El
escritor Diodoro Sículo es otra de las fuentes que cita los hechos y sucesos de
Alejandro Magno, en su proyecto de escribir una historia del mundo. Su obra Bibliotheca
Histórica se haya dividida en cuarenta (40) libros, divididos en tres
secciones.
En
el segundo bloque, los libros VII al XVII los dedica este autor a la historia
de la antigüedad, desde la Guerra de Troya hasta la muerte de AM. Los libros
siguientes, XVIII-XL, están referidos a las luchas de los diádocos tras la
muerte del líder macedonio, y llegan hasta Roma y Julio César, donde parece
concluir.
LIBRO
XVII, 55 ss.
Acampó (Darío) cerca de una aldea
llamada Arbela, y allí cada día ordenaba en orden de batalla sus fuerzas …
57. En el ala derecha puso el
escuadrón real, cuyo mando tenía Clito, el apodado Negro, y después de
éstos, a los demás amigos,
…
En cada una de las alas dispuso
la formación en ángulo, para que no pudieran rodear los enemigos con la
gran masa de sus soldados la pequeña línea de los macedonios.
LOS
CARROS FALCADOS δρεπανοφόροi DE DARÍO.
(Darío)dispuso también doscientos
carros armados de guadañas, diseñados para sorpresa y miedo de
los enemigos. De cada carro, junto a los caballos de los lados exteriores
sobresalían unas guadañas clavadas al yugo que se extendían tres palmos,
y tenían el borde de su filo hacia el frente y junto a las clavijas de los ejes
otras dos en línea recta, con el corte hacia el frente como las anteriores,
pero más largas y anchas; y en sus extremos estaban unidas unas hoces.
[6] πρὸς δὲ τὰς τῶν δρεπανηφόρων ἁρμάτων ἐπιφορὰς μηχανώμενος ὁ βασιλεὺς παρήγγειλε τοῖς ἐν τῇ φάλαγγι πεζοῖς, ὅταν πλησιάζῃ τὰ τέθριππα, συνασπίσαι καὶ ταῖς σαρίσαις τὰς ἀσπίδας τύπτειν, ὅπως διὰ τὸν ψόφον πτυρόμενα τὴν εἰς τοὐπίσω ποιήσηται φοράν, τοῖς δὲ βιαζομένοις διδόναι διαστήματα, δι᾽ ὧν ποιήσονται τὴν διέξοδον ἀκίνδυνον τοῖς Μακεδόσιν.
La
espectacularidad de estas acciones no dejó muchas dudas para llevarlas al cine
en cuanto los recursos y los medios lo hicieron posible. La película de Rossen,
en menor medida y desaprovechada, y sobre todo, la de Stone, exhiben una
exitosa puesta en acción de la lucha contra estos carros de guadañas frente a
las falanges macedonias.
Concluye el siciolota la revisión del contingente macedonio refiriéndose con protagonismo al propio rey Alejandro, adelantando ya su papel singular y épico en el enfrentamiento, y su recurso estratégico, el de la falange oblicua, que todos, empezando por Arriano y Plutarco, ya le reconocieron.
… Él mismo, tomando el mando
del ala derecha y haciendo la formación oblicua, decidió resolver por
sí mismo todo el resultado del combate…
αὐτὸς δὲ τοῦ δεξιοῦ μέρους ἡγούμενος καὶ λοξὴν τὴν τάξιν ποιούμενος δι᾽ ἑαυτοῦ τὴν ὅλην κρίσιν τοῦ κινδύνου ποιεῖσθαι διεγνώκει.
Por su parte, y después de tan extensa descripción, de la formación y orden del ejército persa, el autor apenas dice más que Darío los organizó según los diversos pueblos que lo conformaba:
58.
Darío dispuso la formación de su ejército según los contingentes de los pueblos
y formado él contra Alejandro avanzó contra los enemigos.
