viernes, 17 de junio de 2016

Las aves y el amor. Faetón, la paloma y el cielo. La paloma de Alberti y el gorrión de Catulo.

Faetón pierde el dominio de los caballos del Sol, le entra el pánico y la desorientación, y se ve perdido en la inmensidad del éter, no comprende nada, todo lo que era hasta entonces orden se vuelve caótico, incomprensible, inseguro. Algo parecido le sucede también a la paloma de Rafael Alberti, perdida y desorientada en lo alto del cielo, como Faetón. Ponemos los dos fragmentos, el de Ovidio y el de Alberti


(...)
Pero cuando desde el supremo éter contempló las tierras 
el infeliz Faetón, que a lo hondo, y a lo hondo, yacían, 
180. palideció y sus rodillas se estremecieron del súbito temor, 
y le fueron a sus ojos tinieblas en medio de tanta luz brotadas, 
y ya quisiera los caballos nunca haber tocado paternos, 
ya de haber conocido su linaje le pesa, y de haber prevalecido en su ruego. 
Ya, de Mérope decirse deseando, igual es arrastrado que un pino 
185. llevado por el vertiginoso bóreas, al que vencidos sus frenos 
ha soltado su propio regidor, y al que a los dioses y a los rezos ha abandonado. 
¿Qué haría? Mucho cielo a sus espaldas ha dejado; 
ante sus ojos más hay. Con el ánimo mide los dos; 
y, ya, los que su hado alcanzar no es, 
190. delante mira los ocasos; a las veces detrás mira los ortos, 
y, de qué hacer ignorante, suspendido está, y ni los frenos suelta 
ni de retenerlos es capaz, ni los nombres conoce de los caballos. 
Esparcidas también en el variado cielo por todos lados maravillas, 
y ve, tembloroso, los simulacros de las vastas fieras. (...)



La paloma, de Rafael Alberti


Se equivocó la paloma,

se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba.
Creyó que el mar el cielo;
que la noche, la manaña.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocio;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.

Tú, en la cumbre de una rama) 




Y siguiendo con el mundo de las aves y del amor, también viene a cuento el gorrioncillo de Lesbia, la amante idealizada por el poeta Catulo. Lesbia- Clodia juega con su gorrión casi del mismo modo que con el amor de Catulo hacia ella. Y algo parecido ocurre con la paloma de Alberti.

El conocido poema de Catulo:

2
 Passer, deliciae meae puellae,
quicum ludere, quem in sinu tenere,
cui primum digitum dare appetenti
et acres solet incitare morsus
cum desiderio meo nitenti
carum nescioquid libet iocari,
credo, ut, cum gravis acquiescet ardor,
sit solaciolum sui doloris:
tecum ludere, sicut ipsa, posse
et tristes animi levare curas

II
Gorrión , capricho de mi niña, con el que acostumbra ella jugar, tenerlo en su
regazo, ofrecerle la punta de su dedo tan pronto se le acerca y moverle a agudos
picotazos, cuando al radiante objeto de mi desasosiego le agrada jugar a no sé qué cosa
querida y solaz de su dolor; entonces -creo- se le calmará su ardiente pasión.
¡Ojalá pudiera yo, como ella, jugar contigo y aliviar las tristes cuitas de mi alma!


Ya saliéndonos del tema, En este enlace viene un interesante artículo sobre cantos de lamento a mascotas en la poesía romana.

Los gorriones son las aves que tiran del carro de Venus-Afrodita cuando va en ayuda de Safo, que la demanda en amores. 

Ποικιλόθρον᾽ ὰθάνατ᾽ ᾽Αφρόδιτα,
παῖ Δίος, δολόπλοκε, λίσσομαί σε
μή μ᾽ ἄσαισι μήτ᾽ ὀνίαισι δάμνα,
πότνια, θῦμον.

ἀλλά τυίδ᾽ ἔλθ᾽, αἴποτα κἀτέρωτα
τᾶς ἔμας αὔδως αἴοισα πήλγι
ἔκλυες πάτρος δὲ δόμον λίποισα
χρύσιον ἦλθες

ἄρμ᾽ ὐποζεύξαια, κάλοι δέ σ᾽ ἆγον
ὤκεες στροῦθοι περὶ γᾶς μελαίνας
πύκνα δινεῦντες πτέῤ ἀπ᾽ ὠράνω αἴθε
ρος διὰ μέσσω.


...
Oh, tú en cien tronos Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
No me acongojes con pesar y sexo
Ruégote, Cipria!

Antes acude como en otros días,
Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Zeus
Alta morada.

El áureo carro que veloces llevan
Lindos gorriones, sacudiendo el ala,
Al negro suelo, desde el éter puro
Raudo bajaba.


Parece ser que la paloma se identifica con Afrodita, pues su carro suele ir tirado por estas aves o por gorriones, como se ve en el Himno de Safo. También a Cupido se le asocia la paloma como símbolo del amor, y de aquí toma referencia también el poema de Alberti.

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