miércoles, 28 de mayo de 2025

"¿ACASO STALIN NO SACRIFICÓ A SU PROPIO HIJO …?" (LHDA, 14)

 "¿ACASO STALIN NO SACRIFICÓ A SU PROPIO HIJO …?"


Y es entonces, como otro relámpago de lo que la mente bulle a lo largo del día consciente, es entonces cuando sale a la luz un personaje que quizás ha estado latente todo el tiempo.

De repente, abandonamos el lejano y erudito mundo intemporal del mito, y volvemos al crudo y desgraciado pleno siglo XX.


¿Acaso Stalin no sacrificó a su propio hijo Jakov para …?


Y con la interrogación trémula y entrecortada, como si estuviera pensando lo que está diciendo al mismo tiempo que lo escribe, y acabante de hacer una descubrimiento temible, trata de entender lo que el dictador soviético, en otra analogía, ésta más patente y cierta y conectada que la del mito, la de Stalin y su hijo militar, Jarkov, con él mismo y Suzana, trata de entender las razones del dirigente soviético para sacrificar de la misma forma a su progenie.


   
Curiosa imagen de Stalin como padre protector y benefactor, justo lo contrario de lo que, al parecer, decimos al parecer, ocurrió en la historia."The Sacrifice of Iphigenia" de François Perrier

Como vemos, el relato y la nómina de sacrificios, desde la legendaria Ifigenia hasta el recién mencionado Jarkov, pasando por la larga nómina de personajes anónimos que ha citado, fruto de represiones y purgas, que viene a representar a toda la sociedad, es clara, patente y manifiesta. Y forma como un motivo musical que va y viene, se cita, se olvida, se vuelve a recuperar, como una melodía.

Pero ante el personaje último que ha citado, el tan odiado y repulsivo Josif Stalin, parece que, su tartamudez lo demuestra, parece que ha llegado por fin a una respuesta, todavía sin certificar, a una explicación a su historia y, al tiempo, de tanto otros sacrificios como los que ha relatado hasta ahora.


¿Acaso Stalin no sacrificó a su propio hijo Jakov para… para… para colocarse en situación… de afirmar que su hijo… debía compartir… compartirel destino… el destino… el destino… de cualquier soldado ruso?


Y, entonces, removiendo toda la literatura comparada, la teoría de los argumentos y motivos literarios, y toda la parafernalia académica de los estudios literarios y filológicos, pasa al método completamente opuesto y contradictorio y, al mismo tiempo, paradójico.

(No olvidemos tampoco que, aunque parezca que haya encontrado la lucidez, igual tanta de la misma le ha llevado al otro extremo)

Y entonces, pasa a explicar el mito y la leyenda de Áulide, ahora en concreto en la figura de la conducta pesarosa y trágica de Agamenón, padre pero jefe de la expedición de Troya, pasa a explicar  lo que relata la leyenda y el drama antiguo, y todas las versiones con sus diferentes variantes  a lo largo de siglos, pasa a interpretar o reinterpretar la leyenda y al personaje, pero ahora en clave de hechos y personajes históricos del propio y terrible siglo XX, del que es contemporáneo y coetáneo:


¿Y Agamenón, qué es lo que pretendía hacía dos mil ochocientos años?


E, inevitablemente, vuelve al origen de todo este monólogo descocado:


¿Y qué pretendía ahora el padre de Suzana?


Bien, aunque parezca que ya ha respondido a esta trágica y patética decisión del líder soviético, … su hijo… debía compartir… el destino… de cualquier soldado ruso …, y, por lo tanto, incluyendo ahora al rey aqueo, y al dirigente y padre de su amante, sin embargo, todavía no queda definitivamente cerrada la argumentación.

La cerrará unos capítulos después, en el capítulo final, en pleno desbordamiento de su ira contenida al tiempo que descubre toda esta oculta verdad.


Quizás la novela debería llevar como subtítulo, o realmente titularse, El hijo de Stalin, pues parece que la alusión y el marco mítico y legendaria ha resultado ser una fachada, trágica, sí, pero engañosa, de los motivos que le llevaron al personaje a establecer su paralelismo.  

