lunes, 28 de diciembre de 2009

la menin oulomenen de Aquiles y John Wayne: la épica del western.

El motivo central de la Ilíada es la cólera de Aquiles, cólera funesta que llevó a los aqueos a innumerables desastres, enviando al Hades muchas almas de héroes y haciwndo de sus cuerpos pasto de aves y perros, cumplíase la voluntad de Zeus, desde que se separaron disputando el Atrida Agamenón, caudillo de pueblos, y el divino Aquiles.
¿Cuándo cesa esta cólera? Es el momento final de la obra, cuando por fin vemos derramar lágrimas a ese héroe desolado que es Aquiles; llora, sí, después de que lo ha visitado su principal enemigo, Príamo, a quien a matado a varios de sus hijos, el último Héctor. Príamo, apelando a su condición de padre y recordándole a Aquiles al suyo, el anciano Peleo, logra, por fin, en el único acto de piedad y humanismo que podemos ver en el héroe (aunque, ciertamente, es probable que bajo la capa emotiva del episodio épico, se encuentre una situación socializada, ya sea el legítimo derecho a reclamar el cadáver por el padre, la digna celebración del funeral, etc.), decíamos, el único acto de piedad y las lágrimas que finalmente deja escapar el héroe.

Príamo suplica a aquiles ante el cadáver de su hijo Héctor.
Otra ménin oulomenen, destructiva, obsesiva (hay muchas, por ejemplo la del capitán Achab en Moby Dick), es decir, otra menin viloenta e inhumana la encontramos en la película Centauros del desierto (The Searchers), protagonizada por el inefable John Wayne. En ella encarna a Ethan, un militar que guarda un odio absoluto a los indios. A raíz de una razzia ocasional de un grupo de indios, en las que mueren su hermano y la mujer de éste (de la que estaba indudablemente enamorado), y es raptada la niña de ellos, empieza una alocada e incesante búsqueda de su sobrina, búsqueda que se prolongará durante años, hasta lograr encontrarla.
La menin se desata cuando por fin la encuentra, pero convertida en lo que Ethan más ha odiado nunca, convertida en esposa de un jefe indio y en india completamente. Ethan, después de matar al jefe indio, se dispone a hacer lo mismo con la que era su sobrina (una jovencita Natalie Wood), a pesar de los ruegos de su compañero de búsqueda (el que le repite con desgarro "no, Ethan, no"). Cuando parece que la va a matar, de repente Ethan-Wayne reconoce en su sobrina india a la hija de la que fue su amor imposible, por un momento depone su furor ciego, abandona sus intenciones y acoge en su cuerpo a su sobrina recuperada.
En la última escena, muy típica, vemos a Wayne, una vez finalizada la tarea, detenerse un momento mirando la puerta del hogar familiar antes de girarse y volver de nuevo al desierto, paradigma, en cierto mopdo, de los héroes también antiguos, de aquellos que habitan las fronteras de lo social y a los que, en cierto modo les estaba vedado compartir la vida del común de los mortales.

(información tomada de Radio Nacional, programa dedicado al cine)





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