que es vulnerable.
Coincide pues, quizás no sea casual, la herida y la cura en el pie por un lado, y por otro, el desvelamiento del sentimiento amoroso que alberga Marlowe, incluso sin haberlo detectado o conocerlo él mismo.
La bota, y esto es ya ciencia ficción, es el ejército, su ocupación férrea, a la que se aplica con dureza no exenta, en pocos casos, de cierta humanidad.
De hecho, esa humanidad vendrá a raíz del personaje de Hannah.
Al dejarle sin la bota, al desnudo, digamos, una vez que la chica antes le ha mostrado sus íntimos sentimientos, provoca en el capitán un reconocimiento de esa parte íntima y personal de él también, de sus sentimientos.
Así pues, aquí se produce una mezcla, y confusión la de uno, entre enamoramiento, desvelo de sentimientos, sentimientos desconocidos por el sujeto en cuestión Marlowe. Todo ello se aúna con la escueta conversación, las miradas de extrañeza, de Marlowe hacia Hannah, aquí casi lo más importante que el pie, la evitación de las miradas de ella, …
De tal manera que, una vez puesto en pie, el coronel sale para dirigir y repeler el ataque.
Una vez dadas unas órdenes, no abandona la cabaña. A ella no se le ha visto, se ha marchado huidiza a seguir con sus labores de enfermera. Wayne-Marlowe va por detrás de la cabaña, a donde ella está llenando un pesado cubo de agua. Lo coge en sus manos para ayudarla.
Hay un breve diálogo mientras él se acerca más a ella.
De repente, la cámara enfoca la cara de la chica, temblorosa de la emoción.
Y se oye la voz de Marlowe, rudo como siempre, pero incapaz de confesarle sus sentimientos, una vez ha visto reconocidos sus propios y mutuos sentimientos hacia ella.
- Miss Hannah, creo que me estoy enamorando de usted.

Y abandona el porche donde estaban, rumbo a las hostilidades. 
Kendall, que a todas estas ha estado de conspicuo testigo de esta relación, agarra a miss Hannah para dentro de la cabaña, ya habrá tiempo de seguir con esos escarceos.

El final de la defensa del puente y el propio final de la película sucede a continuación. Marlowe monta a caballo y se dirige al puente que ya han atravesado sus tropas. El puente está preparado para ser volado y los sudistas no puedan cruzarlo. Marlowe baja del caballo, se quita el puro de la boca, lo sopla un poco para que haga llama, se agacha y lo aplasta contra la mecha de pólvora. Ésta prende rápidamente y se dirige llameante hacia los barrenos de debajo del puente.
Monta a caballo y atraviesa apresurado a galope el puente, mientras a su paso van explotando sucesivamente las cargas explosivas.
En verdad que ahora no sabemos si las cargas explosivas son sólo la maniobra estratégica de la voladura del puente o, también y al unísono, el brote de la llama explosiva del amor, en latencia durante todo el film, estallado entre Marlowe y miss Hannah.
Llega a la otra orilla y sigue cabalgando, mientras ella lo ve desde la cabaña en donde se ha quedado con Kendall a cuidar a los heridos.

En ese momento llega la caballería sudista que perseguía a los nordistas. Un jinete sudista dice caballerosamente:
- Tenemos un médico cono nosotros. ¿Necesita ayuda?
Kendall responde afirmativamente, abraza a Hannah, que ya lleva un rato sin abrir la boca, y juntos se dirigen al improvisado hospital a cuidar de los heridos que allí les esperan.



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