domingo, 15 de junio de 2025

TEMERARIOS ANCIANOS EN EL TRANVÍA

 (2) Por lo que pudimos atisbar mientras el brutal y vertiginoso tranvía nos alejaba de allí, varias personas, recién llegadas al andén, bajaron enseguida a los rieles en socorro del anciano caído y desahuciado.

En el tranvía, sin embargo, había un silencio, contenido, pensaba yo. Alguien comentó algo, ¿es que no miran si todo está bien antes de arrancar?, pero nadie acogiò la pregunta con ningún comentario que lo afirmara.
De repente, el anciano que había logrado entrar empezó a decir algo, desolado y triste, que no entendí. Pohh. En eso un estudiante se dirigió a él y le dijo, si, si, yo lo llamo. El viejito compañero quería saber que le había pasado a su amigo, cómo reencontrarse con él, se le veía desamparado y apenas con un hilillo de voz. asustado.
Márquelo ud., yo se lo digo, me lo sé de memoria, la mano no la tengo bien, los dedos no me valen para marcar, le imploró.
Así lo hizo el joven, y le puso el móvil al oído, donde ya lo cogió el anciano.
Hubo unos largos segundos de espera, mientras los de cerca esperábamos a ver si conectaba con su compañero. Rober, lo llamaba, nos conocemos desde hace 50 años, dijo con admiración.
Al cabo de varios segundos, oímos que el anciano hablaba. Repitió varias veces el nombre, Rober Rober, pues el otro anciano no parecía oírle. Es que es duro de oído, me dijo después. Se intercambiaron unas frases, ¿estás bien, Rober? Si, vale, bien, bien. De acuerdo.
Y ya cortó la comunicación
Si, está bien, no le pasó nada, menos mal. Que lo espere en el Hospital Universitario, me dijo, que viene unas paradas después. ¿Cuánto le debo por la llamada, joven? Muchas gracias.
Nada, nada, dijo sorprendido ante el arcaico y amable ofrecimiento del anciano, que ni sabía nada de tarifas planas, llamadas gratis y tantos gigas de conexión.
¿Ud. sigue en el tranvía?, me preguntó el estudiante. Yo es que me bajo aquí, dijo cuando ya la aparatosa máquina se apalancan en el andén de la universitaria Guajara.
Si, si, yo sigo con el señor, también voy al hospital. Y le dijo al viejito, sí, yo lo acompaño, voy al mismo sitio que usted y nos bajamos juntos.
Bien, bien, muchas gracias, se lo agradezco. Yo es que, sabe, tampoco veo bien.
No se preocupe, yo le aviso cuando lleguemos.

HAZAÑAS DE TEUCRO vs. EL SOLDADO TEUCRO. (cap. Trece, cont.)

 HAZAÑAS DE TEUCRO vs. EL SOLDADO TEUCRO.

arquero del frontón del templo de Afaia, en Egina;

Teucro en Pontevedra.


Este Teucro de la novela no parece ser el épico hermanastro de Ayax, pues le acompaña por único calificativo sólo el término “soldado”, “el soldado Teucro”.

Parece que para un tal héroe, excepcional arquero, emparentado con uno de los más grandes guerreros de Troya, Áyax, y con legendarias peripecias, le baste con esta mínima caracterización para identificarlo con él.

Como ya dijimos, fue uno de los que se introdujo en el caballo para entrar de escondidas en Troya. En la Ilíada se citan un listado de guerreros troyanos que han caído bajo sus flechas, uno de ellos, el auriga de Héctor, Arqueptólemo. Otros varios, guerreros sin resonancias épicas principales, son Orsíloco o Licofonte, entre otros muchos. Incluso llega a herir al héroe licio, éste sí más conocido, Glauco, que luchaba junto a Troya.

recreación de un carro de guerra micénico,  como los de la Guerra de Troya

En la Ilíada, Teucro suele luchar en ocasiones junto a su medi hermano Áyax, y a cubierto con el escudo de aquél, lanza sus certeras flechas.
llega incluso a intentar abatir al gran Héctor, pero el troyano es protegido, una vez por Apolo, la otra por el providente Zeus.

En la primera intentona, canto VIII, 309 ss., cuando la flecha destinada a Héctor, acaba con la vida de su auriga, Arqueptólemo, 


Τεῦκρος δ' ἄλλον ὀϊστὸν ἀπὸ νευρῆφιν ἴαλλεν

Ἕκτορος ἀντικρύ, βαλέειν δέ ἑ ἵετο θυμός. 310

ἀλλ' ὅ γε καὶ τόθ' ἅμαρτε: παρέσφηλεν γὰρ Ἀπόλλων:


«Teucro armó nuevamente el arco, envió otra saeta a Héctor, con ánimo de herirlo, y también erró el tiro, por haberlo desviado Apolo; …


El enfurecido Héctor se baja del carro y va enfurecido contra el arquero, al que hiere gravemente.


