LOS IDEALES REPUBLICANOS DEL EMPERADOR MARCO AURELIO.
En GLD encontramos la figura determinante
de Marco Aurelio, el emperador
filosofo. Se nos muestra como un personaje que está en la cima del poder, pero,
a diferencia del Craso de ESP y en
consonancia con sus inclinaciones filosóficas, se siente solo, recordemos el amargo
monólogo de Filipo II en Alejandro Magno.
Y se
siente además solo, solamente, como un
servidor de ese poder. Mientras que en Craso, y en su hijo Cómodo, vemos la
ambición obsesiva por alcanzar ese poder unipersonal y despótico, en Marco
Aurelio encontramos a un emperador filósofo que reflexiona, desengañado, sobre
lo que es el poder, lo que es Roma, la mejor forma de gobernar un estado, las
ineludibles obligaciones que representa la ostentación de dicho cargo, etc.
Para MA,
que está en trance de desaparecer del mundo y debe dejar arreglado el delicado
asunto de la sucesión, se le presenta el dilema de a quién elegir. Por
desgracia, de sus dos hijos, quien hubiera sido el apropiado para sucederle por
inteligencia, tesón y capacidad, resulta ser una mujer, su hija Lucila. “¡Qué gran emperador
hubieses sido!”
Su otro
hijo, Cómodo, ha resultado ser un personaje débil de carácter, con ansias
desmedidas de poder y ambición, y ninguna capacidad moral de actuación.
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