EL PRÓLOGO DE "EL HOMBRE QUE MATÓ ...".
Realmente, el prólogo de la historia de Shinbone y Valance comienza desde el principio del film.
Está parcelado en varias escenas.
En la última del bloque, es cuando el senador, en flash-back, arranca de verdad con la historia del pasado, antes de que llegara el tren a Shinbone.
El senador Ransom y su esposa, ya mayores, viajan en tren a la ahora ciudad de Shinbone, lugar del que salieron años ha convertidos en pareja, y donde transcurrió una época importante de sus vidas.
Los esposos llegan a la estación de tren. Allí son recibidos por unos periodistas. La esposa reconoce , avejentado, al antiguosheriff, sobre el que se abalanxza y abraza.
Ransom reclamado por los periodistas, se separa de su esposa y los acompaña al periódico.
Su esposa Hallie da un paseo, nostálgico y evocador, con el antiguo sheriff en una carreta.
Toda la escena tiene un aire evocador, nostálgico y triste.
RANSOM EN EL PERIÓDICO.
Como parte del prólogo a la historia
propiamente dicha del film, Ransom se entrevista con los periodistas, deseosos
de noticias.
Ya han pasado un rato cuando la película se
centra en ellos, hasta ahora con Hallie y el viejo sheriff.
- Bien, caballeros,
me prometí a mí mismo no hablar de política. Y, miren
ustedes por donde, es lo único que he hecho hasta ahora.
- Ja, ja, sonríen cómplices los periodistas. Bueno, Ransom, le inquieren, está usted en
la capital para hablar ante la asamblea, ¿verdad?
- No, en este viaje no, Charly. Es
puramente personal
- ¿Puramente personal? Desde luego,
senador, esto no satisfará a mis lectores. ¿Por qué ha venido usted a Shinbone?
¿No hay ningún misterio oculto? Indaga cómplice el
nuevo director.
- Noo, responde tajantemente Ransom. No hay ningún
misterio. He venido para asistir a unos funerales
- ¿Funerales? preguntan intrigados.
- ¿Quién ha
muerto?, pregunta el director,
joven y atildado director, en nada parcido a su predecesor y contemporáneo a
Ransom.
- No lo sé, señor, exclama el joven
reportero que afanosos está dando sus primeros pasos en el mundo de la prensa.
- Un hombre llamado
Tom Doniphan- dice Ransom ante
los desconcertados periodistas. Aquí llega mis
esposa, exclama Ransom cuando ve la carreta de su
esposa deteberese ante los ventanales del periódico en el que están.
Caballeros, les quedo muy agradecido.
- ¡Tom Donipkhan!, se queda exclamando el director
Y Ransom se despide
SEGUNDO MOMENTO. EL FLASH-BACK.
Después, el senador,
su esposa y el viejo sheriff se dirigen pesarosos al lugar donde está el féretro
Doniphan.
Hallie se sobresalta
cuando ve el seco y rústico ataúd que guarda el cuerpo del personaje.
Se sientan a velarlo.
En eso, Ransom sale
del pequeño habitáculo y vuelve de nuevo a la habitación de la entrada. Es un
salón amplio y lleno de trastos viejos apilados.
En esto llegan los
periodistas, que no se quieren desprender del senador y saber algo más de sus
actividades.
Ransom Stoddard se
topa casualmente con los restos de la diligencia de la compañía Overland.
En verdad que
mismamente podría ser el casco semipodrido y apolillado de la nave Argos, olvidada de tantos años.
Su encuentro con ella
le da pie a contar su historia, que es al tiempo la historia del pueblo, Shinbone, antes de que llegara el tren. En aquel entonces,
el pueblo era un territorio salvaje y violento.
Ransom se dirige a ellos por segunda vez.
- Desde luego esta historia no me
concierne sólo a mí. El viejo Pompei forman parte también de la historia – dice Ransom, aún reticente a hablar de ello -. Pero creo que sólo
yo puedo contarla de principio a fin.
- He leído los archivos del periódico y
puedo asegurarle que no mencionan para nada …
- Es usted muy joven aún -le interrumpe Ransom cuando iba a pronunciar el nombre de Doniphan-. Sí,
es muy joven. Usted sólo conoce la ciudad desde que la cruzó el tren. Era muy
diferente entonces, muy diferente, señor Scott. Muy diferente. La primera vez que llegué a Shinbone fue en una
diligencia, algo muy parecida a esto. En fin.
Y entonces abre la puerta, que chirría lastimera, y deja al descubierto la
maraña de telarañas que la cubre desde hace tiempo. Al cerrarla, una nube de
polvo acumulado de años, se desploma sobre la carrocería.
- Podría ser la
misma, continúa Ransom. Y, primero con los dedos y luego con un paño que
encuentra por allí, desempolva y frota la parte superior de la portezuela. Salen
al descubierto, poco a poco, unas letras:
- Overland… Pues
sí, veo que es la misma.
La cámara enfoca
entonces al joven reportero transcribiendo afanado todo lo que Ransom ha ido
diciendo hasta ahora.
- Bien, dice arrojando el paño, se lo contaré.
Se sacude el polvo de
las manos, y entonces una musiquilla arranca de fondo a la escena. Ransom
repite.
- Se lo contaré.
Y se dispone ya a
ello, dirigiéndose de frente a los periodistas como su pequeño auditorio.
- Hace muchos años,
me licencié en Derecho. Con la maleta llena de libros, el reloj de oro de mi
padre y catorce dólares y ochenta centavos en efectivo, empieza el relato, al tiempo que andando sale del
plano de la escena, donde solamente queda la antigualla vetusta de la
diligencia.
Hay un fundido y un
salto espacio-temporal.
La escena cambia y se
muestra un plano con un camino polvoriento, en medio de bosques y en plena
oscuridad. Una diligencia, la misma vetusta del salón, emerge de un recodo
tirada por cuatro caballos. La voz de Ransom, ya en off, continúa su relato.
- Seguía al pie de
la letra el consejo de mi profesor. ¡Vete al oeste, muchacho, al Oeste! En
busca de fama y fortuna, y también de aventuras.
Justo acaba de pronunciar esta última palabra,
cuando surgiendo de unas rocas, un cuatrero revólver en mano pega unos
disparos. Los caballos de la diligencia se detienen y encabritan asustados. El
cuatrero grita ¡Alto! ¡El dinero!
A partir de entonces,
el relato se cuenta a una tercera persona omnisciente, aunque hemos de suponer
el artilugio que hace que todo sea el mismo relato contado en primera persona
del propio Ransom.
Hábilmente, el director
ha unido el fundido espacio-temporal y el del narrador.
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