Película de hace unos pocos años, 2016, muy admirada y seguida por los espectadores, incluidos los del gremio de las matemáticas en su vertiente didáctica, por cierto, Figuras ocultas (Hidden Figures) relata la historia del grupo de matemáticas que trabajan en la NASA, en los años sesenta cuando la carrera espacial entre USA y la URSS.
Un
grupo de ellas eran llamadas “calculadoras”, estamos en la época en que
precisamente empiezan IBM y los ordenadores, y la computación informática que
vendrá de seguido las hará innecesarias.
Pues bien,
unas de estas matemáticas, las más brillantes de mente, tuvieron un papel
decisivo en el proyecto americano de ganar a la URSS en la carrera del espacio.
La película, de forma paulatina, emotiva y muy bien narrada, nos cuenta la
historia de tres de sus principales protagonistas, Katherine Johnson y sus dos
amigas, Dorothy Vaughan y Mary Jackson,
Precisamente
el episodio que queremos comentar acontece con Katherine. Es una de las escenas
culmen del film, aunque hay varias y centradas en la figura de esta misma
persona (Katherine, haz el cálculo, que le dicen en el colegio y años después
en la mismísima NASA y ante aquel cuadro de ceñudos e e en este caso impostados
gerifaltes de la tal organización).
Es, como
decimos, una de las escenas emotivas y culminantes del film. Katherine, que
acaba de ingresar en la sala de trabajo, es recriminada por el jefe
Harrison-Costner por sus frecuentes y prolongadas ausencias. Katherine,
sobrepasada por la situación, le responde airada.
Y vienen a
ser, forzando un poco las cosas, una escena de las que podríamos catalogar de anagnórisis
o reconocimiento.
Pero,
anagnórisis de quién, podríamos preguntarnos. Aunque la manifestación del reconocimiento
la expresa enrabietada y airada la propia Katherine, en verdad no se refiere a
ella.
Es decir, se
refiere a ella, a ella Katherine y a todo el personal laboral, de los llamados
“de color”, que está trabajando en aquellos tiempos en las instalaciones de la
NASA y el proyecto espacial. Y se refiere y atañe, también, y realmente, a la
NASA, a los usos segregacionistas de la NASA que, en verdad, son los usos y
prácticas racistas socialmente aceptadas de toda la sociedad americana de
aquellos años sesenta, esos que parecen tan lejanos.
¿Por qué es
una escena de anagnórisis? Porque la empapada y afrentada Katherine,
interpelada por un Costner también molesto con ella, no le encuentra
explicación a sus frecuentes ausencias, la sufrida Katherine le responde con
una alegato antirracista, encarnado en su persona y las condiciones
racistas en que trabaja.
Denuncia y
pone de manifiesto, al tiempo, el profundo racismo en el que se vive en aquel
lugar, en aquella institución de la NASA y en la sociedad norteamericana en
general.
Terminado su
alegato antirracista, se hace un silencio ominoso, pues nadie se atreve a
replicar nada ante la contundencia y la evidencia de los hechos, de los que
todos son cómplices de una forma más o menos tácita. Ante el reconocimiento de
una situación existente pero oculta, admitida sin más, y que oculta esa cruda
desigualdad que Katherine desvela y pone de manifiesto, se produce esta
efectista escena de anagnórisis.
El motivo en
el que se ancla todo el enfado del jefe Costner es bien claro: sus ausencias
son porque tiene que ir al lavabo, a un lavabo en un edificio a un
kilómetro de distancia, pues en el mismo edificio donde trabaja no hay, porque
tenía que haberlo, no tienen lugar lavabos para gente de color.
El jefe Harrison-Costner se queda perplejo y totalmente absorto.
Además,
Katherine, airada totalmente, les recrimina a sus compañeros de trabajo el que
la señalen como de color, una marginada, poniendo un letrero a la taza de té
que utiliza.
La siguiente escena remata esta escena de reconocimiento. Al principio, oímos unos golpetazos, pero la imagen de donde procede se demora unos instantes. A continuación, la cámara nos enfoca al lugar donde se origina aquel tambaleo. El motivo es claro, el jefe Costner, con un objeto, un bate o parecido, de metal, está dando palos, sacudiendo el letrero de “baños para gente de color”.
Lo hace ante todo el personal de la NASA, la gente blanca y la de color, reunido y dividido en dos grupos en torno a él. Todos en un silencio reverencial, las mujeres de color con una emoción contenida reflejada en los otros de las tres principales protagonistas, Katherine, Dorothy y Mary. Junto al resto de las “calculadoras”, se contemplan como el jefe Costner-Harrison abate aquel símbolo de la segregación racial, toda una escena de reconocimiento también.
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