domingo, 11 de mayo de 2025

“SE SABÍA QUE ERA UN TROYANO …”: CALCANTE, EL DOBLEMENTE TROYANO. (7.8)

 “SE SABÍA QUE ERA UN TROYANO …”: CALCANTE, EL DOBLEMENTE TROYANO.

Lo mismo que con la palabra sacrificio, que le evoca automáticamente el episodio mítico, ya dentro de mundo del mito, la sospecha y la ira incontenida del protagonista de LHDAg ante la ruptura amorosa y el abandono obligado de Suzana, le hacen recelar airadamente de todos los que pudieron haber tenido algo que ver con esto, de quién o quiénes surgió la tan desgraciada idea de que la joven renunciara a su relación afectiva y a la vida.

Su trastornada mente lo dirige al consejero del partido y ayudante del padre de la joven. Así, en esa descripción entrecortada del 1º de Mayo, el personaje monologa consigo mismo, buscando con la mirada la tribuna de las autoridades.


“Busqué con la mirada al consejero del padre de Suzana, pero no lo encontré por ninguna parte. En el caso de que consiguiera hablar con él, … era perfectamente capaz de preguntarle: ¿Has sido tú quien le ha dado al padre de Suzana ese consejo perverso? Pero, ¿por qué? ¿Por qué?


Plaza Skandeberg, con el héroe a caballo, donde se celebraban multitudinariamente las manifestaciones del 1º de mayo en la etapa de Enver Hoxa.


y, como antes, la evocación de esa figura, de su papel como consejero, asesor o lo que fuera, y ya dentro de esa atmósfera del mito de Áulide, es casi inevitable que, como antes, por asociación, emerja de sus mente trastocada la también retorcida y perversa para el caso del adivino y sacerdote oracular de los aqueos, Calcas Κάλχας, o Calcante. Sí, el mismo al que Agamenón calificaba de “adivino de males” en el comienzo de la Ilíada.


Calcante en el fresco de Pompeya, con el arma ritual.

En LHDAg, ya nos dice el autor albanés, en un juego metaliterario y de crítica erudita, el libro dentro del libro, que 


En el libro de Graves se hablaba extensamente de Calcante


Y, de forma hábil y detallista, y aludiendo a las fuentes de autoridad, “De acuerdo con las fuentes de los antiguos”, añade que “su figura era de lo más enigmática”.

A partir de aquí viene un muy breve pero nada inocente excurso sobre la biografía de este tan famoso, como inadvertidamente desconocido, personaje de la epopeya griega. Pues, y ya lo apunta como primer dato, y, claro, desconocido en general y hasta entre los más aficionados a la leyenda de Troya, empieza por afirmar que 


Se sabía que era un troyano”.


Evidentemente, Kadaré omite todo el linaje de Calcante que narra Graves en su libro, que si era hermano de Leucipe, hijo de Téstor, …, y va a lo más destacado, la patria troyana del adivino y el cariz sospechoso de su persona.

Así pues, Calcante era nada más y nada menos que un troyano, un verdadero troyano. Y quizás acabó actuando, no lo sabemos, como un troyano también, en el otro sentido que también tenemos por esto. 

Es decir, el principal adivino y vate de los aqueos, sobrevolando siempre la escena de la epopeya en sus momentos más decisivos, cuando el reclutamiento de Aquiles, lo de Áulide, el rescate de Criseida, …, resulta que no era aqueo de patria, sino troyano y cercano en sus orígenes al rey Príamo además.

Casi un infiltrado, se diría.

Y, aún más. Pues continúa, 


... enviado a propósito junto a los griegos con el objetivo de sabotear la expedición.


Es decir, casi que un espía, un evidente colaboracionista, comisionado nada menos y de forma astuta que por el mismísimo  rey Príamo de Troya.

Vamos, razones de peso y más que tenía el airado Agamenón para renegar una y mil veces del admonitorio y adivino de mal agüero Calcante, cada vez que le tocaba aventurar una decisión. Así, cuando en el canto I de la Ilíada así se dirige al adivino, μάντι κακῶν οὐ πώ ποτέ μοι τὸ κρήγυον εἶπας:. ¡Adivino de males! Jamás me vaticinaste nada bueno. 


Esta información también la extrae y resume el personaje de lo que nos cuenta el libro de Graves.


Y esto lo saca a relucir Kadaré no por mero resabio erudito de filólogo, sino porque le vienen a la ocasión que quiere, entre otras cosas, denunciar con esta obrita, en la situación política de Albania y otros regímenes totalitarios del mismo tipo, de la presencia omnipresente y decisoria funestamente de este tipo de personajes sin principios, más que interesados, oportunistas y que medran a la sombra de las esferas de poder.

Bueno, digamos, Kadaré expone, por tanto, la breve biografía de Calcante, que es retratado como un renegado. Un aparentemente sincero renegado que ha renunciado a su patria, y se ha pasado, como se dice, al bando contrario.

Pero ahora se detiene. Sobre esta base erudita y documentada de las fuentes, el personaje, un ciudadano albanés, el periodista protagonista, conviviendo bajo una dictadura totalitaria a fines de los años ochenta del siglo XX, este personaje en su vivencia y contexto, se cuestiona libremente e interpreta, en clave de sus totalitaria sociedad, estos datos de la leyenda clásica. 

De forma anacrónica, claro.


1º de Mayo en Albania, bajo la guía de E. Hoxa.


“Ahora bien, resultaba imposible (y más para el propio personaje, por sus concretas circunstancias, como decimos) no preguntarse: ¿Era en verdad un renegado o su actitud formaba parte de una estratagema?”


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