miércoles, 7 de mayo de 2025

IFIGENIA EN … TIRANA: LA NUEVA VERSIÓN DE IFA EN LA HIJA DE AGAMENON (7.1)

IFIGENIA EN … TIRANA: LA NUEVA VERSIÓN DE IFA EN LA HIJA DE AGAMENON.


Multitudes en la celebración del 1 de Mayo en la soviética Moscú, al igual que en Albania, por un lado; por otro, los aqueos en torno al altar de Áulide, exigiendo el ritual. Los dos episodios que la novela fusiona e identifica en la mente atormentada del narrador.


El relato de La hija de Agamenón está dividido en trece breves capítulos o secciones que cubren todo el relato. 

Entre el capítulo Uno y el Siete, aunque el relato es fragmentado, y los pensamientos del narrador van de aquí para allá, a pesar de estos vaivenes que enriquecen el texto y rompen la linealidad, el hilo conductor general es el festejo del 1º de Mayo, festividad mayor de ese país que, sin citar, sabemos que es la Albania totalitaria de los años ochenta. en la capital del reino.

Como hemos dicho antes, en el capítulo Uno ya nos encontramos con la situación crítica que da pie al relato: la ruptura de Suzana con el protagonista.

En el Dos, inmediatamente de este acontecimiento, aparece el libro de Robert Graves como por ensalmo, Los Mitos Griegos, al que ha sido llevado el protagonista.  Enlaza, de modo casi automático, la ruptura de Suzana y él con el dramático sacrificio de Ifigenia en la mitología griega, en el libro que ha estado leyendo aquellos días. 

A saber por qué, pues no sale la referencia del motivo de ese su interés , a no ser mero interés erudito sin más, sobre la mitología.

Bueno, ya decimos que, casi sin darnos cuenta Kadaré inserta de forma inadvertida a su país en la tradición clásica grecolatina que es base común del resto de pueblos europeos que se identifican con ella.

Luego, los capítulos desde el Tres en adelante, siguen con la descripción del 1º de Mayo, su presencia en el acto, la búsqueda a pesar de todo de Suzana en la tribuna principal, conversaciones con algunos conocidos con los que tropieza, recuerdos y evocaciones fragmentarias que acuden a su mente en un hilo de pensamiento automático. 


Imágenes del 1º de mayo en el Moscú soviético, que evocan aunque sin el tan gran fasto el que se podría celebrar en la Tirana de los años ochenta bajo la dirección de E. Hoxa.


Es en el capítulo Ocho donde recrea ya en extenso lo que  había intuido en el capítulo Dos, la relación paralela entre Suzana y el sacrificio de Ifigenia.

El personaje se siente aparte, ensimismado, embriagado, como dice, por tanta fanfarria y exhibición de poder en el 1º de Mayo. Algo parecido, aunque no tan arrebatador, a lo que le había sucedido  días atrás, cuando el anuncio del fin de la relación amorosa.


En mi cabeza proseguía aquella extraña impresión de despreocupación. Era sin duda la embriaguez que engendraba la vecindad con el poder.


En todo momento, por tanto, la habilidad del autor es, a través del estado emocional especial del personaje, equiparar, unir, identificar, como si de un médium se tratara, esos dos mundos separados y distantes, que solo se unen a través de su visión extraordinaria, los del relato mítico intemporal con la su vivencia presente.


… cierto regusto a funeral. El funeral de Suzana. Yo tenía acceso a aquella tribuna (la de las autoridades principales al frente de la manifestación) … Y las flores, y la música, y el solemne paño rojo (como el de Agamenón a su regreso,?) podían acomodarse perfectamente bien a su desaparición. A su inmolación.


El relato se enriquece con este cruce de estas dos realidades, las dos ficticias, pero, además, una dentro de la otra, la de Ifigenia dentro de la de Suzana.

En este trance que experimenta y en el que fusiona los dos escenarios tan dispares y similares al mismo tiempo, el 1º de Mayo y el ritual de Áulide, el personaje no puede desprenderse de lo que ha leído esos días atrás en la obra mitológica de Graves. 

Intercala entonces lo que parecen tres versos, en los que se identifica con el episodio de la joven Ifigenia.


Ni sus ruegos e invocaciones al padre,

ni siquiera su edad virginal conmovieron

a los jefes embriagados con la guerra


En verdad que no sabemos de dónde proceden estas líneas. De la tragedia de Eurípides no parece ser, ni del libro de Graves. Quizás el propio personaje, tan inmerso en la leyenda, es el que los ha compuesto.  En cualquier caso, la cita en estos momentos nos recuerda el estado especial y sensible en el que se encuentra el joven periodista.

Por eso, dice a continuación de estos aparentes versos que 


Continuaba siendo incapaz de apartar mis pensamientos de lo que había leído aquellos días


Y, de esa forma, vuelve a repetir las imágenes y el extraño sentimiento que se apodera de él, de unir en un instante los dos episodios, el mítico y el presencial, tan distantes en el tiempo. 


El fragor festivo que me rodeaba, la música y las telas de color escarlata repletas de consignas en lugar de apartarme me aproximaban todavía más.

(cont.)

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