ὁ δὲ Δαρεῖος κατὰ τὰς τῶν ἐθνῶν περιοχὰς τὴν ἔκταξιν πεποιημένος κατά τε τὸν Ἀλέξανδρον τεταγμένος προῆγεν ἐπὶ τοὺς πολεμίους.
SE
DESATAN LAS HOSTILIDADES. LA TRUCULENCIA DE LOS DREPANOFOROI:
A continuación, y sin más preámbulos, se inicia la contienda con griterío, turbamulta, sonidos confusos de trompetas y avances y encuentros de las fuerzas guerreras.
Y tan pronto como se acercaban
los ejércitos uno contra otro, los trompeteros de ambos bandos daban la señal
de combate, y los hombres, con un enorme griterío, se atacaban entre sí.
ὡς δ᾽ ἐπλησίαζον ἀλλήλαις αἱ δυνάμεις, οἱ μὲν σαλπικταὶ παρ᾽ ἀμφοτέροις ἐσήμαινον τὸ πολεμικόν, οἱ δ᾽ ἄνδρες μετὰ πολλῆς βοῆς ἀλλήλοις ἐπεφέροντο.
Y
pues Diodoro casi que no espera más a describir los inicios de la batalla, sino
que ya da entrada para hablar y describir la terrorífica presencia de los carros
falcados persas y, del mismo modo, la consecuente y advertida estrategia
defensiva de los griegos.
Si
Pseudo Calístenes tiene momentos de patetismo en la descripción de la acción cruenta
de estos carros falcados, en el caso de Diodoro la descripción se amplía,
expande y se vuelve lo que hoy diríamos gore. No deja lugar a esa expresión literaria
de Ps. Calístenes, sino que se refocila y recrea en la el detalle cruento y
matarife de la acción de las cuchillas sobre la infantería de los macedonios.
Es decir, donde Ps. Calístenes, con arte literario, disimulaba la sanguinolenta masacre de las guadañas, en este caso sobre los persas cuando el propio Darío huye atemorizado en su carro de la batalla.
… segaba muchos batallones de
persas, como con su hoz cortan los campesinos las espigas de su campo …
Diodoro no ahora escenas truculentas de cuerpos y miembros despedazados por los criminales cortes de los carros.
… Tal fue la velocidad y la fuerza de las guadañas forjadas para la destrucción que cortaban los brazos de muchos con los propios escudos, de no pocos cortaban los cuellos, y las cabezas caían en tierra con los ojos todavía abiertos y manteniéndose la expresión del rostro, y de algunos rajaban los costados con cortes importantes y producían muertes rápidas.
τοιαύτη γὰρ ἦν ἡ ὀξύτης καὶ βία τῶν κεχαλκευμένων πρὸς ἀπώλειαν ὅπλων ὥστε πολλῶν μὲν βραχίονας σὺν αὐταῖς ταῖς ἀσπίσιν ἀποκόπτεσθαι, οὐκ ὀλίγων δὲ τραχήλους παρασύρεσθαι καὶ τὰς κεφαλὰς πίπτειν ἐπὶ τὴν γῆν βλεπόντων ἔτι τῶν ὀμμάτων καὶ τῆς τοῦ προσώπου διαθέσεως διαφυλαττομένης, ἐνίων δὲ τὰς πλευρὰς ἐπικαιρίοις τομαῖς ἀναρήττεσθαι καὶ θανάτους ὀξεῖς ἐπιφέρεσθαι.
Tan truculenta y horrendas imágenes no
las encontramos ni en las vívidas y cruentas descripciones de Homero.
Pero vamos a no desviarnos del asunto que hemos visto hasta ahora, el de la lanzada, o no, de Alejandro o alguien contra Darío en su carro, y la subsiguiente huida del mismo.
LOS DIEZ MIL Y LOS PARIENTES REALES.
