La recién publicada última novela de S. Posteguillo, Maldita Roma, segundo volumen de su trilogía sobre César, continuación por tanto de Roma soy yo, mantiene y perfecciona los rasgos de estilo, construcción y técnicas literarias de sus previas y exitosas narraciones anteriores.
El texto empieza prometedoramente, ubicando las acciones en varios lugares distintos, en un intento de mantener la atención del lector, que siempre es efectivo. or un lado, vemos el desarrollo de las campañas de Roma contra el general popular Sertorio en Hispania. En paralelo, César y su inseparable compañero Labieno, han emprendido un peligroso viaje por mar, hacia Grecia, en el transcurso del cual serán secuestrados por los piratas de Famacusia. Luego, como eje sobre el que se asientan estos dos escenarios, tenemos a Roma, centro y origen de todo lo que está pasando en los otros lugares.
Una cosa que siempre llama la atención y que el autor se empeña en utilizar en sus relatos, son aquellos sucesos o episodios que dan nuevas noticias sobre la imagen y lo que se conoce en la cultura popular sobre la historia de Roma.
Que recordemos ahora, tenemos el hecho novedoso del encuentro de César y Espartaco en la novela. La ubicación de César en la guerra contra Espartaco, en la batalla decisiva del río Silaro en que derrotan a los esclavos. Posteguillo literatura un posible encuentro singular entre los dos personajes, que no se llega a dar, en la intentona a la desesperada del esclavo de acabar con Creso.
Como luego explica en el apartado final, que siempre incluye en sus novelas, donde cita las fuentes en las se ha basado para escribir aquello que puede causar incredulidad, parece que en los últimos tiempos algunos autores han podido dar como muy posible este hecho. Claro, es un César en plena carrera de formación ejerciendo como tribuno militar, en absoluto el César que ya conocemos como militar y político consolidado.
Llama la atención porque es conocida la versión de Espartaco de Kubrick, que el propio Posteguillo señala, donde César, sí, aparece como dubitativo ante qué facción, si la popular, representada por Graco, o la autoritaria u optimate, de Creso, por la que finalmente opta, a pesar de su ascendencia popular.
El optimate y autoritario Creso-Olivier, un joven y aún dubitativo César-Gavin y el senador popular Graco-Laughton, dirimiendo sus posibilidades en las termas
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