LA LEGIÓN EN ESP.
Podemos decir, por tanto, que donde
Kubrick hace una exhibición del poderío y la capacidad de maniobra
extraordinaria de la legión romana es en las secuencias previas a la batalla,
donde al son de una música tensa las legiones maniobran en campo abierto, se
desplazan con orden de un lugar a otro cientos de hombres bajo las órdenes
directas de los oficiales. Sin embargo, el desarrollo de la batalla ya es
desigual y no afrece ninguna menci´n, creemos, de crédito, pues salvo la
estrategia inicial de los esclavos, no apreciamos otra exhibición de tácticas y
movimientos militares que demuestren la eficacia y la realidad histórica del
ejército romano.
En la batalla final de ESP, curioso que se ponga al final
frente a GLD, el director quiere mostrarnos la perfecta formación y
desenvolvimiento de la legión romana. El público, como si fuera uno de los
esclavos de la película que está mirando con cara de asombro esos movimientos,
comparte esa mezcla de admiración y miedo.
Las legiones empiezan a marchar, hay una perspectiva desde
el puesto de mando donde está Craso y sus acompañantes a caballo y desde ahí
vemos avanzar a las legiones a paso rítmico y marcial. Al frente de cada una de
ellas marcha con sus penachos apropiados el centurión de turno, dirigiendo a
las tropas.
Luego, cambiamos la perspectiva a la línea de combate de
los esclavos y allí vemos como uno de ellos la perfección de la marcha de las
legiones. La vista se abre ante una llanura extensa y amplia, y las legiones
van avanzando en formación, esto es, dejando un espacio entre cada sección de
ellas en cada línea, de forma que vistas en perspectivas, forma un rombo o
damero. En un determinado momento, no sabemos en realidad si esto era así, y
siempre con la música de fondo de un tono estridente, tenso, las legiones dejan
de avanzar.
Se detienen y como si estuvieran sincronizadas todas juntas,
empiezan unos movimientos de hombres de un lado para otro. De tal manera que al
fina de estos movimientos disciplinados y estudiados, el rombo se ha
transformado en líneas continuas una detrás de otra, formando un frente
ininterrumpido y al parecer imbatible.
Una vez colocados en esta formación continua, empieza
otra vez el avance, esta vez sí ya definitivo y amenazante y con claras
intenciones de trabar el combate.
Ocurre entonces que quienes se revelan como
mejores estrategas son los esclavos. Cuando las legiones avanzan en línea
contra ellos, encontrándose además en una posición desfavorable que quizás un general romano
de verdad no hubiera escogido, los esclavos, situados en loa alto de unas
colinas, les arrojan unas balas de heno y paja ardiendo, lo que hace que de
golpe, toda aquella exhibición anterior de la uniformidad y disciplinada
movimientos de la legión se desbarate en un instante.
Suponemos que será por necesidades del guión el hecho de
revelar las astucias del ejército popular, cual masa de revolucionarios, que
utiliza tácticas inteligentes de guerrilla para enfrentarse a un ejército
profesional y poderoso. Lo cierto es que el desorden cunde entre las tropas
romanas, los esclavos se lanzan en contra de ellos aprovechando la confusión a
la carrera y con la caballería.
Todo parece ir bien para los rebeldes cuando, después de
unas horas que se supone transcurridas, llegan los
ejércitos de Lúculo y Pompeyo, ejércitos con los que no contaba el hábil
Espartaco, pero si el astuto Craso, y entre él mismo y aquellos otros dos generales romanos, cercan a los
esclavos y hacernuna pinza que termina por derrotarlos.
Así concluye la batalla con la escena final donde la
cámara sobrevuela haciendo un repaso la vasta extensión de cuerpos muertos y
moribundos, también un tópico en los peplums, cuerpos enlazados unos encima de
los otros, en un amasijo confuso de carnalidad y muerte.
Podemos
decir, por tanto, que donde Kubrick hace una exhibición del poderío y la
capacidad de maniobra extraordinaria de la legión romana es en las secuencias
previas a la batalla, donde al son de una música tensa las legiones maniobran
en campo abierto, se desplazan con orden de un lugar a otro cientos de hombres
bajo las órdenes directas de los oficiales. Sin embargo, el desarrollo de la
batalla ya es desigual y no ofrece ninguna mención, creemos, de crédito, pues
salvo la estrategia inicial de los esclavos, no apreciamos otra exhibición de
tácticas y movimientos militares que demuestren la eficacia y la realidad
histórica del ejército romano.
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