sábado, 4 de julio de 2015

Freely, J., El mundo de Homero. Del culto a Venus al de Nuestra Señora del Mirto. Las diosas que nacen de las aguas.

Acaba de salir en las librerías el enésimo libro sobre la Ilíada, la Odisea y Homero, el de John Freely titulado El mundo de Homero. Una guía de viaje por la Ilíada y la Odisea. Tenía razón una profesora que nos decía hace tiempo que todos los años salen libros sobre estos temas, para indicarnos que el mundo de Homero nunca termina de desaparecer y, en todo caso, a veces está más vivo que otra cosa.
El libro presenta una guía de lectura de las dos obras de Homero, siguiendo la narración de las dos epopeyas con un fiel resumen de lo que va sucediendo capítulo a capítulo. Para hacer la lectura más apegada al texto, siempre acompaña la narración con citas seleccionadas de las obras originales. En este sentido, cumple muy bien con esa función de guía de lectura de estas obras.
La otra aportación más importante es la guía geográfica o de viaje de los lugares por donde transcurren los dos relatos. Aquí tiene su fuerte este libro pues el autor lleva desde su juventud viviendo de forma intermitente en Grecia, Turquía y otras zonas del Mediterráneo oriental. Y así son muy amenas e interesantes todas las anécdotas vividas en primera persona (por él unas veces en solitario, y otras con su familia), de las visitas a los lugares de los que habló Homero tal como se encuentran hoy en día.
En este sentido, el libro presenta noticias curiosas, muchísimas. Por ejemplo, y por citar una que enlaza la épica griega con la más moderna, uno de los lugares de los viajes de Ulises, el del país de los lotófagos, en la isla de Djerba, Túnez, fue escogido por George Lucas para la filmación de una parte de su Guerra de las Galaxias. 
Especialmente la parte dedicada a los viajes de Ulises es la que se presta más a la discusión sobre si tal o cual lugar de la geografía actual se corresponde con el apartado concreto de alguna de las aventuras de Ulises. Y parece estar al tanto de las últimas discusiones. Por ejemplo, la isla de los Cíclopes, identificada muchas veces con Sicilia y al cíclope Polefemo con el volcán aún en activo Etna. En el libro se hace eco de una opinión minoritaria, la de los hermanos Wolff, que sitúa el país de los Cíclopes todavía en el continente africano, en el golfo de Gabés. Se basa en que la distancia entre el país de los lotófagos al de los cíclopes es una distancia breve, y relaciona la figura de Polifemo con la del gigante local Anteo (también conocido por la leyenda de Heracles, con quien tiene que luchar). Lo cierto es que se sigue investigando todos estos temas y que la geografía homérica no está totalmente cerrada.
Otra leyenda que cita el autor es la relacionada con la pervivencia de los cultos paganos en la de los cultos cristianos. En concreto, el autor, siguiendo a Ulises, llega a la isla de Citera. Recordemos que uno de los epítetos de Venus-Afrodita era el de "citerea", pues después de nacer de la espuma afrodisíaca del mar, la diosa pasa por distintos lugares, entre ellos Citera, hasta finalmente surgir de las aguas en Chipre. 
Esta navegación de la diosa  parece ser una muestra de la difusión del culto a esta divinidad, que estaba muy extendido en toda la zona del Mediterráneo oriental y era una de las principales diosas en las religiones de los asirios y fenicios. Fenicios que quizás sean los que más interesan en este aspecto, por las relaciones comerciales y, habría que decir, religiosas que entablan con los otros pueblos, entre ellos el griego.
Así, no solo el alfabeto y otras elementos culturales, sino también, debemos suponer, símbolos y cultos religiosos, luego asimilados por los otros pueblos, pudieron ser llevados por los fenicios a Grecia y al resto del Mediterráneo. Y esto encajaría muy bien con el tema del nacimiento de las aguas que aparecen en el mito, un alusión quizás a su origen extranjero, traído de otros lugares más allá de los mares y probablemente por pueblos viajeros y comerciantes como, entre otros, lo fueron los fenicios.
Así pues, el culto a Afrodita Citerea instalado ya en dicha isla en época clásica, tiene su prolongación de ahí el título de esta breve nota, en el culto cristiano a cierta patrona de un lugar de la isla, el monasterio de Myrtidia.
La fiesta de Myrtidia y Afrodita: el autor del libro, siguiendo a un estudioso del tema llamado William Miller en su libro The Latins of Levant, dice que la fiesta en honor a la patrona de Myrtidia, que es la fiesta más importante de Citera, es una supervivencia del antiguo culto a la diosa Afrodita. En palabras suyas,  los habitantes de la isla acuden hasta allí a celebrar "la fiesta de su santa patrona, Nuestra Señora de la Rama de Mirto, portada por las olas hasta la isla y encontrada en un arbusto de mirto, representa la versión cristiana de Afrodita saliendo de entre las olas". Así pues, queda el testimonio de la continuidad del culto antiguo a una divinidad pagana y la cristianización del mismo una vez se impone la nueva religión.
También llama la atención este nacimiento de entre las aguas, pues en Canarias tenemos el tema similar de la aparición de la Virgen de Candelaria también del mar. En este sentido, se ve que hay alguna similitud entre estas divinidades que aparecen en las costas de las islas en el contexto de nuevas relaciones entre poblaciones indígenas y viajeros de otras tierras, y la asimilación de nuevas formas culturales y religiosas.

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