lunes, 10 de abril de 2023

POZOS DE AMBICIÓN: NOSTOS E IDENTIDAD

  El tema del nostos, la expresión griega que significa regreso, formó un género o subgénero literario, dentro de la gran literatura épica.

Sus orígenes en Occidente están en Homero, claro, el más famoso de los nostos es el del héroe odiseo, tras veinte años lejos de su casa.

Junto con el tema, aparentemente claro, del regreso, se entremezclan otros por debajo y, en ocasiones, no menos interesantes y, a la vez, algo inquietantes.

Esto sucede cuando el personaje que regresa, al cabo del tiempo, de mucho si es el caso, ya es difícilmente reconocible.

estas mismas dudas de la personalidad, en algún momento se han planteado con el propio Odiseo. En este caso, es cuando aparecen en juego las señales de reconocimiento o anagnórisis, con el que está también indudablemente relacionado.

Este asunto paralelo e inquietante al del regreso o nostos, ha tenido cierto éxito también en la literatura y cine. En la literatura, por ejemplo, la novela de M. Vicent Son de mar. En el cine, las películas El regreso de Martin Guerre y Sommersby, su versión americana.

También lo hemos visto hace poco en la novela de J.M. Guelbenzu La muerte llega de lejos.




Así pues, y volviendo al título con el que empezábamos, la película Pozos de ambición, de Paul Anderson, protagonizada por un ávido y trágico empresario petrolífero, Daniel Plainview (Daniel Day Lewis), emplea el mismo recurso.

Hacia la mitad de la película, una vez que al empresario petrolífero le van las cosas bien, de repente aparece un personaje nuevo que se quiere identificar como un hermano del exitoso petrolero. Le dice que es hijo de la segunda mujer que tuvo su padre, y su nombre es Henry. Tras unas dudas y sospechas iniciales, el personaje pasa a formar parte de la vida, la solitaria y fatigada vida del petrolero. Entre ellos llega a entablarse una amistad más allá de la supuesto vínculo familiar. 

Así pues, se unen en esta situación la aparición repentina de un desconocido familiar y la necesidad e compañía del protagonista.

Todo va bien, hasta que, claro, aquella sospecha instalada en el propio espectador, se hacen patentes. En una conversación descuidada, en medio de una juerga, la primera que se ve en el film, aunque el petrolero es bien aficionado a la bebida, pero en solitario, en un momento de desinhibición, el supuesto hermano dice algo, en plena ebriedad, que despierta la desconfianza del petrolero.

                                      Daniel y Henry, su supuesto hermano, al otro lado de la mesa.

Una vez constatada la verdad, el verdadero cambio de identidad del supuesto hermano, las consecuencias serán funestas.
Por lo tanto, vemos aquí, en una obra de estas que podríamos llamar peculiar, de un director, Paul Anderson, al que algunos consideran de culto, este viejo recurso, entre otros muchos, claro, del regreso o nostos, y de la identidad cambiada. 


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