Hipatía de Alejandría, la trsitemente celebrada académica y cientifica del Museo, que acabó sus días de forma trágica y bárbara a manos de una hordas de salvajes adoctrinados malevolamente, reaparece en este cómic ya antiguo de Hugo Pratt, FÁBULA DE VENECIA.
Ya sabemos del gusto de Pratt por los mundos en paralelo al de nuestra cotidiana y regular vida, su afición también por los personajes peculiares, extraños, a medio camino entre el bien y el mal, entre la verdad y la fantasía.
De hecho, y para hacernos redescubrir esta forma suya de relatar, al final del libro rompe la ilusión literaria y como en las películas de los sesenta, como en el teatro clásico, los personajes, hubiesen muerto o no durante el relato, salen al final a escena como para recibir el aplauso final y dar el reconocimiento de divertimento, pero no por ello menos serio y necesario, de la fábula o farsa que se acaba de erepresentar en sus págias ilustradas.
Más adelante el personaje explicará que su nombre es Hipazia y no Hipatia, aunque sea el mismo personaje pero reencarnada, de ahí, supones, el ligero cambio ortográfico.
Además, por si hubiera alguna duda, ella misma se nos presenta a la manera griega, citando el nombre del padre, y efectivamente, el padre documentado de la científica, Theon de Ajejandría, Θέων ὁ Ἀλεξανδρεύς. Como con Hipatia, el nombre del personaje, Teone, es la transcripción en italiano del nombre griego, o, como con Hipatia/Hipazia, un juego ortográfico del autor. O, también, una mala transcripción.
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