sábado, 1 de diciembre de 2012

Johnny Guitar, Ulises y Penélope.




El otro día repusieron en la tele un clásico del cine del oeste, Johnny Guitar. Al poco de empezar a verla, se da uno cuenta de que es la misma historia tantas veces repetidas, cambiando paisajes, personajes, pasiones y sentimientos. En este caso, es la historia de un regreso, un nostos, como el de Ulises y otros griegos en la Odisea, en Johnny Guitar  el de un antiguo pistolero con una historia de amor pendiente. Johnny, como Ulises, llega disfrazado, aunque sea sólo porque ha dejado las armas y en ese pueblo perdido nadie lo conoce de antes. Únicamente Vienna-Penélope  sabe quién es. Vienna, una aguerrida Penélope y sin necesidad de tretas como el telar, aunque no lo reconozca desde el principio, lo ha estado esperando desde siempre, y el aspecto íntimo va surgiendo en medio de esa ciudad asediada desde el interior por los "Pretendientes", las fuerzas vivas de la ciudad, al margen de la ley. Especialmente hay "una" pretendienta, Mercedes McCambridge, movida por oscuras pasiones cuyo objetivo es acabar con el pequeño salón-palacio de Vienna.
Ulises, Penélope, los Pretendientes, la nostalgia, pueden aparecer y revivir, de ese modo, tres mil años después, en medio del oeste americano, en un mundo de revólveres, cuatreros, salones de juegos, cantantes y pistoleros.

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