Una vez acabada esa recreación macabra,
a saber, del gusto de lectores de esa guisa y de esa literatura dramatizada en
exceso, que siempre ha llamado la atención por lo crudo y hasta macabro,
Diodoro pasa a las siguientes fases de la batalla. Habla entonces, como solía
ser usual en las batallas, de una fase previa de intercambio y lanzamiento de
proyectiles de todo tipo con el ánimo de causar las mayores bajas previas al
enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
Es
curioso el dato de que esta termina cuando, sencillamente, se acaban esas armas
arrojadizas.
Cuando
los ejércitos se acercaron entre sí y mediante los arcos y hondas y además
lanzamientos de jabalinas, se gastaron los proyectiles que se habían disparado,
se enfrentaron en una lucha cuerpo a cuerpo.
Al principio, cuando los jinetes se lanzaron al combate y peleaban los macedonios en el ala derecha, Darío, que dirigía su ala izquierda, tenía como compañeros de lucha a jinetes parientes suyos, elegidos por su valor y lealtad, que eran diez mil formados en un solo escuadrón. Ellos, al tener al rey como espectador de su propia bravura, recibían con buen ánimo la lluvia de proyectiles que se lanzaban sobre ellos.
Aquí
Diodoro hace una fusión y entremezcla a ese batallón escogido desde los tiempos
de las Guerras Médicas, y antes, los Inmortales, de los que se dice, en efecto
que eran diez mil, con la parentela real y suya, escogida claro es por su
valor, a los que une a esta tropa selecta.
El
siguiente dato que da, el de la bravura de esta tropa al estar a la vista de su
Gran rey, ya aparece referida en Plutarco y Curcio.
Cierto reflejo de ello se podría atisbar en el pariente alanceado, Oxatres, por Alejandro en el mosaico de Issos.
Diodoro sigue adelante con la descripción de la batalla, con una precisión de datos, movimientos y tropas que al menos da algo que pensar, ytal es la seguridad con que los da. No tienen referencias en estas fuentes conservadas hasta hoy, las de Arriano, Plutarco o Curcio. Diodoro no cita fuentes, además, pero se maneja con una seguridad, dudosa seguridad, en el relato que en verdad parece que refiere algo bien contrastado.
LLEGANDO AL MOMENTO CUMBRE: LA CARGA DE LOS HETAIROI: ὁ ΜὲΝ ἈΛΈΞΑΝΔΡΟΣ … ΜΕΤὰ ΤῆΣ ΒΑΣΙΛΙΚῆΣ ΕἴΛΗΣ.
Diodoro afirma que el resultado ¡de la
contienda hasta ese momento era favorable al ejército persa.
Es más, un grupo de ellos había asaltado el campamento macedonio donde se mantenían los bagajes y a los prisioneros. Entre ellos, a Sisigambis Σισύγγαμβρις, la madre de Darío que Alejandro había capturado tras Issos. En un claro motivo de exempla, la madre se niega a huir con aquellos junto a su hijo, por la confianza mostrada por el rey macedonio hacia ella.
60.
Al producirse la segunda ventaja de los persas,
Alejandro, apresurándose a enderezar la derrota de los
suyos con su propia intervención, se lanzaba contra el propio Darío
con el escuadrón real y otros jinetes muy distinguidos.
δευτέρου δὲ προτερήματος τοῖς Πέρσαις γενομένου ὁ μὲν Ἀλέξανδρος σπεύδων δι᾽ ἑαυτοῦ τὴν ἧτταν διορθώσασθαι τῶν ἰδίων μετὰ τῆς βασιλικῆς εἴλης καὶ τῶν ἄλλων τῶν ἐπιφανεστάτων ἱππέων ἐπ᾽ αὐτὸν ἤλαυνε τὸν Δαρεῖον.
Aunque Diodoro refiere los movimientos
de tropas, hacia derecha e izquierda, no es tan claro como para señalar el
movimiento estratégico de Alejandro hacia el ala derecha, el posterior
movimiento de la caballería persa en su persecución, el hueco dejado en la
formación y con Darío desguarnecido, y ese momento en el que Alejandro gira y
aprovecha para arremeter contra el carro real.
