jueves, 27 de febrero de 2025

CLITEMNESTRA, REINA DE ALBANIA (X)



El final de la novela El Sucesor, la segunda parte del díptico que forma con La hija de Agamenón, su final y la novela en su conjunto tienen el aire y la escenificación de un thriller de film negro, ambientado en la hermética y opresiva esfera de poder de la dicatdura de E. Hoxa en Albania.

Pero, a pesar de este rasgo de novela de género, no se trata de una trama argumental clásica y lineal. La muerte del líder político de la novela, quien tenía que suceder al líder y Guía totalitario del país hasta entonces, queda abierta, si no hemos entendido mal. 

Es decir, las posibilidades de saber con certeza la extraña muerte del político pasan desde el mero suicidio del propio líder, hasta el asesinato por parte de varios personajes que pululbanan aquella noche fatídica, la del 13 de dicienmbre, por su residencia. Entre estos se encuentran el propio Guía, que de pronto desconfía de él; su principal rival político a la sucesión, de nombre Adrián Hasobeu; e incluso el arquitecto de la residencia donde vive, ofendido por los comentarios del político. Llamativo es que, entre estos varios, se encuentre además la propia mujer del político muerto, innombrada en la novela.

La aparición de este personaje femenino nos lleva, claro es, y en línea con el paralelismo de la tragedia de Ifigenia, nos lleva al papel que juega el personaje de la mujer de Agamenón, la vengadora Clitemnestra, en el mito y la tragedia de Eurípides. La innombrada mujer del Sucesor en la novela de Kadaré ocuparía un papel similar.

Una cosa, antes de seguir, sobre la confección de la trama de la novela. Después de los primeros capítulos en los que se narra el suceso, los siguientes vienen protagonizados por los diferentes personajes, quienes, en monólogo interior, reconstruyen los hechos y episodios, la mayoría relativos a lo que pasó en la madrugada de la muerte del Sucesor.

En el ambiente , y por todo lo que se narra con antelación, la muerte del personaje parece ser un asesinato, fruto de las presiones, intrigas, la defensa del Partido, y otras razones por el estilo.

Aquí lo que nos interesa, por lo del mito de Ifigenia, es la figura de la mujer, y su paralelismo con la otra esposa, la de Agamenón, Clitemnestra.

En el mito, Clitemnestra, mientras Agamenón está en Troya, se asocia y une a Egisto en el reino de Micenas. Cuando el rey vuelve, diez años después, ufano, con una amante, Casandra, y con el crimen sin pagar del sacrificio de su hija, Clitemnestra planea una venganza irremediable, y es Egisto la mano ejecutora en la persona del rey recién arribado.

Muerte de Agamenón por Egisto y Clitemnestra


En la novela de Kadaré, después de esa sucesión de posibles criminales, el rival Hosebeu, el ofendido arquitecto, o el propio Guía, que hemos citado , también está como decimos su propia mujer.

Lo cuenta el propio Sucesor, en primera persona, ya cadáver, en el último capítulo, el séptimo.

Ya es de noche, el Sucesor está fatigado y marcha a su habitación a descansar. En una situación de embeleso y somnolencia, va narrando de forma algo insegura los hechos, el monólogo interior de un cadáver, como decimos, de aquella noche enigmática.

"Ah, esa noche ...Qué imposible de explicar resulta todo. Comenzando por la propia noche. ¿Existió una noche del 13 de diciembre? Es difícil saberlo.

Como vemos, un halo de irrealidad recorre toda la escena. Es así, ya lo dice al comienzo, 

Yo soy otro. Y por si no fuera suficiente, soy incompleto. Carezco de sepultura.

Se refiere a que, tras su muerte, ha sido exhumado varias veces, al considerarlo indigno y sospecharse de ser un traidor al proyecto socialista, hasta que finalmente es rehabilitado.

Me falta la mitad de mi cabeza...

Se refiere a que el pistoletazo le destrozó la cara y la parte asolada se ha quedado hecha jirones entre tanto traslado.