αὐτὸς δ' ἐκ δίφροιο χαμαὶ θόρε παμφανόωντος 320

σμερδαλέα ἰάχων: ὃ δὲ χερμάδιον λάβε χειρί,

βῆ δ' ἰθὺς Τεύκρου, βαλέειν δέ ἑ θυμὸς ἀνώγει.

ἤτοι ὃ μὲν φαρέτρης ἐξείλετο πικρὸν ὀϊστόν,

θῆκε δ' ἐπὶ νευρῇ: τὸν δ' αὖ κορυθαίολος Ἕκτωρ

αὐερύοντα παρ' ὦμον, ὅθι κληὶ̈ς ἀποέργει 325

αὐχένα τε στῆθός τε, μάλιστα δὲ καίριόν ἐστι,


Y él entonces saltó desde el carro brillante hasta el suelo

y, gritando de un modo terrible, cogió una gran piedra

y hacia Teucro se fue con afán de acertarlo y herirlo,

y éste entonces tomó de la aljaba una flecha siniestra.

Ya la cuerda tensaba cuando Héctor del casco brillante

en el hombro le dio, donde el cuello del pecho se aparta, 325

y su nervio rompió; allí no suele curarse la herida 


Pintura de un carro encontrado en una tumba de la Magna Grecia, ya posterior.


En la segunda ocasión, ya recuperado, que intenta atacar a Héctor, es el omnipotente Zeus quien lo evita. Es en el Canto XV, 458 ss.


Τεῦκρος δ' ἄλλον ὀϊστὸν ἐφ' Ἕκτορι χαλκοκορυστῇ

αἴνυτο, καί κεν ἔπαυσε μάχης ἐπὶ νηυσὶν Ἀχαιῶν,

εἴ μιν ἀριστεύοντα βαλὼν ἐξείλετο θυμόν. 460

ἀλλ' οὐ λῆθε ∆ιὸς πυκινὸν νόον, ὅς ῥ' ἐφύλασσεν

Ἕκτορ', ἀτὰρ Τεῦκρον Τελαμώνιον εὖχος ἀπηύρα,

ὅς οἱ ἐϋστρεφέα νευρὴν ἐν ἀμύμονι τόξῳ

ῥῆξ' ἐπὶ τῷ ἐρύοντι: παρεπλάγχθη δέ οἱ ἄλλῃ

ἰὸς χαλκοβαρής, τόξον δέ οἱ ἔκπεσε χειρός. 465


Sacó Teucro otra flecha para Héctor del casco de bronce,

y se hubiera acabado la guerra ante las naos aqueas

si al herir al valiente le hubiera acabado los bríos. 460

Pero Zeus en su mente sutil, pues velada por Héctor,

lo advirtió, y privó a Teucro, hijo de Telamonio, de gloria,

pues rompióle la cuerda del arco magnífico cuando

lo tendía y la flecha broncínea torció su camino

errabunda, y el arco cayó de las manos del hombre


Así pues, este soldado Teucro, que deseaba volverse a su hogar dejando la expedición, no parece tener nada que ver con el líder y caudillo aqueo, hermanastro de Áyax Telamonio, del que nos habla Homero en la Ilíada.


Como nota curiosa, y esto, tiene que ver más con nuestras tradiciones de la piel de toro, el arquero Teucro acaba llegando a la península y se le tiene como fundador mítico de Cartagena y Pontevedra, donde sigue su tradición.


GUERREROS DE ÁULIDE: EL SOLDADO TEUCRO, EL GUERRERO IDOMENEO, CIERTO ASTIANAKSE, …, ¿LOS HÉROES AQUEOS? (cap. Trece, cont.)

 GUERREROS DE ÁULIDE: EL SOLDADO TEUCRO, EL GUERRERO IDOMENEO, CIERTO ASTIANAKSE, …, ¿LOS HÉROES AQUEOS?


A uno, pendiente de la tradición y las referencias clásicas  que fueran apareciendo en el texto de LHDG, se le abren los ojos ante la mención de estos tres nombres propios correspondientes a conocidos personajes de la epopeya troyana, de los aqueos, que aparecen en este momento del relato.

Se trata, tal como viene en el relato, de los personajes Teucro, Idomeneo y Astianakse, así, en este orden citados.