En verdad, no es el libro de Graves de los mitos griegos, sino la experiencia traumática del régimen totalitarista y la historia de Stalin y su hijo, la que realmente ha producido esa relación y esa analogía con Suzana y él mismo.

Con mucha menos presencia, en verdad están apenas esbozados los dos personajes, y dada la noticia sumariamente de lo ocurrido entre ello, tiene sin embargo un valor determinante y trascendental. Lo que podríamos llamar también “sacrificio”, el de Jarkov por su padre y jerarca Stalin, parece ser la piedra angular sobre la que gira todo el mosaico de esta pieza de relojería milimétrica que conforma este relato.


lunes, 26 de mayo de 2025

LA BRUMA, EL DESVELAMIENTO, EL PROCESO DE αλήθεια. (IFA, 7.12)

 LA BRUMA, EL DESVELAMIENTO, EL PROCESO DE αλήθεια

Pero no, se responde de nuevo, no, hay algo más, hay una bruma, una nube, que vela todo lo que en verdad está ocurriendo.

Y esto lo desvelará, recurriendo al concepto de verdad de la antigua Grecia, el desvelamiento o a-letheia, lo desvelará, aunque de forma palmaria al mismo tiempo se da cuenta de que siempre lo ha tenido delante suyo, lo revelará en el último capítulo.

Ahora, en estos momentos, digamos que se encuentra en pleno proceso de revelamiento.

Hace una pausa de nuevo en este flujo incontrolado de pensamientos. Parecía que por fin había encontrado una explicación a esa identificación entre su historia y el mito clásico, pero no, se dice.Algo le dice que no es por ahí, por esta analogía por donde tiene que seguir.


… mi cerebro … se paralizó, … y  comenzó a girar en sentido contrario.


Es decir, parece que la respuesta a esa recreación del mito de Ifigenia a partir de Suzana no procede, en realidad, del propio mito, aunque al principio pudiera parecerlo.

No.


Un no categórico … dominó la totalidad de mi ser.


Y sigue por este hilo de pensamientos, dándose cuenta de que que no era el mito, leído en el libro de Graves, el que le había conducido a la analogía con su historia fracasada con Suzana.

No.

Había algo más, y más fuerte todavía.

Había una bruma que todavía se cernía sobre su historia y no la conseguía disipar.


Se trataba de algo más, que la bruma aún no me permitía discernir pero cuya presencia yo presentía bien próxima


¡¡¡“SUZANA, HIJA DE AGAMENÓN”!!! (IFA, 7.11)

 ¿NO ME ESTARÉ EXCEDIENDO CON ESAS SEMEJANZAS?


El periodista detienen por un momento su exasperante y descontrolado monólogo, ése que lo ha llevado hasta desplazarse por el espacio y el tiempo dos mil quinientos años atrás, hacia el lugar de Áulide. 

Se pregunta, pues, si Ddesvaría, 

¿No me estaré excediendo  con esas semejanzas?


Y sigue, tratando de desmontar todo el andamiaje que ha montado hasta ahora:

¿No se trataría en realidad  de algo mucho más sencillo, un cambio de actitud que adoptan no pocas muchachas de buena familia en los momentos previos a la formalización del compromiso?


Y, un paso más en este relato en el que literatura y metaliteratura, teoría literaria, intertextualidad y tantas otras cosas teórico-creativas se encuentran entrelazadas en este relato, expone a la luz ya cuestiones de crítica literaria que pueden estar afectando a este su monólogo interno, pues, periodista y personaje en posesión de cierta cultura el mismo, 


… había tramado toda una analogía y llevado esta a su tensión más extrema, a semejanza de ciertos poetas jóvenes que, después de concebir trabajosamente una figura poética, …, erigían sobre su base toda una pieza literaria cuyos fundamentos, sin embargo, se hundían sencillamente en la arena.


¡¡¡“SUZANA, HIJA DE AGAMENÓN”!!!


El protagonista-narrador se detiene en su alocado flujo de pensamientos. De repente, es capaz de salirse de la tensión emocional en la que se encuentra, esa analogía entre Suzana e Ifigenia que ahora le parece un desatino, y reconocer el extremo desvarío al que ha podido llegar.


