viernes, 2 de junio de 2023

LA BATALLA DE LA LAGUNA (1)

 Cuando salí de la presentación del libro, pues era eso y solamente eso, una la presentación de tal libro…, pues uno había esperado que contaran detalles, imágenes, proyecciones  de lo que se sabía hasta la fecha de la tal batalla, … pero no fue así, era sólo la presentación formal de un libro, editado casi parecía ser a mayor gloria del Ayuntamiento, pues sí, cuando salí del local de santo Domingo, empecé a ver aquella vetusta, aunque no tanto, ciudad, con otros ojos.


Había uno pensado ir allí, en verdad a encontrarse un libro al uso, de unas tantas y suficientes y documentadas páginas, pero el libro se reducía a una obra que a poco sobrepasaba las cien páginas. El propio autor no se enredó en ninguna discusión académica, se trataba de un encargo hecho por el propio ayuntamiento, al que él había accedido gustosamente, y lo que allí se contenía era una continuación de la obra de los historiadores anteriores, principalmente Rumeu de Armas, amén de otros ilustres estudiosos anteriores.

Lo cierto es que, a lo más que se aventuraban a decir, advirtiendo que de forma hipotética, suposiciones no contrastadas, quizás por imposibles, eran algunas puntualizaciones que, sin embargo, eran muy significativas. 

Sobre todo tratándose de elementos que siempre han estado aquí, a la vista de todos nosotros. Pero, esto es también la pura verdad, engullidos por las toneladas de cemento y las construcciones que se habían adueñado y enseñoreado de aquel territorio, solar épico donde los hubiera, como si realmente la verdadera conquistadores no hubieran sido los castellanos, ni los perdedores, los indómitos, guanches. 

No, el verdadero vencedor, y más a partir de los sesenta y setenta, había sido el cemento, a albur del aumento de población, y un suelo virginal desde entonces tupido de hormigón, edificios de diversas alturas, ventanas y balcones, que ocultaban la verdadera historia, trágica y dolorosa también, de lo que ocurrió en sus solares, pensándolo bien, no hace ahora tanto tiempo.

Es decir, tras la charla, y tal como señaló el profesor, parecía que la conformación del territorio de La Laguna, una vez terminada la batalla, la conquista y empezada la colonización, estaba señalada por  hitos o edificios que sobrevivían invisibles e inadvertidos para la mayoría de los habitantes que pisábamos calles y losetas de la villa tra.

Estos edificios cambiaban la visión, de repente, de lo que uno consideraba el eje tradicional del casco histórico de la ciudad que uno creía de siempre:

Los Edificios eran los siguientes: la ermita de San Miguel o de Gracia, la ermita de San Cristóbal, la de San Roque, funesta donde dice que cayó el achimencey, y a manos nada menos que de un converso, la Cruz de Piedra y la sepultura de Fernando Guanarteme.

Parece, según decía el profesor Tejera, parece que no era caprichosa la ubicación de estos hitos o edificios, el conquistador Lugo, residente ya en la plaza de abajo, los tenía presentes todos los días, en señal y reconocimiento de su logro conquistado realizado.

La Cruz de Piedra se ubicaba, parece ser, se ubicaba antes en otro lugar, y cree que fue allí donde cayó el mencey principal.

Sólo, pues, unas pinceladas de lo que uno esperaba, y que lo fue, según se calcula el número de contendientes, aquel episodio.

Por otro lado, como reivindicó y recordó el profesor, episodio que fue el decisivo de la Conquista. No así tanto las batallas dos de Acentejo, más conocidas y famosas, que quizás no fueron tan decisivas como esta de La laguna. 


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