Tal como vienen citados en el texto, estos personajes son precedidos de esata observación general de la masa de soldados, después de finalizar el rito en el altar, que ya citamos antes:

Con los rostros amarillentos …  con un vacío que parecía no ir a repararse jamás”

Además, como ya había descrito y observado antes, en el capítulo Ocho, la soldadesca, lejos de estar pletórica de épicas hazañas, y debido a los largos días de espera e incertidumbre, anhelan lo contrario, desertar , renunciar al código de hor épico, aristocrático, por otra parte, y regresar sin mayores miramientos a sus hogares.

Pero la impresión de lo ocurrido en el altar ante su vista les ha quitado incluso este deseo natural.


El primero en ser citado es cierto Teucro:

Al soldado Teucro, que tenía decidido desertar a la primera oportunidad, ahora esa idea se le antojaba lejana.


ENTONCES, LOS CITADOS TEUCRO, IDOMENEO, ASTIANAKSE, ¿SON LOS HÉROES DE LA ÉPICA?

Lo primero, en atención a la tal citada referencia clásica, confirmar la personalidad de esos nombres tan reconocibles

De inmediato, nos viene a la mente el primero de ellos, Teucro, Teucro  Telamonio, excelente arquero y hermanastro de uno de los dos Àyax, el hijo de Telamón, Αἴας ὁ Τελαμώνιος, Áyax Telamonio. Entre otras hazañas, es uno de los que se introduce en el legendario caballo para asaltar la fortaleza de Troya.


Áyax y Aquiles jugando a los dados; arquero del frontón del templo de Afaia, en Egina


El otro es el celebrado rey de Creta, la de las mil ciudades, el rey o anax Idomeneo, Ἰδομενεύς

Pero ya con el tercero asoman las dudas más que manifiestas, pues  este nombre, Astianakse, Ἀστυάναξ, Astiánax, transcrito en el texto de forma diferente a la habitual, Astianakte, ¿no era acaso el infante y desventurado hijo troyano del también infeliz Hèctor?


Las dudas de que sean los héroes épicos de Homero a los que se está refiriendo el autor aumentan con los epítetos y acciones que se les vinculan en el texto.


EL PEREGRINO DESCONOCIDO Y EL MENDIGO ANÓNIMO: IVANHOE Y LA ODISEA.

A la gran e irregular mansión de Cedric el sajón llegaron aquella noche una serie de invitados evidentemente inesperados. Nobleza obliga, y a pesar de que los invitados eran franconormandos, en irremediable disputa con el pueblo de Cedric, altivos personajes, el sajón Cedric les ofreció la consabida hospitalidad.

Ya encontrándose en el banquete de recibimiento, el que inexcusablemente tuvo que ofrecer a aquellos orgullosos y soberbios normandos, irrumpen en mitad de la cena y arriban dos personajes más. Isac el judío, el detestado pero al que todos recurrían judío en aquellos tiempos, y aún ahora, y un sombrío desconocido del que no se sabe el nombre, solo un apelativo, el Pereregrino.

Transcurre la cena con ciertas discordias entre los dos grupos de personajes, enfrentados años atrás en la puja por la conquista del solar britano, sajones y normando.

Hace acto de presencia también, cosa que incluso a los altivos invitados impresiona, la bella Lady Rowena, protegida de Cedric, con su cortejo de acompañantes, su donosura y recato que la hace aún más atractiva.

Ya avanzado el banquete, se deja oír el nombre de cierto Ivanhoe. El nombre suscita diversas reacciones entre los presentes. 

El templario Brian de Bois-Guilbert reacciona con orgullo y recuerda su promesa de enfrentarse con él en algún combate singular. Lady Rowena escucha, pero más tarde, acabada la cena y recogidos los invitados en sus aposentos, hace llamar al misterioso peregrino, para que le dé noticias del tal caballero Ivanhoe, con el que se crió desde niños.

El peregrino no puede darle más que alguna noticia suelta, pues él tampoco conoce al tal Ivanhoe…


Se adivina, tras estas primeras escenas de la novela, a modo de presentación de los personajes y la trama en este banquete, las alusiones a Ivanhoe, la soberbia normanda, el amor de lady Rowena, la nostalgia de Cedric, que el tal peregrino anónimo hacia el que se dirigen todas las preguntas no puede ser otro que el propio caballero Ivanhoe, oculto y camuflado bajo la faz de un recogido peregrino. 

Así Odiseo-Ulises, disfrazado totalmente por Atenea, con una apariencia miserable de mendigo, llega y retorna también, anónimo y desconocido, a su hogar, Ítaca. También estará en algún momento, objeto de burlas, en los diarios banquetes, como en el de Ivanhoe, con los que los ambiciosos Pretendientes desvalijaban continuamente su hacienda.