Nunca habría podido imaginar que el repentino parecido entre Suzana e Ifigenia se desarrollara en el interior de mi mente hasta establecer una plena identificación.


Hasta tal punto, confiesa su turbación, que  no se hubiera extrañado de que su amante Suzana hubiera pasado a ser la hija del rey de Micenas: 

… si hubiera oído  en la radio … frases del tipo “Suzana, la hija de Agamenón”, me habría parecido lo más natural del mundo.


Y continúa, uno de los rasgos del relato, revelando la construcción de su pensamiento y, otra vez en clave de metaliteratura, expone conscientemente cómo ha construido el propio relato. 

Esto es, que éste lo había confeccionado, completado y narrado, introduciendo a Agamenón, las tensiones en el ejército de Áulide, el afianzamiento del poder, …,  que constituía la leyenda mítica de Ifigenia. Todo ello, pues, a partir de esa analogía entre su amante y la hija del rey aqueo. 


SIN PROPORCIONAR NINGUNA EXPLICACIÓN ...(IFA, 7.10)

 Y sigue el protagonista-narrador dando su particular versión, que en la práctica es totalmente destructora, un derribo de toda la leyenda, aventurando que ese sacrificio, que durante siglos ha pululado por toda la tradición artística y la imaginación de occidente, una leyenda de fuerte impronta cultural, este sacrificio, según el pensamiento de este narrador especial, se lleva a cabo de una forma casi anónima y sin, aventura, ninguna justificación:


Aunque, justo en el momento  precedente a la partida de la flota, cabe perfectamente en lo posible que no se hablara de los vientos y todo lo demás, y que el sacrificio se llevara a cabo sin proporcionar la menor explicación


Ifigenia. Domenichino (1581-1641).

SIN PROPORCIONAR LA MENOR EXPLICACIÓN …

Aquí ya vemos que el narrador, su mente febril, arrambla con toda la traición de la leyenda, con toda la composición de la tragedia de Eurípides. No hay despedida desgarradora de Clitemnestra, ninguna proclama heroica de la nueva mártir, remordimientos del padre y jefe de la expedición contra Troya, los inútiles intentos del héroe Aquiles por salvar a la joven, …

Se rompe bruscamente con toda esta escenografía que ha perdurado a lo largo de los dos milenios de leyenda.

Ubicado en ese trance que le permite encontrarse en medio del sacrificio de Áulide, sigue relatando la ceremonia:


Militares mezclados con civiles áulides caminaban en dirección al lugar donde había sido erigido el altar.

 

Y entonces, no sabemos si para demostrar la enajenación del narrador, introduce esta coletilla más apropiada para el desfile del 1º de Mayo:


… es posible incluso que hayan distribuido invitaciones


como era lo habitual, y lo es en el momento que narra, el repartir invitaciones para presenciar el espectáculo del 1º de Mayo desde la tribuna principal.


De todas formas, y con todo, la cuestión que supone debería sobrevolar, en esta reconstrucción de la ceremonia de Áulide, que este visionario personaje nos relata era ésta, 

¿Qué significaba aquel sacrificio? ¿Por qué?


Y, dejándola en suspenso, pero atormentando, repite la afirmación y desvelamiento  a la que ha llegado antes, 


No, Calcante no ha pronunciado ningún consejo. Habría sonado sospechoso, artero, cualquier augurio procedente de él.


Calcante e Ifigenia en el altar.


Llegados hasta aquí,  removiendo noticias y datos de la leyenda, deconstruyéndola y demoliéndola de raíz, el narrador incesante llega a la verdadero asuntos e todo, y que es por lo que ha iniciado todo este alocado flujo de pensamientos, a raíz de la ruptura de Suzana. Y es  lo que se pregunta, de forma casi ingenua, 


¿de dónde se había sacado Agamenón la ocurrencia de sacrificar a su propia hija?


Pues en la leyenda, reinterpretada por él, no hay motivos religiosos, no hay dioses, no se vislumbra a Ártemis-Diana por ninguna parte. Los augures y sus vaticinios, Calcante, en resumen, han sido borrados de la leyenda de un plumazo, y solo ha quedado la voluntad del autócrata, del rey de Micenas y jefe de la expedición.

