jueves, 14 de octubre de 2010

cíclopes chilenos rescatados del Tártaro de Atacama

Unos "humanizados" cíclopes atienden la noticia de Apolo a Hefesto.

Un minero, tal como se nos presenta hoy, responde a la raíz etimológica de la palabra "cíclope", esto es, de ojo circular (cicl-op). Así lo podemos apreciar en la imagen de un minero chileno en la imagen
la boca de entrada al Tártaro no debía de ser muy distinta a la de esta mina de San José.









Como los Cíclopes, aquellos que trabajaban en las entrañas de la tierra, más concretamente, de los volcanes, martillando el duro yunque con el que se fabricaban las armas para unos y otros bandos de inmortales, así los mineros enterrados en la mina San José, por fin, después de setenta días aproximadamente, han vuelto a ver la luz. aunque a través de unas protectoras gafas negras.
Recuerda esta mina y estos mineros al profundísimo Tártaro, aquel lugar de la tierra hacia el cual un yunque tardaba más de nueve días en caer. Los mineros de ahora no son ya esos seres fromidables e inhumanos, al menos en apariencia; en la dureza de su trabajo, aún lo siguen siendo. Hoy esos antiguos cíclopes son representados por estos modestos pero no menos formidables y hericos mineros chilenos, y de todo el mundo.
La prisión a la que han estado sometidos durante más de dos meses semeja a un castigo de aquel mismo personaje al que ayudaron en el mito, ya sea Urano, ya Cronos. En ambos casos, después de haberles sido de ayuda en la conquista del poder sobre su antecesor, son devueltos a las más negras profundidades de la tierra, al Tártaro en el mito, aquí a más de 700 metros en la mina San José de Chile.
Después se va sabiendo las faltas de seguridad que tenía esa mina, los accidentes anteriores, no muy lejanos, que ya habían sucedido, la sobrexplotación a la que estaba sometida y algunas cosas más que revelan que los Tártaros de hoy ya no son sólo lugares profundos y alejados de la superficie y la luz, sino, además, sitios peligrosos, expuestos a derrumbes y otros desastres, no ya por la propia naturaleza del terreno, sino por la negligencia y desprecio a la vida de los trabajadores por parte de sus propietarios, ya sea Urano, Cronos o los legítimos dueños de dicha mina.
El Tártaro de Chile, la mina San José, ha revivido el castigo eterno al que feron sometidos Cíclopes herreros y otros parientes suyos, por miedo, recelo o envidia de sus propios padres o primos. ahora, los cíclpoes chilenos han salvado la vida gracias a otros hermanos suyos, encabezados por ingenieros y políticos, frente a otros parientes de la misma raza humana que los habían arrojado allí como por una maldición, la inseguridad y la sobreexplotación minera, de la que ellos eran ignorantes.




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