Es más, como tal espíritu, habla del mundo etéreo en el que pasa a vivir. Habla de él y los otros de su condición que nosotros (esos espíritus después de morir) constituimos una especie aparte. Fluyendo de esa manera, se llega a cruzar en ese flujo incluso con el ánima de otro Sucesor, esta vez el espíritu de la totalitaria China de entonces (hay historicidad en estos personajes), a quien le ocurrió y le precedió él mismo en su caída en desgracia ante el líder máximo. Pero no consigue cruzar palabra con él.

Tendido en la cama, yo sentía que me invadía el sueño mientras esperaba  que mi esposa me sirviera otra taza de manzanilla...

Como vemos, la narración tiene toda la ambientación de un film negro clásico, de Hitchcock y otros del género.

De cuando en cuando ella se acercaba a la ventana, como quien intenta distinguir algo en la oscuridad.

Luego, sigue vagando en sus pensamientos, en ese flujo de conciencia, mientras va revelando detalles diferentes, en medio del sopor somnoliento y onírico en el que se encuentra sumido.

De repente, confunde en su memoria un momento clave de su vida. Se encontraba en la guerrilla, en las montañas, junto a la que fue su novia y un compañero. Él, herido y enfermo, les pide que lo abandonen y se salven. Que lo maten.

Esa novia, con la que nunca llegó unirse, y a la que sigue considerando su verdadero amor, y el compañero de la guerrilla, en el embeleso del sueño, los confunde con su actual esposa, que se encuentra en la habitación, y otro sujeto a su lado.

Cuando mi esposa, tras apartarse de la ventana, se me acercó. así es como la vi: bajo la apariencia de mi primera novia, con la que nunca pude acostarme. Y a su costado, igual que cuarenta años atrás (en la guerrilla), se encontraba mi escolta guerrillero de antaño ...

El ambiente funesto y sombrío no lo puede ser más.

Se aproximaron silenciosamente los dos, luego el guardia se quedó atrás y aparecía ella, muy desdibujada en la neblina ...que, en lugar de la taza de manzanilla, extendía hacia mí el cañón de un revólver ...

La maquinadora Rita Hayworth, revólver en mano, en La dama de Shanghai


La vengadora Clitemnestra, armada  con una brutal hacha doble, en ejecución de sus planes.


En esos momentos finales, sigue reviviendo entre efluvios oníricos, el episodio de la guerrilla, cuando pidió morir en una situación extrema.

Han tenido que transcurrir cuarenta años para que hagáis caso de mi ruego!¡Mátame, pensé de nuevo, lo mismo que entonces, no permitas que caiga en sus manos!


Es, al parecer, las últimas palabras que le vienen a la mente antes de su definitivo final. Pues hay una elipsis, se supone que se produce el impacto. La siguiente frase culmina el episodio, y significa su desaparición.

Y de pronto todo se convirtió en vacío.


Su existencia ha dejado de ser terrenal y, como un espíritu, flota, fluye, por ese vacío invisible, sin rumbo aparente.


Hace años que floto en el interior de ese vacío, empujado por un viento que no posee dirección precisa.


    Es claro que el rey Agamenón no tiene de inmediato, como el Sucesor, esa doble existencia inmaterial y etérea. En todo caso, habría viajado a ese inframundo se seres exangües de la religión antigua.

    El protagonismo de la acción y la escena recae, pues, en los otros personajes, su mujer y el amante de ésta, Egisto, y, principalmente, en los hijos del matrimonio real, Electra la hija y Orestes el varón. A éste es al que trágicamente obligará la religión de Apolo a vengar y cumplir la sanción vengativa por el crimen contra su padre. 

A éste, en verdad, sí que lo atormentarán otros seres, también etéreos, pero vistos como reales para la religión antigua, las funestas Erinias.

     

Ya se sabe desde siempre el gran paralelismo entre la tragedia clásica y el cine negro de Hollywood en sus años de esplendor. Aquí se vuelve a reproducir ese paralelismo, con el relato de género, tipo thriller, en la novela de Kadaré.


lunes, 24 de febrero de 2025

"Cine Club 60". Presentación de "El Dorado" (Howard Hawks)

LA ANOMALÍA DE IFIGENIA, JUSTIFICADA EN KADARÉ (2)

 LA "ANOMALÍA" ARISTOTÉLICA DE IFIGENIA, EXPLICADA EN LA HIJA DE AGAMENÓN


    Uno de los temas recurrentes desde que se estrenó Ifigenia en Áulide lo estableció el sabio Aristóteles en su papel de crítico y teórico literario. Para el filósofo, y así lo llama, existe una "anomalía" en el personaje de Ifigenia. 