Y esto que se pregunta de Agamenón, el protagonista lo vuelve hacia su historia con Suzana, 


¿Por qué quieren sacrificarte, Suzana?... ¿Qué vientos debes apaciguar?


miércoles, 21 de mayo de 2025

CAMARADA AGAMENÓN, MIEMBRO DEL BURÓ POLÍTICO.

 CAPÍTULO 12.

Ἀτρεΐδης ἄναξ ἀνδρῶν, CAMARADA AGAMENÓN, MIEMBRO DEL BURÓ POLÍTICO.


Como  lleva haciendo a lo largo de los capítulos, el periodista sigue en el desfile del 1º de Mayo, La banda tocaba con su habitual fanfarria … Y, dentro de éste, mero espectador pero trastocado, a continuación vuelve a su monólogo y flujo de conciencia.

Empieza, o más bien continúa, con las depuraciones o purgas de las que ha hablado hasta ahora en el mundo de la radio y televisión. Señala que ahora las purgas se produjeron también en el ejército, por motivos nimios también, unas supuestas maniobras militares junto a la sede del Partido, 


La campaña de purgas en el ejército, que se desató  a continuación  de la practicada en el sector de la cultura


También llegaron al sector económico, y con idénticas excusas, En cuanto a la señal para el inicio de la campaña de depuración en el ámbito económico, …, al parecer un sospechoso mineral del que enseguida se sospechó que fuera un sabotaje.

Militares, el sector económico, lo mismo que antes el sector de la cultura y el periodismo, cayeron presa del miedo, la angustia, la depresión social.

Como dice con cruda ironía, Hasta las pastillas de valium se agotaron en todas las farmacias.

El retrato de la sociedad regentada por este régimen inquisitorial y hasta criminal es demoledor.

Todo esto le sirve de estado de la cuestión y de explicación a cómo había llegado él a relacionar su historia amorosa, a fin de cuentas una historia más, de amor y de ruptura desgraciada, sí, a relacionar su historia personal con la palabra sacrificio y de ahí su conexión con la leyenda de Áulide.



El personaje, desde luego, está preso de sus pensamientos y es algo recurrente y obsesionado, se encuentra todo el tiempo bajo un trastorno emocional, alguien que busca encontrar una explicación racional a su sufrimiento y dolor.

Y entonces manifiesta, como es lo que uno en principio ha interpretado, que no es un mero juego intertextual, de motivos y argumentos literarios la razón de su novela, de sus pensamientos hechos novela, del enfebrecido y trastocado paralelismo entre su Suzana  de Albania y la legendaria hija de Agamenón, Ifigenia.

No, todo esto no ha sido un simple y mero juego literario. Tienen su origen en la desoladora situación a la que han llevado el país estas élites dirigentes, cínicas, soberbias y manipuladoras.

Así, se desdice de toda la carga erudita y artificial con la que pudiera relacionarse su texto, y desmonta de forma radical su vínculo con la tradiciones legendarias, con el mito clásico, ejemplificado en esa especie de sortes vergilianae con la que se topa con el libro de R. Graves, que es, además, una de las claves características de su obra.dice que


No habían sido, por tanto, el libro de Graves, el hecho de que el padre de Suzana fuera un alto dirigente ni cualquier otra clase de coincidencia fortuita lo que instiló en mi cerebro la analogía con el drama antiguo


Y entonces explica y se revela a sí mismo de dónde ha venido todo este trastoque y esta vinculación con la historia de Ifigenia.


Era simplemente lo que había sucedido pocos años atrás, que continuaba atenazándonos tiránicamente, a mí y a todos los demás.


Es decir, la leyenda troyana no ha venido a ocupar su mente desquiciada de forma puramente libre, gratuíta, mera elucubración cultural, no. Es la situación de tiranía totalitaria de los últimos años la que lo había llevado a ello, y no al revés como decimos, como mero juego literario.


Si aquello no hubiera existido, las palabras de Suzana sobre un cambio  en su estilo de vida no habrían  constituido más que la rutina banal para una muchacha de buena familia de cambiar de imagen  en vísperas de la formalización de su noviazgo.