No
entra en estas precisiones, pero lo que relata en esencia es lo que dicen las
otras fuentes, es decir, Alejandro,
uno, se pone al frente σπεύδων δι᾽
ἑαυτοῦ
τὴν ἧτταν
διορθώσασθαι τῶν ἰδίων,
dos, carga con sus Compañeros, el
mismo al frente, μετὰ τῆς βασιλικῆς
εἴλης καὶ
τῶν ἄλλων
τῶν ἐπιφανεστάτων
ἱππέων, y
tres, se dirige directo hacia el rey Darío ἐπ᾽ αὐτὸν ἤλαυνε τὸν Δαρεῖον.
El rey persa recibió el ataque de los enemigos y combatiendo en persona desde su carro lanzaba dardos a sus atacantes, …
ὁ δὲ τῶν Περσῶν βασιλεὺς δεξάμενος τὴν ἐπιφορὰν τῶν *πολεμίων αὐτὸς μὲν ἐφ᾽ ἅρματος ἀγωνιζόμενος ἠκόντιζεν εἰς τοὺς ἐπιφερομένους,
Aquí Diodoro señala otras informaciones
que no aparecen en los textos anteriores. Es más, van en contra de esa imagen
icónica de un envalentonado y poseído macedonio, contra un acobardado rey persa.
En otra referencia, en Plutarco cuando Issos, es cierto que también se dice que
ambos líderes llegaron a las manos entre ellos, pero Arriano no contiene tal
afirmación, bastante que dudosa probablemente, como el mismo Plutarco
contrasta.
Coincide con Curcio, por otra parte, en presentar a un Darío aguerrido, que empuña con sus propias manos armas, las armas propias de un persa, el arco, y lucha cara a cara con el macedonio.
Esto, claro, claro, hasta llegar al momento decisivo, la lanzada.
… ΤῶΝ ΒΑΣΙΛΕΩΝ ἐΠ᾽ ἀΛΛΗΛΟΥΣ ἱΕΜΕΝΩΝ …
Diodoro
prepara el momento como un director de cine. Escribe el momento álgido de la
batalla y se recrea, al parecer, en un supuesto duelo singular Darío-Alejandro,
como dice Plutarco en Issos, yendo armas en mano uno contra otro en el clímax
de la batalla.
Ni siquiera el mosaico lo recoge, pues muestra a uno en ataque, al otro retirándose en el carro.
… y cuando eran muchos los que
peleaban a su lado y los reyes corrían uno contra otro,
… πολλῶν
δ᾽ αὐτῷ
συναγωνιζομένων καὶ τῶν
βασιλέων ἐπ᾽
ἀλλήλους
ἱεμένων
…
Dos
genitivos absolutos de libro que anteceden a la lanzada del xystón o jabalina
del macedonio.
Parece
claro y característico de Diodoro el relato literario y casi novelesco con que
describe los hechos. Más que asegurarse del rigor histórico de los datos que
ofrece, el siciolota está más pendiente en recrear teatral y dramáticamente el
escenario y os sucesos acaecidos, sacrificando es claro su veracidad histórica.
Esto
puede decirse de esta escena en la que pinta este casi duelo singular
entre los dos reyes, en una batalla de miles de guerreros, sacudioa por el
polvo, donde las comunicaciones entre oartes de un mismo ejército eran
difíciles.
El
galope con e que nos presenta la escena decisiva de la batala se asemeja más
bien al mosaico y a los films de Hollywood que a los relatos, suponemos más
fidedignos y menos especulares, de Arriano o Plutarco.
El
enfoque de los dos reyes trabando combate en buena lid parece una recreación
dramática y novelesca de lo que pudo ocurrir, es decir, a carga de los
hetairoi y Alejandro contra el carro y la guardia real de Darío.
Aunque,
en verdad, nada puede asegurar uno.
Tenemos
como referencia anterior la nota de Plutarco en la batalla de Issos. Allí dice
que sí, que Alejandro y Darío llegaron a las manos, pero a continuación
desmiente tal noticia.
