Es claro que el género predilecto de hazañas y gestas bélicas, primer género en la fundación de la identidad de un pueblo, en los orígenes de la historia y la literatura occidental, al menos, es el de la épica.
Allí se cantan o se relatan, pensemos en la Ilíada y la Eneida, luego el Mío Cid, y tantos otros, gestas y hazañas de pueblos enfrentados, liderados por héroes en algunos casos semidivinos, y con la presencia de dioses, y un Destino ya marcado en los acontecimientos.
En el caso deportivo, se podría hacer paralelismos entre el género literario de la épica, y las contiendas entre los equipos deportivos.
Es claro que éstos representan, además de a su equipo, representan a un lugar, una ciudad, región, comunicdad, patria, en fin, es un entimiento de identidad nacional a todos los niveles.
Normalmente ha sido el fútbol el que, por su hegemonía en este campo, quien ha ciopado estas narraciones épicas deportivas.
Pero luego dse ha trasladado a los demás deportes.
En el caso del tenis, es ya un lugar común los enfrentamientos y contiendas entre el trío de mejores tenistas que ha habido en estos años, Federer, Nadal y Djokovic.
Ahora quedan en liza los dos últimos.
El tenis, además, aunque en los deportes de equipo también se personaliza en sus líderes, la contienda adquiere tintes de los duelos singulares de la épica.
El tenis viene a ser como los combates singulares de los antiguos, entre los campeones de cada ejército, Aquiles y Héctor, los torneos medievales, los espadachines y mosqueteros, pasando por los duelos del western hasta culminar en el espacio en los enfrntemientos siderales protagonizados por Luke Skywlaker, Darth Wader y otros héroes de la saga galáctica.
Así, Nadal y Djokovic continúan, de forma simbólica, no con armas, sino a raquetazos, a cuál más habilidoso y ceñido a la línea o al hueco imposible de alcanzar, estos tenistas continúan, aunque, eso sí, en un enfrentamiento agotador, largo y que uno todavía no se acostumbra a su duración, estos tenistas continuan con raquetas y en la tierra nbatida que bien pudiera ser la de cualquier pueblo polvoriento del Lejano Oeste, los duelos bélicos y ya, estos sí, sangrientos y trágicos de los otros heroes salidos de los relatos épicos, inspirados, a su vez , en la realidad idealizada de aquellos tiepmpos pasados, o de los futuribles de un tiempo adelantado por la ficciones.
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