En este enlace se puede acceder al artículo que hoy dedica el periodista A. Rico a la gala de los Oscar, siempre desde una particular visión de la ocasión.
Como es habitual en sus artículos, acude al fondo de la cultura clásica para reforzar sus opiniones, dar lustre y agudeza a sus argumentos, otorgar una perspectiva amplia y universal.
En el artículo de hoy, a propósito de los Oscar, como decimos, lleva el título de Oscar de Prometeo.
A primera vista, puede llamar a engaño, pues la figura de Prometeo en primer lugar nos dirigió a la figura del titán como benefactor de la humanidad.
Pero en este caso no se trata de eso. Al referirse a Prometeo lo hace por boca del sofista Protágoras, en el diálogo platónico de mismo nombre. En él , y según Protágoras, las virtudes de los hombres dse pueden dividir en virtudes particulares o especializadas, las de Prometeo, y virtudes universales o públicas, las que provienen del dios Hermes. De esta manera, sobre asuntos particulares y espeializados solamente pueden hablar un selecto número de personas, mientras que de los asuntos públicos, como la libertad, la justicia o el gobierno, podemos hablar y opinar todos pues nos afecta a la comunidad.
Tan extrema referencia viene a relacionarse con los discursos de los que reciben los Oscar. Hay diferente rasero que se aplica a los ganadores de los diferentes tipos de Oscar, los técnicos, o los generales (mejor película, guión, actriz, ...).
El autor, con acierto, acuerda aplicar esta general esquema de virtudes y valores al mundo del cine y los Oscar. Parece evidente que le agrada lo que el llama "el cine", es decir, aquello donde todos los aficionados al séptimo arte podemos participar y hablar. La parte tecnológica de las películas queda para un ámbito más pequeños de expertos.
Es, por lo tanto, una reivindicación de la cinefilia en sus aspectos más generales y universales, los que el llama de Hermes, mientras que para los aspectos técnicos sólo queda reservada un pequeño espacio que sería algo impensable superar.
De nuevo las figuras clásicas de estos personajes míticos, pasados por el tamiz del planteamiento filosófico para orientarlos hacia el debate de los valores públicos o especializados, acuden en apoyo de la argumentación del articulista. otorgan una amplitud de miras sobre la gala y la diferencia de atención que atraen unos y otros premios, justifica su cinefilia enmarcándola en un contexto ya expresado hace dos mil quinientos años de forma alegórica, y da originalidad y lustre a su opiniones, dando un enfoque original y personal a un tema tan recurrente como es las opiniones sobre la gala de entrega de los Oscar de cada año.
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