En Diodoro no hay atisbo de dudad, y, en verdad, lo suyo es hacer un relato dramático y espectacular, recreando y centrando las escenas en los protagonismos de Alejandro y Darío, más que en los movimientos de escuadrones y guerreros, menos literarios pero quizás más verosímiles.
LA LANZADA, ὁ ΜὲΝ ἈΛΈΞΑΝΔΡΟΣ ἀΚΟΝΤΊΣΑΣ ἐΠὶ ΤὸΝ ΔΑΡΕῖΟΝ.
Diodoro es el único, por tanto, de
estos cuatro textos antiguos consultados, amén de los films donde, ahora sí,
encuentran su refrendo novelesco y cinematográfico en una fuente antigua.
Diodoro, a lo que vemos, y con esa certeza y seguridad pasmosa, afirma sin más
que Alejandro, en este enfrentamiento, este que sí singular y homérico, como
calificaría el historiador Lane, Diodoro afirma y constata la lanzada de
Alejandro sobre el rey persa.
Es la referencia, además, de R. Lane Fox cuando, reproduciendo el hecho, se justifica con un “se dice” que, a la vista de este dato, se refiere a Diodoro, que sepamos, y no sabemos si alguno más.
Alejandro lanzó una jabalina contra
Darío …
ὁ μὲν Ἀλέξανδρος ἀκοντίσας ἐπὶ τὸν Δαρεῖον .
Seguidamente de relatar el hecho, y en
lo demás sigue a Curcio, (recordemos que el latino habla de una lanzada, de no
se sabe quién), Diodoro indica que el xystón yerra, pero alcanza al auriga del
rey.
Alejandro
lanzó una jabalina contra Darío y erró, pero, alcanzando al conductor
del rey que estaba de pie a su lado, lo derribó.
ὁ μὲν Ἀλέξανδρος ἀκοντίσας ἐπὶ τὸν Δαρεῖον τούτου μὲν ἥμαρτεν, τοῦ δὲ παρεστῶτος ἡνιόχου τοῦ βασιλέως κατατυχὼν κατέβαλεν.
Y otra vez volvemos a encontrar la secuencia del momento decisivo de la batalla. Que, en resumen, sería así:
1. |
Alejandro
ve el hueco en el centro persa |
2. |
se
pone a frente de sus hetairoi y carga directamente contra la posición del rey |
2.
bis. |
Se
produce, o no, el lanzamiento de una jabalina contra Darío |
3 |
La
jabalina yerra, o alcanza al auriga |
4 |
Hay
una confusión entre las tropas persas, algunos creen que el propio Darío ha
caído |
5 |
Darío,
vivo, pero atemorizado, dudando o no de tal acción, hace gira el carro y
abandona el campo de batalla |
6 |
Al
poco, y sin estar decidida del todo, a raíz de este hecho, los macedonios se
hacen con la vistoria. |
SE ACERCA EL FIN: LA FALSA MUERTE, CONFUSIÓN EN TORNO AL CARRO DE DARÍO.
Como
gritaron los que estaban cerca de Darío, los que se encontraban más
lejos pensaron que había caído el propio rey; y cuando
emprendieron éstos la fuga, los siguientes fueron detrás,
y el contingente formado junto a Darío en seguida se rompió.
τῶν δὲ περὶ τὸν Δαρεῖον ἀναβοησάντων οἱ ποῤῥώτερον ἀφεστηκότες ὑπέλαβον αὐτὸν τὸν βασιλέα πεπτωκέναι: καὶ τούτων τῆς φυγῆς ἀρξαμένων οἱ συνεχεῖς συνείποντο καὶ τὸ συνεστὸς <αἰεὶ> τῷ Δαρείῳ σύνταγμα κατ᾽ ὀλίγον παρεῤῥήγνυτο.
