Aquí estoy, al cabo del día, apoltronado en el sofá como en
una trinchera, alongado o abismado a la pantalla del mundo del televisor.
Después del zapping correspondiente, veo unos costes y gente
Tirso, música de acción y distingo el caminar robótico y sincopado de Matt Damon.
Bourne, o El caso Bourne.
En verdad que no sé si es la primera o la segunda, si el
título es Bourne a secas, o El caso Bourne.
El fin de semana ya habían puesto la serie completa en una
cadena, como quien anuncia un completo para la tarde-noche, de las tres, creo,
excepto la última.
Vi la segunda, El mito de Bourne, creo. De tantas
veces que la llevo viendo, muchas veces sin querer, ya la voy mirando con otros
ojos, recordando y separando escenas, asociando motivos, etc.
Por ejemplo, ahora (es que escribo al tiempo que reveo la
película) ahora estoy viendo un motivo, el del catálogo de personajes, héroes,
villanos o lo que toque. El protocolo de búsqueda de Bourne pone en acción y
alertan a todos los matones que tiene el servicio secreto para prevenir y
neutralizar la posible amenaza del redivivo Bourne.
La joven de la película, Marie, es decir, la actriz Franka
Potente, y su apellido no hace lustre a su dulzura, es una delicia. Es una nueva
versión de la bella y la bestia, la bella bellísima actriz, cándida e ingenua y
dulcísima, y la bestia, Bourne, transmutado en no se sabe qué en esta ocasión, en
un matonista de las fuerzas especiales. ¡Ah!, pero un matonista amnésico.
Tenemos el otro motivo, el de la pérdida de memoria. Bourne
no sabe quién es.
Es Nadie, el Ulises-Nadie de la Odisea
Marie le dice “¡Genial!”, como si fuera la chica buena que
nunca ha tenido suerte en la vida y siempre se va tropezando con lo que no
debe.
Bourne-Nadie ha salido del mar, como Ulises en Feacia antes
de ser rescatado por Nausícaa, o el Persiles de Cervantes, también surgido del
mar y más próximo, quien lo iba a decir, a este futuro matonista de los cuerpos
superespeciales.
Marie ella lo oye hablar, contar su historias, su amnesia, y
como el antiguo fabulador, aunque no quiera la va embaucando. Su naturaleza
humana y noble que detecta la ayudan a ello.
Inician un viaje desde Berlín a París. Su coche, un mini de
los setenta en las últimas .
Legan a París, es el momento de la despedida.
-
¿Te olvidarás de ni?
-
¿Cómo voy a olvidarme? Eres la única persona que
conozco.
Dicho lo cual, Marie acompaña a Bourne a lo que parece ser
su residencia en parís, en el centro mismo de la gran ciudad, ante un edificio de
alto sattus social. Toca el portero Bourne. No contestan.
-
Parece que no estás, dice con gracia Marie.
Para rematarlo, se llama Jason, no Jeison, sino Jason el del
vellocino.
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