domingo, 31 de diciembre de 2017

Pérez Reverte, El tango ... , Mecha y Dido


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Aunque es una imagen y un motivo que podemos encontrar en multitud de obras, creemos que sí, fue casual relacionar unas líneas del libro de Pérez-Reverte, El tango de la Guardia Vieja (2012, 2014), con otra frase similar de la Eneida de Virgilio.
El tango de la Guardia Vieja cuenta una historia de amor que se prolonga a lo largo del principio y los años centrales del siglo XX. Igualmente, transcurre en diferentes lugares a cuál más emblemático: el Buenos Aires de los años viente o treinta, la Costa Azul francesa durante los años de la Guerra Civil española, y la costa amalfitana en los años sesenta.
Entre medio de esta historia de amor tórrida, apasionada y velada, cruzan asuntos como los orígenes del tango en barrios bajos bonaerenses, el espionaje nacional y el republicano en la Guerra Civil española, y una partida de ajedrez de maestros internacionales donde la antigua URSS se juega algo más que un simple campeonato.
La historia de amor entre sus dos protagonistas transcurre interrumpida a caballo de estos tres escenarios históricos y geográficos. Es, parece, aunque uno no lo termine de aceptar, una historia de amor imposible, pero con todas las cartas para que hubiera culminado perfectamente. Sin embargo, la condición social de sus protagonistas, sus propias características personales, ..., hacen que las decisiones que tuvieran que orientarse hacia lo que uno hubiera deseado, no lleguen a buen fin. El amor, Cipris, en el  caso de la novela, y en otros, siempre está y, como buena historia romántica, estará en un segundo plano, suspeditado a otras fuerzas por encima de los humanos y que acaban sobreponiéndose siempre al éxito amoroso. 
       Quizás también es por esto que Pérez-Reverte diga que su novela no es una historia de amor, claro, si es que lo que nos está contando es nada menos que el origen de ese baile hoy tan mundialmente conocido y aceptado como es el tango, una fragmento de la trastienda de espías sórdida que huboen  España de la Guerra Civil (¿estaría aquí el origen de la serie Falcó, ahora en pleno boom?) y, por fin, (y otro de los temas con los que empezó el autor), el ajedrez, en una partida en la que intervienen intereses superiores a la misma partida y a las vidas de los propios personajes.
       Al menos en la mentalidad de Max, quizás no en la de mecha. Como Max confiesa, los orígenes humildes de una persona conforman totalmente su personalidad, y la hacen prácticamente inexplicable para quien, como Mecha en esta historia, nunca han tenido que luchar por la supervivencia y el buen vivir.
En otras palabras, en las de Max, "mi sable y mi caballo"

Unos versos de la Eneida en El tango... :
       En fin, dejando de lado la obra en su conjunto, sólo nos fijaremos en una ínfima parte de la misma. El último fragmento de la novela, en penumbras, Max y Mecha, solos por fin y sincerándose lo callado de tantos lustros y encuentros interrumpidos, es bastante emotivo. Sin saber cómo va a acabar su historia, aunque los protagonistas sí que lo saben, y el autor también, Mecha dice, por fin, con palabras, lo que ha mostrado con sus actos en los encuentros tan intensos y pasionales aunque nunca continuados en el tiempo, verbaliza sus profundos y sinceros sentimientos. En medio de la conversación, en uno de los momentos le dice a Max: 

       "Cada vez que acariciaba a mi hijo, cuando era pequeño, creía estar acariciándote a ti. Y aún me ocurre cuando lo miro. Te veo en él".

       Pues bien, al leer estas líneas, me vino a la mente uno de los fragmentos de la Eneida cuando Dido recuerda, en su ausencia, a Eneas, del que ha caído rendidamente enamorada.

       "...Ausente de él, está escuchando y está viendo al ausente.
O retiene en su regazo a Ascanio prendada  del parecido con su padre
por si logra engañar así un amor imposible de expresar con palabras

...illum absens absentem auditque uidetque,
aut gremio Ascanium genitoris imagine capta
detinet, infandum si fallere possit amorem.
(Eneida, IV, 83-85)

       En este caso, el motivo es el sentimiento amoroso e imposible se trata de canalizar a través de la figura del niño, objeto interpuesto que sirve de consuelo y depósito de melancolía de la protagonista ante la ausencia que todo lo llena de la pareja ausente, Eneas, Max o cualquiera que sea el objeto del amante solitario.

Otros motivos: el  motivo padre-hijo

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