miércoles, 14 de septiembre de 2022

EL POLÍPTOTON PEDE ... PEDEM EN EL ARTE DE AMAR


 Curiosamente, es en el poeta Ovidio donde hemos encontrado, de las lecturas aleatorias que hemos hecho, donde hemos encontrado el recurso al elemento podológico como metonimia, metáfora o simbolismo, con mayor abundancia.

Encontramos muchas citas en sus poemas elegíacos de tipo amoroso, principalmente en el Ars Amandi.

Vamos a citar a continuación varios de estos usos simbólicos que el poeta, de múltiples recursos estilísticos y simbólicos, emplea para el asunto amoroso, principal temática de su obra.

 

En Ovidio, y los líricos en general, como se ha dicho, las distintas partes del cuerpo tienen su valor de belleza o fealdad, según los gustos y los elogios del poeta amante.

Catulo exalta la belleza del pie en el poema 43, junto con otras partes, ojos, nariz, ...

Ovidio, en su Arte de amar, recurre con frecuencia al elemento podal para uso y prueba de sus estratagemas seductoras.

En muchos casos, es el pie el iniciador, el tanteador. Con el pie se roza, al inicio de la estrategia amorosa.

 Vamos a dejar aquí algunas frases entresacadas de esa obra.

 En esto el pie, es claro, tienen un contenido sensual y erótico equiparable al de otros elementos del cuerpo, como las manos, la cintura y otros.

Evidentemente el acto sensual superior es el beso, para ello ya tenemos Da mi basia mille, exaltación suprema de los labios y besos.

Pero antes de llegar a ese lugar, especie de corolario de una aventura militar, hay que explorar, tantear, probar. Para eso, parece jugar un papel importante, en el plano corporal claro, los pies.

 

Consejos para el amante:

 Según titula V. Cristóbal en su edición de Gredos, la segunda fase es la de “la conquista”.

Uno de los lugares donde tender las redes es en los banquetes.

Pero, antes de nada, hay que precaverse de la bebida.

Para ello, el poeta lanza una consigna a todas luces infalible:

 

“…Voy a darte un límite seguro en la bebida:

que la mente y los pies puedan cumplir su oficio …”

certa tibi a nobis dabitur mensura bibendi:

590 officium praestent mensque pedesque suum.

 

          De esta forma sentenciosa, equiparando mente y pies, el poeta invita a conservar la compostura y no ceder a los efluvios alcohólicos. Pone como referente los pies, en el sentido de que el deambular sería el primer efecto y síntoma palpable de que el aspirante a amante ha perdido su rumbo.

A continuación, se supone que el acercamiento seductor está ya en marcha, da un consejo en esta ocasión más atrevido: que toque, roce a su chica, con los pies, claro.

 “… Y al quitarse la mesa, cuando los invitados se retiren, la ocasión y el lugar para acercarte te la ofrecerá el propio tumulto. Métete entre el tumulto y acercándote a ella, según se va, PELLÍZCALE EL COSTADO (con los dedos) Y CON TU PIE ROZA SU PIE …”

 

at cum discedet mensa conviva remota,

ipsa tibi accessus turba locumque dabit.

605 insere te turbae, leviterque admotus eunti

velle latus digitis, et pede tange pedem.

 Aquí se ve los dos elementos ofensivos del amante a la opugnación del castillo sensual, dedos digitis y pies pede. Ambos son la punta de lanza para tantear los flancos débiles de la asaltada. Por un lado, el costado, por el otro, el pie.

Dejando de lado el interpretable simbolismo sexual, se ve hasta lógico que sean los miembros externos y movibles del cuerpo humano los que realicen esta operación de reconocimiento y tanteo, manos-dedos y pies, es claro.

Obviamente, al poeta le cuadra y le vienen muy bien el juego de palabras con que expresa esta táctica seductora. En un verso la resuelve:

velle latus digitis, et pede tange pedem.

 Así, expresado de forma sentenciosa, con un políptoton de libro pede … pedem, el poeta indica de forma indirecta cómo iniciar la aproximación seductora.

 Ov., Art. Am., II, 210 ss.

                                         “… A su pie delicado quítale o ponle las sandalias …”

ipse tene distenta suis umbracula virgis,

210 ipse fac in turba, qua venit illa, locum.

nec dubita tereti scamnum producere lecto,

et tenero soleam deme vel adde pedi.

saepe etiam dominae, quamvis horrebis et ipse,

algenti manus est calfacienda sinu.

 Probablemente no, pero algunos identifican en los siguientes elementos, el pie y el calzado, interpretan, decimos, estos elementos en clave sexual: el pie correspondería al miembro masculino, el zapato al femenino.

Idealmente, se está sugiriendo, cosa que no creemos que a tanto llegara este o cualquier poeta en su caso, idealmente, decimos, este versito sería un simulacro del acto carnal.

Sin llegar a esta interpretación, vemos como Ovidio, en sus consejos amatorios, incide en este de calzar a la amada, calzar el pie, el delicado, por bello y sensual, pie de la joven, continuando con las estrategias seductoras de la militia amoris

 EL  AMANTE BIEN CALZADO

Ovidio, obviamente, cuida y se fija en todo tipo de detalles para que el asedio y la conquista de la dama no peque de inexplicables fallos.

En su manual de seducción el Arte de mar tiene una nota con referencia al aspecto exterior del amante militar, y en concreto referido al calzado sobre el que asienta su estampa el aspirante a amar.

“… que no te nade el pie sin rumbo fijo dentro de la sandalia mal atada …”

“… nec vagus in laxa pes tibi pelle natet:…”

 1. curioso como juega con los significados múltiples de estas pocas palabras.

2. relaciona pie con el verbo “nadar”. De tal manera que la sandalia que nombra a continuación hace que el pie sea un barco, una barquilla, en medie de un vasto mar que es la sandalia. Así de expresivo quiere ser el autor para expresar más gráficamente esta irónica imagen.

O bien puede ser que el pie represente a la persona, el zapato a una barca o barquilla.

Lo importante es que sea de una forma u otra, el amante, figurado en ese pie, no se presente ante el objeto de seducción al desgaire, desnortado, errabundo e irresoluto. De ahí que la expresión in laxa pelle, que aquí se traduce como “dentro de la sandalia mal atada”, de una imagen ciertamente de mofa y ridiculez que el amator siempre debe rechazar.

 

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