En estos hechos que sigue relatando
Diodoro, parece seguir lo que cuenta Curcio, hasta donde alcanzamos. Ya vimos
que el latino rehabilita la figura del rey persa, y en absoluto lo responsabiliza
de la huida subsiguiente y acobardada, tras el golpe de mano de Alejandro y los
hetairoi, con o sin lanzada.
No es, por tanto, Darío quien huye, tal como nos muestra en instantánea el mosaico y los films (el de Stone el único muestra una brevísima intercambio de palabras entre el persa y su ayudante, sin saber qué se dicen), sino el rumor de su falsa muerte que se expande y unos contingentes cercanos a él los que emprenden la fuga.
Y al quedar desnudo de
combatientes también el otro costado, él mismo, asustado,
se dio a la fuga. Al huir éstos así y subir a lo alto el remolino de
polvo de los jinetes, y seguirlos de cerca los jinetes de Alejandro, por
la gran cantidad y lo apretado del polvo no era posible ver hacia dónde huía
Darío, y se producía el gemido de los hombres que caían, el ruido de los
jinetes y también el continuo restallar de los látigos.
διὸ καὶ τῆς ἑτέρας πλευρᾶς παραγυμνωθείσης τῶν συναγωνιζομένων καὶ αὐτὸς καταπλαγεὶς πρὸς φυγὴν ὥρμησεν. [4] τούτων δὲ οὕτως φευγόντων καὶ τοῦ κονιορτοῦ τῶν ἱππέων πρὸς ὕψος αἰρομένου καὶ τῶν περὶ τὸν Ἀλέξανδρον ἐκ ποδὸς ἑπομένων διὰ τὸ πλῆθος καὶ τὴν πυκνότητα τοῦ κονιορτοῦ συνιδεῖν μὲν οὐκ ἦν τὸν Δαρεῖον ὅποι ποιεῖται τὴν φυγήν, στεναγμὸς δὲ τῶν πιπτόντων ἀνδρῶν καὶ κτύπος τῶν ἱππέων, ἔτι δὲ τῶν μαστίγων συνεχὴς ψόφος ἐγίνετο.
Curioso
cómo, a pesar de las críticas a Diodoro como historiador, sea el sicioliota el
que repite más a menudo las turbulencias del polvo en la batalla, como el mismo
Lane, más riguroso, también reproduce.
Y otra nota, no relata aquí el
siciliano el gesto de Darío con las riendas y haciendo girar el carro, escena
icónica en los otros relatos. Aquí sencillamente describe que
él mismo, asustado,
se dio a la fuga
αὐτὸς καταπλαγεὶς πρὸς φυγὴν ὥρμησεν
Lo
que sigue a continuación también se repite en las otras fuentes, y los films,
sobre todo el de Stone, lo recoge muy bien. Es Lane el que desmiente
que estos hechos fueran así.
Es decir, una vez que huye Darío, Alejandro y sus jinetes lo persiguen. Pero la batalla seguía en la llanura, y de hecho los hombres de Parmenión estaban en un punto límite, por lo que mandan aviso a Alejandro para que venga a por ellos. Por este motivo se detienen la persecución, y Darío, escogiendo un camino de montaña, huye sin ser capturado. Un tiempo después acabará funestamente, muerto por sus propios hombres. Como decimos, para Lane esto no ocurrió así, y es achacar al general macedonio la culpa de no haber capturado al rey persa.
El relato concluye cuando Diodoro repite la ubicación de la batalla.
… La batalla que se produjo
cerca de Arbela tuvo este resultado.
ἡ μὲν οὖν περὶ Ἄρβηλα γενομένη παράταξις τοιοῦτον ἔσχε τὸ πέρας.
CONCLUSIÓN: LA DRAMATIZACIÓN DEL HECHO HISTÓRICO. EL MOSAICO DE ISSOS vs. A LOS FILMS DE HOLLYWOOD.
CONCLUYENDO,
si hasta ahora habíamos estado detrás de la fuente o fuentes, si es que la
hubiera, el texto al que referirse para el momento decisivo que reflejan los
films, la lanzada de Alejandro contra Darío en el momento cumbre de la batalla,
es evidente que es este texto de Diodoro.
