lunes, 21 de octubre de 2024

AQUILES VS. IRVINE, TROYA Y EL EVEREST: UN PIE PARA LA GLORIA.

    Una bota de alpinista, un calcetín y el pie dentro de ella de cierto Irvine, compañero escalador de la cima del Everest de Mallory, y desaparecido en extrañas circunstancias, ambos, sin dejar claro si alcanzaron la el techo del mundo, acaba de ser descubierta en las eternas nieves y laderas escabrosas de la montaña.

    El cronista que da la noticia en EL PAÍS, lo hace iniciando el artículo con la simbología aparejada al miembro inferior humano, y su relación desde siempre hasta con la misma mitología.

    No en vano, y evita seguir por tan prolijo mundo, cita en este comienzo al legendario Aquiles, el héroe de Troya. Su apodo más característico, y el elemento por el que era identificado, tanto en su vida, como en el momento de su caída, era precisamente sus pies.


Aquiles enfrentado a Héctor.

    

El epíteto o frase con el que más se le reconoce y reclama es el de  


Aquiles, el de los pies ligeros, 

Ἀχιλλεύς πόδας ὠκύς ...


    Y, como Aquiles, por eso lo dice el artículo, muchos héroes o episodios de la mitología clásica, en la que los héroes vienen señalados o identificados por sus pies.


No seré yo quien niegue la relevancia de los pies en nuestra consideración de los héroes. Ahí están sin ir más lejos los de Aquiles. 

    
    Aunque, pensándolo un poco más, y ya que se trata de un caso de identificación, sí, de descubrir la identidad de alguien por los pies, una marca o señal, quizás en este caso no estaría de más acordarse de otro trágic o personaje al que precisamente, revelan su verdadera identidad largo tiemo oculta, y sobre todo para el mismo personaje.
    Nos referimos al desgraciado personaje de Edipo, hijo de la Fortuna, y luego caído en la mayor de las desgracias.
    La tragedia de Sófocles es la que eleva al personaje a sus dimensiones más elevadas. Una de las escenas climáticas es la del reconocimiento del personaje. Su nombre, Edipo, que significa literalmente "pies hinchados", es un nombre parlante, y alude precisamente a ese marca y tara a la vez que sobrelleva el personaje. Y que es fruto de las heridas ocasionadas en sus tobillos, unos herrales o clavijas con que le inutilizaron los pies, cuando recién nacido es abandonado en le monte Citerón.


    En la escena de reconocimiento de la tragedia, el campesino qe lo hizo, obligado, recuerda precisamente este hecho, el de la clavija en los tobillos. Y es cuando se descubre la verdadera identidad del aveturero, y luego coronado rey, Edipo.

    En el caso del malaventurado escalador, no se trata ya, aunque tintes para eso tiene, no se trata de una literaria escena de reconocimiento o anagnórisis, cual Edipo y, a su modelo, tantas múltiplesescenas de ese tipo recurrentes en la literarura popular. Aunque la identidad del escalador se conoce por una bota del pie, donde aún se mantiene el calcetín, es allí donde se revela la identidad oculta de un personaje.

    Pues en el borde del desgraciado y lanudo calcetín montañero se leen, todavía claras,  a pesar de los lustros, y seguramente gracias a las bajas temperaturas, se lee bastante bien el nombre de su portador y poseedor.

     Irvine. IRVINE en mayúsculas. 

    Se trata del desaparecido desde hace lustros, junto con Mallory, del desventurado escalador, del que nunca se supo qué sucedió.

    Hasta ahora.

De tal manera queda aclarado así, sin ninguna indagación deductiva, por otra parte, el poseedor de la prenda. Irvine, el compañero de cordada del legendario y malogrado alpinista Mallory.

El año de su desaparición, 1924, se encontraba en la cumbre legendaria, junto con Mallory, intentando alcanzar la cumbre. Desaparecieron en el transcurso de la ascensión, y desde entonces no se ha sabido nada y ha quedado en la duda, al parecer, si llegaron o no a alcanzar la cima. En cuyo caso, la gloria montañista pasaría del reconocido alpinista, E. Hillary, a estos dos, Mallory e Irvine, desafortunados  escaladores.


bota 



    Un pie, elemento de siempre simbólico, a la vez que miembro fundamental y funcional del cuerpo humano, revela su función de identidad e identificación para resolver, aunque con todo se sigue sin saber, uno de los misterios sin resolver en el mundo del montañismo de leyenda.


En este caso, la identificación del pie, con el calcetín y la bota, sirve para otorgar la siempre perseguida gloria heroica, y otorgar como legítimo merecedor de ella al escalador que hizo cumbre por primera vez en la cima del mundo.


mtv, pie-gloria.


martes, 8 de octubre de 2024

el muro tapia derruido en septiembre

De repente, todo cambiò, se arrambló con aquello y desapareció, como una visión ilusoria, lo que durante años llevaba fijado en las miradas de los que por allí pasaban.

En unos meses ya nadie recordaría lo que había allí.

Un muro, una tapia, lustros ocultando sus entrañas, quedò abatido y derrumbado cierto dìa de septiembre de este año en curso, sin previo aviso para el inadvertido viandante, sin ninguna nota previa, sin un simple adiós.

Lo que vivía y existía tras aquel largo y prolongado paredón se mostrababien visible ahora. Como un telón que cae, a la vista de todos estaba aquel espacio, aquella huerta que permaneció oculta durante dècadas a los ojos ajenos, dormitando un sueño suyo y particular.