    ¿De qué se trata esta falta de congruencia en el personaje? Según Aristóteles, Ifigenia experimenta un brusco cambio de conducta, en breve tiempo, y sin una explicación convincente. Es decir, pasa de forma brusca de ser una víctima que pide clemencia por su vida, a convertirse en una heroína para toda la Hélade.

    Desde el instante en que la joven sabe su destino funesto, clama por su vida. Ifigenia, sobre todo, se muestra desgarrada por la atrocidad que va a suceder, y aferrada a la supervivencia, le suplica a su padre de forma desgarrada.


ἱκετηρίαν δὲ γόνασιν ἐξάπτω σέθεν 1216
τὸ σῶμα τοὐμόν, ὅπερ ἔτικτεν ἥδε σοι,
μή μ᾽ ἀπολέσῃς ἄωρον: ἡδὺ γὰρ τὸ φῶς
βλέπειν: τὰ δ᾽ ὑπὸ γῆς μή μ᾽ ἰδεῖν ἀναγκάσῃς.

Como un ramo de suplicante tiendo hacia tus rodillas mi cuerpo, que ésta
(indicando a Clitemestra) dio a luz para ti. ¡No me destruyas tan joven! Es
dulce ver la luz. No me fuerces a ver las tinieblas bajo tierra

    

    Pero, en un segundo momento, se produce un cambio repentino, esa anomalía, y pasa a aceptar su sacrificio como heroína para los aqueos.


ἀλλ᾽ ἀμήχανον: δίδωμι σῶμα τοὐμὸν Ἑλλάδι. 1397
θύετ᾽, ἐκπορθεῖτε Τροίαν. ταῦτα γὰρ μνημεῖά μου
διὰ μακροῦ, καὶ παῖδες οὗτοι καὶ γάμοι καὶ δόξ᾽ ἐμή.
Entrego mi cuerpo a Grecia. Sacrificadme, arrasad Troya.
Ése será, pues, mi monumento funerario por largo tiempo,
y eso valdrá por mis hijos, mis bodas y mi gloria.    


Con posterioridad, otros muchos autores han matizado esta postura de Aristóteles sobre Ifigenia, la ven bien justificada y coherente, y no siguen las observaciones del maestro griego.


    En La hija de A. (en El Sucesor sí se describe el rechazo de Suzana) de Kadaré, el paso está ya asumido por la joven. Suzana tiene bien claro que debe apoyar a su padre en su carrera y, por lo tanto, sacrificar su amor por su amante. Hay una connivencia entre el político y padre suyo, remedo de Agamenón, y ella, Suzana, en el rol de Ifigenia.

    No se producen las escenas desgarradoras de Ifigenia, y de Clitemnestra también, clamando por su joven e inocente vida, y denostando al rey. (En El Sucesor, como decimos, sí).

    Tampoco la figura del político tiene importancia, desde luego no el protagonismo que tiene el rey de Micenas en la tragedia. Del político albanés sólo sabemos su carrera en ascenso.
 

... La carrera de su padre progresaba cada día que pasaba... , en el último pleno del Comité Central, papá había vuelto a ascender... Era evidente que ella debía reconsiderar su modo de vida, su vestimenta, sus amistades... De lo contrario, le perjudicaría. 

—¿Ha sido él quien te ha pedido eso (aún no sabía qué nombre ponerle) o se te ha ocurrido a ti misma? 

—Fue él —respondió poco después—. Pero... 

—¿Pero qué? 

—Cuando me lo explicó, yo estuve de acuerdo con él. 

—¿Ah, sí?

    Parece que el "sacrificio" nace directamente de Suzana, sin que nadie se lo diga, aunque es evidente que la presión la induce a ello.