La
veracidad de tal hecho es dudosa. De hecho, Arriano, el historiador más
fiable considerado, y Plutarco, no llegan ni mucho menos a afirmar tal
cosa. Para ellos, y, claro, sin saber sus fuentes, pero conociendo que escriben
varios siglos después de los hechos, para estos dos historiadores, lo decisivo,
y menos comprometido, claro, es la carga de los Compañeros, Alejandro al frente,
sobre el centro desguarnecido donde se hallaba Darío en su carro real.
Hasta
aquí podríamos decir que sería la versión más conservadora, menos comprometida
y con mayores probabilidades de que hubiera sucedido.
Curcio va un paso más allá. Un texto tiene
algunos elementos literarios, aunque no por ellos menos verosímiles, como el de
la falsa muerte del Gran Rey, se extiende algo más que los otros dos,
rehabilita a Darío, y ya habla de una lanzada.
Sin
embargo, es una lanzada anónima, fruto del fragor y confusión del
combate, para nada dice de Alejandro. A continuación, elemento añadido o
recurso literario o histórico, da el dato de la muerte del auriga, la confusión
por la falsa muerte de Darío y el inicio de la fuga de algunos destacamentos
persas.
Por
último, y parece
que en in crescendo de seguridad, la última fuente, Diodoro, como
en el mosaico, los films o la historia novelada de Manfredi, Diodoro
directamente hace empuñar y sin asomo de duda a Alejandro su xystón. Pinta un
enfrentamiento singular y dramatizado entre los dos, donde el macedonio le
arroja de pleno la lanza a Darío, con el que ya andaba enzarzado en un duelo
singular.
Singular y tópico de sus identidades, pues Alejandro se maneja con la lanza, Darío con el arco, griegos contra persas identificados por sus armas.
Es
claro que si se quiere buscar un soporte documental a las representaciones
artísticas, tenemos en primer lugar el mosaico, donde e autor anónimo ya puso
toda la carga, en el alanceamiento del guerrero persa por parte de Alejandro,
su protagonismo, frente a un aterrorizado Darío.
Y luego, más claramente, en los films y en la novela de Manfredi, donde la imagen icónica del alanceamiento del mosaico ha sido sustituida paro el lanzamiento del xystón del macedonio a lomos de su cabalgadura, más espectacularidad todavía.
EL
MOSAICO DE ISSOS vs. A LOS FILMS DE
HOLLYWOOD.
Esta
es quizás la más llamativa conclusión, y que fue fuente de confusión de una
mirada superficial del mosaico. Es decir, de la carga anónima de la caballería,
en las fuentes digamos fiables, se pasa a la singularización de Alejandro, portaestandarte
y líder de la carga, y alanceador, lanza en mano, contra el persa. Esta es la
imagen del mosaico de Issos
Pero
esta imagen icónica que ha perdurado en las retinas del público durante dos
milenios, ha venido a ser compartida con la nueva imagen que presenta
los films, los dos films del arte cinematográfico del siglo XX y XXI.
Que
es la lanzada a distancia de un brioso Alejandro, a lomos de un rabioso
Bucéfalo, contra un acobardado Darío, en el momento decisivo de la batalla,
batalla que, dependiendo de esta lanzada, giraría el orden económico y mundial
durante siglos, hasta la entronización del nuevo poder de occidente en el orden
mundial, el de Roma.
Los emperadores romanos lucharon infructuosamente por conseguir, desde César y Pompeyo, hasta Domiciano, Trajano o Juliano, lucharán por alcanzar aquello que, Alejandro, después de aquella carga, y aquella supuesta lanzada, ya inmortalizada en el mosaico, aquello que logró conseguir por una vez en la historia, que estos dos mundos, Oriente y Occidente, vivieron unos siglos en cierta estabilidad y en un nuevo orden económico, esta vez mundial e intercultural.
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