En realidad, el supuesto vergel que se ocultaba tras el ajado y lustroso muro no era tal. Unos tupidos cañaverales emergian tras la tapia caida. Se veía una palmera al sueloque , casi desjarretada, mostraba impùdicamente sus siempre veladas raìces, ahora aventadas al aire.
Por aqui y por alla, unos bloques grises indicaban alguna construcciòn inacabada, y la maleza, tupida y creciendo desordenada, no dejaba todavía ver màs alla de lo que el muro hasta entonces impedìa.
El muro tapia, de años, lustros y dècadas prolongados, ajado, sucio y polvoriento, a pesar de todo, se mantenía venerable en su vetusta apariencia. Habìa protegido con su pared, la vista curiosa y un poco impertinente de los cualesquiera viandantes que por allí anduvieran.
Ahora, vìctima de un derrumbe con nocturnidad y alevoso, el muro derruido habìa dejado de existir para siempre. Tanta era la urgencia que incluso a los operarios del destrozo les habìa faltado tiempo para hacerl desaparecer los cascotes y restos de aquellos ajados ladrillos.
Ahora, ante todos, a la vista algo impùdica de cualquiera, se revelaba y desvelaba un lugar, un huerto, verdad que abandonado y en desidia, nada del otro mundo, por otra parte, que había permanecido guardado, celosamente,un sueño de lustros.
Y todo esto, ¿por què?
En verdad que lo que se atinaba a ver hasta ahora de aquel jardìn escondido y desatendido era apenas nada. Ya decimos una palmera patas arriba, unos omnipresentes cañaverales, unos feos bloques a ras del suelo, y más maleza en desorden. Nada màs.
En verdad que uno sospechaba mucho màs de lo que ahora se vislumbraba, tras aquel sucio pero venerable muro, de mediana altura y que terminaba a dos aguas.
Pero, realmente, no habìa màs, todo lo que se suponìa escondìdo tras aquella tapia, no era màs que las imaginaciones y las sospechas que uno libtemente dejaba al azar de la desocupada mente.
Ahora, tras los pocos cascotes, únicos testimonios de lo que allí una vez modestamente se irguió, una cinta de plastico o caucho gruesa, de cantoso color naranja, indicaba a los que por alli pasaban y circulaban, el antiguo lìmite que marcaba la frontera, el límite privado de la huerta, ese muro ahora derrumbado, en los suelos y ya inexistente.
Todo esto, no sé qué más, por un anónimo, alargado y vetusto muro tapia, desmontado y derruido con tanta urgencia, como quien desmonta un estante de quita y pon, un muro tapia arrumbado para siempre en una de las entradas y salidas de la ilustre y centenaria villa.
Todas las reacciones:
Sisi Álvarez Arvelo

lunes, 7 de octubre de 2024

LA VILLA,2

Un día y de repente para el desdibujado paseante, pero merced a denodados esfuerzos de algunos próceres, llegó a aquel lugar lo que era la confirmación y sospecha de que el letargo decadente y despegado de la villa ocultaba un brillo latente no reconocido. Una condecoración, un título, un reconocimiento, el merecido reconocimiento, ya de tanto tiempo olvidado, por fin, había llegado a aquel lugar.

Durante los primeros años, la villa se lustró y embelleció y remozó con sus mejores galas, es decir, con esos primores ocultos bajo la polvareda del tiempo y el letargo.

De la villa emergió la ilustre ciudad. Las casonas se remozaron y adquirieron nuevo brillo, bueno, su real briillo, añejo pero ocultado tras tantas décadas de grisura.

Otra autoridad edilicia, si, mismamente edilicia , bramaba por aquella época, desde la altura de sus despachos, que ningún solar, huerto, finquita, rinconcito, espacio sin uso ni lustre, debía quedar y mantenerse sin edificar ni enladrillar.
Todo suelo, aunque sesteara de décadas y siglos, y precisamente por eso, era reo de ociosidad indeseada, y debía de volverse irremdiable y edificativamente productivo.
Aquello, que desde aquellas alturas de aquel mando, podría parecer la máxima aspiración de la autoridad competenete en esa materia, en la práctica significaba el remate refinitivo a aquellos recodos deslucidos, la sentencia a los vacíos que aireaban los paredones enladrillados de diverso gusto, el acabose de aquel alivio para la mirada, entre tanto adusto bloque, que producía aquellos huecos sin culpa, ahora sentenciados como malsanos e improductivos.
El relajo invuisible para el pasajero incosnciente, aquel que que dejaba a su aire el garbeo de su paso, mientras su vista recorría inadvertida aquella tapia que ocultaba un jardín, un patio o simplemente, maleza desbordad , poco a poco, iba desapareciendo.
Las visiones latentes de los tradicionales paseantes de la villa, de aquel llano ideal para el garbeo, santo y señal de la ilustre ciudad, dejaban de poblar las ensoñacieones del viandante. Sin darse cuenta, la tranquilidad que emanaba de aquel solaz caminero iba desapareciendo sin dejar más rastro que el mismo olvido.

Más que lugar de paseantes, aquel espacio se había convertido en un laberinto edificado solo apto para runners y muslos aprisionados en elásticas mallas deportivas.
Todo el mundo corría, a quién más, o andaba apresurado y atlético, recomendaciones saludables, en un presuroso y cardiaco andar.
El lento y reconcentrado andar del paseante, figura de antño y otras épocas, había dejado paso a un trote regular y sanamente aeróbico.