Ulises en la corte de Alcínoo, el feacio.

Recurriendo pues al mismo asunto recurso narrativo, W. Scott, autor novelesco, padre de la novela histórica, conocedor por lecturas y formación de la  tradición clásica, recurre al mismo elemento literario. Se trata de la  peripecia del regreso del guerrero anónimo a su patria. El autor escocés lo utiliza de forma creativa y original en esta su clásica novela Ivanhoe.

El personaje del peregrino, oculto, sombrío, sin nombre, embozado en su capa negra, es otra cara y máscara del héroe, como en su caso el mendigo en que han convertido a Ulises-Odiseo al llegar a sus posesiones de ïtaca, para que sus rivales no lo reconozcan, sus rivales los Pretendientes.

Solo su perro Argos, ya se sabe, lo reconocerá antes de tiempo, a punto está de delatarla ante todos, pero la impresión es tan fuerte que cae exánime antes de dar tiempo a sembrar la sospecha entre aquellos codiciosos rivales. 

Ulises de mendigo, y Argos.

Esperaremos a leer un poco más la novela de W. Scott, para conocer las escenas y momentos de anagnórisis o reconocimiento que vendrán a continuación, cuando el Peregrino descubra en algún momento su verdadera personalidad.

NOTA: otras referencias al retorno del guerrero a casa camuflado: en el cine francés, El regreso de Martin Guerre, en el film americano Somersby.


viernes, 6 de junio de 2025

LOS SOLDADOS GRIEGOS REGRESABAN, DEL MISMO TENOR, DEL LUGAR DEL S... (cap. Trece, cont.)


Pues bien, como estábamos con el fragmento de Áulide, arriba escrito, al principio del capítulo Trece, el personaje y narrador manifiesta esa mezcla y confusión entre Tirana y Áulide, entre el Desfile y el sacrificio, con la expresión, ya irremediablemente asumida de esa confusión, de que los soldados griegos, al igual que lo albaneses del 1º de Mayo, 


… regresaban, del mismo tenor, del lugar del sacrificio de Ifigenia.


Del mismo tenor, no, pues, podríamos añadir, que es mucho más penoso y patético el final del sacrificio entre los griegos, como ahora veremos. 

Y, aunque repitamos, por esta confusión y este desdoblamiento Albania-Áulide, que ya no sabemos de qué habla y a quién se está refiriendo, si a la Albania reprimida, o a la Áulide de la leyenda; y que, probablemente, esté jugando con esto y proyectando una sobre la otra, por lo que relata a continuación.

Volviendo al texto y al final del rito en Áulide, el personaje nos da esta demoledora, anticlimática y trágica descripción de los guerreros abandonando el altar tras aquel ritual.


Con los rostros amarillentos por la visión de la sangre por la en el sacrificadero y con un vacío que parecía no ir a repararse en su interior.


Ciertamente, en IFA, según nos cuenta el mensajero, los soldados y los líderes tienen que agachar la cabeza para no mirar de frente el espectáculo que se ofrece, por lo ignominioso que es.

Pero digamos que en la tragedia todo es muy breve y rápido, pues al momento, y como si ya hubieran dejado atrás aquello, los guerreros ya están embarcados y Agamenón, despidiéndose a la ligera de Clitenestra, zarpa de inmediato con ellos, ansiosos por marchar ya del lugar.

También es el momento, dice el mensajero en IFA, en el que Ifigenia vuelve a reafirmarse en su heroísmo, enfrentando a los miles de guerreros armados allí reunidos, aceptando su sacrificio por el bien patrio.

Y, por último, también en la rhesis se culmina la escena con el deus ex machina, esto es, la desaparición de la joven y la aparición repentina de un ciervo sacrificado en su lugar, que recompone y ayuda a digerir el trágico final.


Kadaré no nos ofrece nada de esto, y ese deus ex machina que tienen al final la tragedia, dando una salida, consoladora a la obra, el autor no tienen parte ninguna en reducir la tensión trágica, pues no la cita ni reproduce.

Otra vez, como decimos, la confusión Albania-Áulide, no se sabe de qué lugar está hablando. De los dos o, principalmente, de uno, de la realidad trágica de su país.

Y no dice nada del deus ex machina, ni siquiera para rebajar y edulcorar la versión trágica, no cita la aparición divina y el intercambio por el cérvido que se nos cuenta en IFA y en las versiones principales de la leyenda.


TEMERARIOS ANCIANOS EN EL TRANVÍA

  (2) Por lo que pudimos atisbar mientras el brutal y vertiginoso tranvía nos alejaba de allí, varias personas, recién llegadas al andén, ba...