    La Suzana de Kadaré reflexiona,

... papá había vuelto a ascender... Era evidente que ella debía reconsiderar su modo de vida, su vestimenta, sus amistades... De lo contrario, le perjudicaría...
    Ifigenia, por su parte, en las alturas dramáticas de la tragedia clásica, con riesgo funesto de su vida, acepta un sacrificio como una verdadera mártir crsitiana, e implora su ritual.   

δίδωμι σῶμα τοὐμὸν Ἑλλάδι.
θύετ᾽, ἐκπορθεῖτε Τροίαν.
Entrego mi cuerpo a Grecia. Sacrificadme, arrasad Troya. .


SUZANA EXPLICA LA "ANOMALÍA" EN CLAVE TOTALITARIA.


    No es precisamente en La hija de A., sino en la continuación, El Sucesor, donde se reviven las situaciones de la tragedia de Eurípides también. Por una parte, se nos explica, en clave totalitaria, las razones, ausentes, según Aristóteles, del cambio brusco de postura de Suzana-Ifigenia. Por otro, que veremos después, se nos presenta, como no en La hija de A., las tribulaciones y sufrimiento personal que conlleva detentar el poder, por muy autosuficiente y todopoderoso que éste sea.




    Como decíamos anteriormente, Suzana, la hija del Sucesor, tenía relaciones con el periodista protagonista. Resulta que éste ya estaba comprometido, por lo que la situación era delicada. En estos momentos de auge del Sucesor, se descubre la delicada relación. Es entonces la madre de Suzana, innombrada como todos los personajes aquí, al contrario que la impulsiva Clitemnestra de la tragedia, la que la fuerza a romper la relación.


"... su vínculo se descubrió. Era precisamente la época en que su padre estaba en trance de ser oficialmente designado Sucesor... En términos tajantes, ..., su madre le reclamó la ruptura inmediata ... De lo contrario, nos veremos obligados a internar a tu amante en compañía de toda su parentela." (El Sucesor)

    

En clave de purgas (internamiento del amante y la familia) en un régimen totalitario, en la Albania de los ochenta que no se cita, la presión familiar y ambiental para que la joven se sacrifique en aras de un bien común y colectivo, el ascenso político de su progenitor, se manifiesta aquí del mismo modo que en la tragedia clásica de Eurípides. 

Ya no es la expedición de Troya, sino  la salvaguarda del proyecto político encarnado en el personaje del padre, el Sucesor, lo que promueve, hipócritamente, claro es, el sacrificio de la joven.

    Y la clara y manifiesta amenaza, ante la cual se rebela la joven Suzana, es la depuración y confinamiento de su amante. Ésta sí que le parecería al filósofo de la Academia razón suficiente para explicar su anomalía.


martes, 18 de febrero de 2025

DÍA DE LA LENGUA GRIEGA

 


del blog Nausícaa

IFIGENIA EN TIRANA: LA HIJA DE AGAMENÓN, DE I. KADARÉ (1985), (1)

 Ismail Kadaré (1936 – 2024) ha sido uno de los escritores albaneses más conocidos fuera de su país, y comprometido activamente en la lucha contra la dictadura dentro de su tierra Albania, En esta novela corta, La hija de Agamenón, escrita en la dècada de los ochenta, antes de la caìda del muro de Berlìn, nos ofrece un relato donde aúna su crítica demoledora contra el autoritarismo y la miseria moral de su país. Y, entremezclada con esta temática polìtica, nos introduce el mito trágico de Ifigenia de la antigüedad clásica, que toca también la problemática del poder en la figura del rey Agamenòn.

Las referencias a la antigüedad clásica, el mito grecolatino,  son una constante en las obras de este autor, ambientadas la mayor parte en la historia y actualidad de su país, Albania. Así  lo hace también en este relato.

La acción de La hija de A. transcurre, supuestamente, durante una de las ceremonias del 1º de Mayo, festividad principal de los países socialistas. El narrador, un periodista crítico que trabaja en la Radiotelevisión estatal, equipara la escena del fastuoso desfile,  delante de las autoridades principales del país, con el ritual final sacrificial en el mito de Ifigenia. 

Al  tiempo que el narrador describe, con mirada crítica y acerada los fastos de la ceremonia, va intercalando, pues es un relato in medias res, episodios en flashback  de su historia personal, por un lado, en concreto, su historia amorosa con Suzane. Por otro, y con tanta relevancia, relatos de la represiva situación política que se vive bajo la dictadura, centrado en la de un funcionario también, caìdo en desgracia. Se trata de las temidas purgas o depuraciones, de todos conocidos en aquellos tiempos.

