lunes, 25 de julio de 2022

p. sellers - la fiesta inolvidable - Zapato

EL GUATEQUE. ESCENA DEL ZAPATO.

El muy torpe Peter Sellers, Hrundi V. Bakshi, protagonista de la película El guateque (1968),  es invitado por equivocación a una fiesta, un guateque, de artistas, productores, y otras personalidades del mundo del cine, de la película que acaban de terminar.

Mal que a su pesar, pues este personaje, actor extra de películas, es un personaje despistado y con el don de la inoportunidad.

Por su culpa casi que no terminan la película, pues donde quiera que aparecía, hacía algún estropicio.


Como decíamos, es invitado por equivocación a la fiesta de los productores de la película.

Llega a la fiesta en un coche minúsculo, y aparca como puede.

Cuando le abren la puerta, es recibido por una sensual camarera.

Después de saludarlo, lo primero que hace ésta es mirarle a los pies.

En uno de ellos, de un blanco despampanante, luce una ostentosa mancha.

Sellers se sorprende, pues tampoco se la había visto hasta ahora.

Le pide la invitación, comprueba que está bien, a continuación.

 

Es claro que aquí tenemos una marca del héroe, esta vez cómico, a través de una marca en el pie, en el zapato y su anomalía deambulatoria.

Desde el comienzo va haciendo una exhibición de sus patosidades.

Cuando la camarera se marcha, Sellers vuelve a mirar al zapato. Intenta salir otra vez, pero no lo hace.

Entonces, caminando cómicamente sin pisar el suelo con la planta completa, se acerca a un canalito con agua que tiene la villa a la entrada.

Apurado para no ser visto, mete el zapato en el agua. En seguida empieza a perder el color negro de la suciedad que tenía.


Mientras mira para atrás por si acaso alguien le descubre, el zapato se le desliza rápidamente del pie y es llevado por la corriente hacia una boca que conduce el agua a la planta baja. Por allí se va el zapato blanco. Sellers corre rápidamente para recuperarlo, pero no llega a tiempo, y el zapato se escurre por un pequeño salto de agua hacia más abajo.

En eso levanta la vista, y ve a la demás gente ya en la fiesta, algunos mirándolo sorprendidos.


Se da cuenta, se levanta y, sin saber qué hacer, vuelve pasos atrás hacia donde había venido, la entrada. Pero entonces llega entrando por allí la pequeña orquesta, los músicos que va animar la velada, y es casi obligado por ellos a caminar es su sentido.

De esta forma tan patosa, digamos, es como entra este héroe cómico en la fiesta.

Es todo una antelación de los que va a pasar después.

Es una caracterización del personaje a través de sus pies, de su zapato.

En una de ellas, pierde uno de sus zapatos.

Un poco después, a todas estas a estado semicalzado todo el tiempo. Además, presenta una anomalía deambulatoria en versión de alta comicidad.

Intenta camuflar el zapato que le falta con un papel, pero no es suficiente, y todo es ridículo.

Cuando por fin lo ve, el zapato está trabado en unos mojones de adorno en la piscina de la mansión-villa donde hacen la fiesta.

Peter Sellers hace toda una exhibición de gags cómicos para volver a conseguirlo.

Este gag es uno de los muchísimos de la película.

Ni siquiera el más destacable.

Cuando está a punto de recobrarlo, doblando una rama de una planta, un camarero de improviso se acerca y le pregunta si quiere algo de beber. Suelta la planta y el zapato sale volando Dios sabe dónde.

Penetra como un bólido por la puerta de la cocina, que en ese momento se abría. Al poco, vemos a un estirado y muy digno camarero que sale ignorante de todo, con una bandeja de canapés.

Sobre los espléndidos canapés, luce el rutilante zapato blanco de Sellers.

El camarero pasea por la sala bandeja de canapé en mano y con el zapato encima.

Los invitados, desinteresados, rechazan el aperitivo sin darse cuenta del enorme zapato.

Un grupo, otro, todos ignorantes del cantoso zapato que se destaca exageradamente sobre los canapés.

Por último, como si fuera una versión de humor absurdo de la Cenicienta, el camarero que sigue circunspecto y estirado, llega hasta Sellers. Le ofrece de la bandeja. Sellers dice algo, con esa sonrisa bobalicona que tiene en toda la película.


Y entonces recoge el zapato.

El camarero sigue sin inmutarse.

Solamente cuando se da la vuelta para seguir con su ruta, muestra una expresión de sorpresa, como si algo inexplicable, que no sabe que fue, hubiera sucedido.

Como si fuera algo sin importancia, hace como se lo quita de la cabeza, y sigue la ronda bandeja en mano.

 

Poco después, un perrito, mascota de uno de los invitados, se le pega a los pies y empieza a mordérselos. Entonces con la risa nerviosa, dice una cosa absurda sobre los pies, como que en algunos pueblos los animales se comen a los humanos, excepto a los pies. Y lo dice con esa sonrisa y algo lela que tiene.


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