martes, 18 de febrero de 2025

IFIGENIA EN TIRANA: LA HIJA DE AGAMENÓN, DE I. KADARÉ (1985), (1)

 Ismail Kadaré (1936 – 2024) ha sido uno de los escritores albaneses más conocidos fuera de su país, y comprometido activamente en la lucha contra la dictadura dentro de su tierra Albania, En esta novela corta, La hija de Agamenón, escrita en la dècada de los ochenta, antes de la caìda del muro de Berlìn, nos ofrece un relato donde aúna su crítica demoledora contra el autoritarismo y la miseria moral de su país. Y, entremezclada con esta temática polìtica, nos introduce el mito trágico de Ifigenia de la antigüedad clásica, que toca también la problemática del poder en la figura del rey Agamenòn.

Las referencias a la antigüedad clásica, el mito grecolatino,  son una constante en las obras de este autor, ambientadas la mayor parte en la historia y actualidad de su país, Albania. Así  lo hace también en este relato.

La acción de La hija de A. transcurre, supuestamente, durante una de las ceremonias del 1º de Mayo, festividad principal de los países socialistas. El narrador, un periodista crítico que trabaja en la Radiotelevisión estatal, equipara la escena del fastuoso desfile,  delante de las autoridades principales del país, con el ritual final sacrificial en el mito de Ifigenia. 

Al  tiempo que el narrador describe, con mirada crítica y acerada los fastos de la ceremonia, va intercalando, pues es un relato in medias res, episodios en flashback  de su historia personal, por un lado, en concreto, su historia amorosa con Suzane. Por otro, y con tanta relevancia, relatos de la represiva situación política que se vive bajo la dictadura, centrado en la de un funcionario también, caìdo en desgracia. Se trata de las temidas purgas o depuraciones, de todos conocidos en aquellos tiempos.

El mito clásico, al que regularmente recurre el escritor albanés en sus obras, referente cultural para sus relatos, ya decimos se refiere al mito de Ifigenia, vinculado a la leyenda troyana. La remembranza viene a raíz de la relación amorosa, de forma libre y ajena a la moral establecida, que el periodista protagonista mantiene con una joven. Se trata de Suzane, hija, tal como la Ifigenia de Agamenón, de un personaje eminente y en ascenso del poder político del momento.

Se traza, por tanto, un paralelismo más o menos evidente en el relato entre la figura de la joven Ifigenia y la de Suzane, la amante del protagonista. Pero el relato comienza abrupta y directamente con la ruptura de su relación. ¿Cuál es el  motivo? Salvaguardar las apariencias de su padre y familia, como persona íntegra, de cara a su proyectada carrera política, en vísperas del ascenso  a las altas esferas del poder.

Esta ruptura le recuerda y lleva directamente al protagonista-narrador la idea de “sacrificio”. Y de ahí viene el desarrollo del manifiesto paralelismo entre la situación de Ifigenia en Áulide y la de Suzanne en la actualidad del relato, en una sobreentendida Tirana en la que se desarrolla la historia.

A partir de aquí, hacia el centro del relato, el episodio mitológico de Ifigenia en Áulide se desenvuelve de forma natural, en paralelo a la historia personal del narrador y Suzanne.Y el relato, por su parte, da también, no se limita a reproducir, su particular versión del mito clásico de Ifigenia, una versión más pragmática y descreída, vinculada, claro está, con el uso manipulador y dirigista que la dictadura ha hecho de sus símbolos también.

El paralelismo, sin embargo, no se queda aquí. Pues Kadaré nos descubre otra historia paralela a la de Ifigenia, muy conocida en los países socialistas tras el muro. Se trata nada menos que el hijo de Josef Stalin, el violento autócrata de la URSS durante décadas. Según se relata, este suceso histórico es más próximo a la tragedia clásica que la ficción del relato, siendo capturado su hijo militar Yákov por los alemanes en la invasión de Rusia, estos le propusieron un intercambio de rehenes. Stalin, preso quizás de su deber, de dar ejemplo o no se sabe bien, se negó a ello. Su hijo, aunque no está del todo claro todo esto, falleció tiempo después en un campo de concentración.

Un caso, como decimos, muy similar al mito clásico, tal como se nos presenta, y con todas las salvedades que habría que hacer.

El aspecto religioso está prácticamente ausente. En su lugar, otros elementos vienen a cubrir su lugar, pero carentes del simbolismo de aquella.

En cambio, la última parte de la novela es una denuncia dura y manifiesta contra la represión totalitaria y, sobre todo, inhumana y cruel de la dictadura, en la figura de un funcionario público, caído en desgracia. El personaje, sospechoso de algún comentario crítico sobre el ascenso o caída de cargos políticos en el régimen, sufre una caída en desgracia paulatina, irreversible y definitiva.

Digamos que esta es una de las temáticas principales de la obra de Kadaré, la denuncia contra la represión política y, de aquí, ideológica y cultural en su país. Y esta novelita, que no se pudo publicar en su momento por estar vigente la dictadura de Hoxa, continúa con esta línea. 

Por otra parte, entre los rasgos caracterìsticos de este autor, es de destacar, y casi por encima de todo, el aspecto erótico y amosoro que Kadaré otorga a su historia. Se encuentra cargada de momentos sensuales y carnales, en los breves encuentros de los amantes. En esto se encuentra totalmente alejada de las versiones tradicionales del mito de Ifigenia, ajenas totalmente a esta temática erótica-amorosa. 

Es más, llega hasta el extremo de considerar al amor como un poder universal y casi que equiparable al poder de cualquier tipo, en este caso es capaz de oponerse frontalmente al omnímodo poder político. Para Kadarè, el amor es la ùnica fuerza capaz de enfrentarse al drspòtico poder polìtico


No hay comentarios:

Publicar un comentario