Y ya, para rematar el capítulo y la argumentación algo trastocada, y que probablemente es hacia donde quería llegar desde el inicio del relato, ya lo hemos dicho varias veces, pues el relato es como una sucesión de cajas chinas, cada una repitiendo la historia, pero con algún añadido más, o con otro enfoque, en fin

… y casi que llevando al extremo esta recreación del mito de Ifigenia en el 1º de Mayo de Albania, exagerado y casi en tono burlesco y amargamente sarcástico, culmina esta su versión del mito con la casi definitiva y reconstruida caracterización del rey Agamenón.

Caracterización modélica, pues sirve de ejemplo y antecedente de todos los líderes totalitarios que el narrador ha conocido, y a los que ha encontrado un referente mítico.

Desde su posición de espectador algo conmocionado por su percance, vuelve de nuevo al 1º de Mayo en el que se encuentra físicamente.


Las hileras  apretadas del desfile no tenían fin


Y, como decimos, en el colmo de su estado febril, ese que le permite estar reviviendo el mito de Áulide en el desfile de Mayo, añade que


No faltaría más que el retrato de Agamenón, del camarada Agamenón. Del camarada Agamenón Atrida, miembro del Buró Político, maestro supremo de todos los inmoladores futuros.


 

El camarada Iosif Stalin en el 1º de Mayo; el líder de Albania, E. Hoxa;

el “camarada” Agamenón, ἄναξ ἀνδρῶν, triste referente simbólico

de estos déspotas, en la versión dislocada de LHDAg.


Sigue y remata con esta parodia desquiciada del narrador trastornado que contempla la fiesta del 1º de Mayo, y culmina, reconstruyendo completamente al personaje de la épica, reconstrucción en clave totalitaria, del cínico y omnívoro dirigente opresor. al que acaba de entronizar en un santoral, el de los dictadores totalitarios y hasta criminales, como el origen, el referente mítico, inédito hasta ahora en esta clave política, de una dinastía de tal calaña:


Como fundador, como clásico en su género, sin duda conocía mejor que nadie la entrañas de aquel asunto.


En fin, para cualquiera que conozca y aprecie las leyendas grecolatinas, y las de la Guerra de Troya en particular, no deja de ser un poco incómodo, ciertamente, ver entronizar al orgulloso y soberbio rey de Micenas, Agamenón Atrida, como patrón y  referente de todos los tiranos y dictadores que en el mundo y después de él han existido. Y, además, llegar, algo exagerado, a equipararlo con unos de los mayores déspotas, y más cosas que podrían decirse, del siglo XX, el dictador Stalin. Y, a su lado y como seguidores suyos, todos los que detentaban, al menos en el mundo occidental, los regímenes totalitarios socialistas amparados por el poder absoluto soviético. Como lo fue, en este caso, el de Albania, E. Hoxa.

Tal es la ira contenida del narrador, y en el fondo, a quién está dirigida, ahora lo vemos que se desvela, al dictador o los dictadores que detentan o han detentado poderes opresivos absolutos, que la novela más bien podría haberse titulado, el lugar de La hija de Agamenón, que centra su relato en la historia del sacrificio inocente de Ifigenia Suzana, podría o realmente se titulase El padre de Ifigenia, si es que, tal como parece, el retrato atroz y funesto de un régimen totalitario como el que describe reside, desde el principio al fin en una sociedad, en la figura del líder absoluto que la domina. 

Y en sus razones estratégicas y políticas, que arrasan y lo justifican todo, hasta sacrificar a la propia familia.. 

Y ahí están los dictadores de los Países del Este en el siglo XX, Stalin a la cabeza de ellos. Y, por desgracia para la tradición clásica, el rey de Micenas, que es el paradigma en la leyenda de todos ellos, y que el autor toma como referente, es verdad que más simbólico que efectivo y real, para enmarcar su despiadada y literaria crítica contra este tipo de regímenes políticos opresivos.


"¿ACASO STALIN NO SACRIFICÓ A SU PROPIO HIJO …?" (LHDA, 14)

 " ¿ACASO STALIN NO SACRIFICÓ A SU PROPIO HIJO …?" Y es entonces, como otro relámpago de lo que la mente bulle a lo largo del día...