El mito clásico, al que regularmente recurre el escritor albanés en sus obras, referente cultural para sus relatos, ya decimos se refiere al mito de Ifigenia, vinculado a la leyenda troyana. La remembranza viene a raíz de la relación amorosa, de forma libre y ajena a la moral establecida, que el periodista protagonista mantiene con una joven. Se trata de Suzane, hija, tal como la Ifigenia de Agamenón, de un personaje eminente y en ascenso del poder político del momento.

Se traza, por tanto, un paralelismo más o menos evidente en el relato entre la figura de la joven Ifigenia y la de Suzane, la amante del protagonista. Pero el relato comienza abrupta y directamente con la ruptura de su relación. ¿Cuál es el  motivo? Salvaguardar las apariencias de su padre y familia, como persona íntegra, de cara a su proyectada carrera política, en vísperas del ascenso  a las altas esferas del poder.

Esta ruptura le recuerda y lleva directamente al protagonista-narrador la idea de “sacrificio”. Y de ahí viene el desarrollo del manifiesto paralelismo entre la situación de Ifigenia en Áulide y la de Suzanne en la actualidad del relato, en una sobreentendida Tirana en la que se desarrolla la historia.

A partir de aquí, hacia el centro del relato, el episodio mitológico de Ifigenia en Áulide se desenvuelve de forma natural, en paralelo a la historia personal del narrador y Suzanne.Y el relato, por su parte, da también, no se limita a reproducir, su particular versión del mito clásico de Ifigenia, una versión más pragmática y descreída, vinculada, claro está, con el uso manipulador y dirigista que la dictadura ha hecho de sus símbolos también.

El paralelismo, sin embargo, no se queda aquí. Pues Kadaré nos descubre otra historia paralela a la de Ifigenia, muy conocida en los países socialistas tras el muro. Se trata nada menos que el hijo de Josef Stalin, el violento autócrata de la URSS durante décadas. Según se relata, este suceso histórico es más próximo a la tragedia clásica que la ficción del relato, siendo capturado su hijo militar Yákov por los alemanes en la invasión de Rusia, estos le propusieron un intercambio de rehenes. Stalin, preso quizás de su deber, de dar ejemplo o no se sabe bien, se negó a ello. Su hijo, aunque no está del todo claro todo esto, falleció tiempo después en un campo de concentración.

Un caso, como decimos, muy similar al mito clásico, tal como se nos presenta, y con todas las salvedades que habría que hacer.

El aspecto religioso está prácticamente ausente. En su lugar, otros elementos vienen a cubrir su lugar, pero carentes del simbolismo de aquella.

En cambio, la última parte de la novela es una denuncia dura y manifiesta contra la represión totalitaria y, sobre todo, inhumana y cruel de la dictadura, en la figura de un funcionario público, caído en desgracia. El personaje, sospechoso de algún comentario crítico sobre el ascenso o caída de cargos políticos en el régimen, sufre una caída en desgracia paulatina, irreversible y definitiva.

Digamos que esta es una de las temáticas principales de la obra de Kadaré, la denuncia contra la represión política y, de aquí, ideológica y cultural en su país. Y esta novelita, que no se pudo publicar en su momento por estar vigente la dictadura de Hoxa, continúa con esta línea. 

Por otra parte, entre los rasgos caracterìsticos de este autor, es de destacar, y casi por encima de todo, el aspecto erótico y amosoro que Kadaré otorga a su historia. Se encuentra cargada de momentos sensuales y carnales, en los breves encuentros de los amantes. En esto se encuentra totalmente alejada de las versiones tradicionales del mito de Ifigenia, ajenas totalmente a esta temática erótica-amorosa. 

Es más, llega hasta el extremo de considerar al amor como un poder universal y casi que equiparable al poder de cualquier tipo, en este caso es capaz de oponerse frontalmente al omnímodo poder político. Para Kadarè, el amor es la ùnica fuerza capaz de enfrentarse al drspòtico poder polìtico