sábado, 29 de marzo de 2014

Eunomía, concordia, Adolfo Suárez


No va a perecer jamás nuestra ciudad por designio
de Zeus ni a instancias de los dioses felices.
Tan magnífica es Palas Atenea nuestra protectora,
hija del más fuerte, que extiende sus manos sobre ella.
Pero sus propios ciudadanos, con actos de locura,
quieren destruir esta gran ciudad por buscar sus provechos,
y la injusta codicia de los jefes del pueblo, a los que aguardan
numerosos dolores que sufrir por sus grandes abusos.
Porque no saben dominar el hartazgo ni orden poner
a sus actuales triunfos en una fiesta en paz.
Se hacen ricos cediendo a manejos injustos.
Ni de los tesoros sagrados ni de los bienes públicos
se abstienen en sus hurtos, cada uno por un lado al pillaje,
ni siquiera respetan los augustos cimientos de Díke,
quien, silenciosa, conoce lo presente y el pasado,
y al cabo del tiempo en cualquier forma viene a vengarse.
Entonces alcanza a toda la ciudad esa herida inevitable,
y pronto la arrastra a una pésima esclavitud,
que despierta la lucha civil y la guerra dormida,
lo que arruina de muchos la amable virtud.
Porque no tarda en agostarse una espléndida ciudad
formada de enemigos, en bandas que sólo los malos aprecian.
Mientras esos males van rodando en el pueblo, hay muchos
de los pobres que emigran a tierra extranjera,
vendidos y encadenados con crueles argollas y lazos
Así la pública desgracia invade el hogar de cada uno,
y las puertas del atrio no logran entonces frenarla,
sino que salta el muro del patio y encuentra siempre
incluso a quien se esconde huyendo en el cuarto más remoto.
Mi corazón me impulsa a enseñarles a los atenienses esto:
que muchísimas desdichas procura a la ciudad el mal gobierno,
y que el bueno lo deja todo en buen orden y equilibrio,
y a menudo apresa a los injustos con cepos y grillos;
alisa asperezas, detiene el exceso, y borra el abuso,
y agosta los brotes de un progresivo desastre,
endereza sentencias torcidas, suaviza los actos soberbios,
y hace que cesen los ánimos de discordia civil,
y calma la ira de la funesta disputa, y con Buen Gobierno

todos los asuntos humanos son rectos y ecuánimes.

Eunomía, de Solón de Atenas

sábado, 22 de marzo de 2014

ATLANTES DE PRAGA, MITOLOGÍA REVOLUCIONARIA EN BUDAPEST








Monumentos levantados cuando la liberación de Budapest por parte de los soviéticos del as fuerzas del Eje. Con unos tipos que parecen representar al nuevo sujeto de la historia, el trabajdor, vemos como se apoyan, de todas formas, en elementos de la mitología clásica. El personaje que corre con la antorcha, cuyo título es "Libertad", semeja bastante al héroe Prometeo. En el otro lado, vemos la figura de este musculoso trabjador que, como un Hércules, tiene vencida ya a un monstruo mitológico de varias cabezas, en clara alusión a alguno de los monstruos con los que tuvo que luchar el héroe clásico.
Por último, el elemento principal del conjunto, una dama que eleva en sus brazos una hoja de palma, parece, se haya elevada sobre una gran columna, al estilo clasicista también, aunque sin aquel adorno, más bien de aspecto severo y austero.



EN los jardines traseros del Palacio Real de Viena también encontramos los rastros de la cultura clásica.
El personaje de Orfeo


 La horripilante Medusa adornando el escudo de una de las muchas esculturas que acompañan los paseos de estos jardines.
La diosa Atenea

En el Palacio Belvedere podemos encontrar a estas enigmáticas esfinges, con su rostro impasible, a pesar de los múltiiples toqueteos que tienen que aguantar de turistas de diversas nacionalidades, dicen que da buena suerte.