El descenso a los infiernos, tema
épico también, que sale en la Odisea, aquí lo podemos ver desde el comienzo de esta película. Una hilera de esclavos negros encadenados arrastran miserablemente
los pies por un paraje desértico y solitario. Los vigilan unos guardianes
hoscos, de mirada turbia y fieros. A continuación, los vemos atravesar un
bosque en medio de la noche, a la sola luz de unas candelas y un débil
resplandor lunar. La escena es fantasmagórica, más propia del inframundo que
del mundo de los vivos. Es el infierno en vida. Los esclavos parecen aún más
miserables que en la escena anterior, los guardianes, más tenebrosas y
terribles.
- La liberación de Django y de los titanes: como
en la mitología clásica, y como en tantas otras historias después, sean del
género que sean, hasta este mundo torturado y tenebroso, llega un personaje
singular, en este caso un caza recompensas oculto tras el disfraz de un doctor
culto y erudito, de elegantes maneras en el decir y en el hablar, que detiene
la procesión de convictos. Como en el relato de la Titanomaquia (y tantos
otros), el doctor en cuestión necesita rescatar a uno de los miserables
esclavos para que le identifique a unos forajidos que anda buscando. Él es un
caza recompensas y se gana la vida capturando y entregando, vivos o muertos,
no se cansará de recalcar a lo largo de toda la película, a estos forajidos. Es como si el hacer
las cosas así, en ese aparente mundo legal, lo liberara de toda posible crítica
legal y sobre todo, moral. Pues bien, en busca de este esclavo ha llegado a
esto que decimos paraje infernal. Pregunta en voz alta por el esclavo en
cuestión, y una voz, oculta entre la hilera y sin identificar, responde que ahí
está el que busca. El doctor caza recompensas vuelve a preguntar, nadie le
contesta ahora, se adelanta, pasa por delante de de cada uno de los de la
hilera hasta que se detiene en uno. Lo ha encontrado, finalmente. A
continuación viene un tiroteo, de resultas del cual mueren los carceleros y los
esclavos son liberados.
- Igual que en la Titanomaquia, Zeus tiene que
liberar a los Hecatonquiros y a los Cíclopes, encadenados en el Tártaro, para
alcanzar la victoria sobre sus tíos los Titanes. Es la profecía de Gea. Así, el
dr. Schultz, el elegante caza recompensas, debe bajar a los infiernos, a ese bgosque nocturno por donde se caminan los esclavos, y liberar a uno de ellos, un Titán por toda la rabia
contenida y acumulada por vejaciones y humillaciones recibidas en él por su
raza y sus amores.
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